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Nevadas y lluvias fuertes pueden contribuir a algunos terremotos

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MADRID, 08 (SERVIMEDIA)

Las condiciones climáticas pueden tener relación con la actividad sísmica porque episodios de fuertes nevadas y lluvias probablemente contribuyeron a una serie de terremotos en el norte de Japón durante los últimos años.

Esa es la principal conclusión de un estudio realizado por investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), de Estados Unidos, y publicado este miércoles en la revista ‘Science Advances’.

Cuando los científicos investigan la causa de un terremoto, su búsqueda a menudo comienza bajo tierra. Como han dejado claro siglos de estudios sísmicos, la colisión de placas tectónicas y el movimiento de fallas y fisuras subsuperficiales es lo que principalmente desencadena un temblor.

Pero científicos del MIT han descubierto ahora por primera vez que ciertos fenómenos meteorológicos también pueden desempeñar un papel en el desencadenamiento de algunos terremotos.

«Las nevadas y otras cargas ambientales en la superficie impactan el estado de tensión subterráneo, y el momento de las precipitaciones intensas está bien correlacionado con el inicio de este enjambre de terremotos», según William Frank, profesor asistente en el Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias del MIT, quien añade: «El clima, obviamente, tiene un impacto en la respuesta de la tierra sólida y parte de esa respuesta son los terremotos».

El nuevo estudio se centra en una serie de terremotos en la península de Noto (Japón). El equipo descubrió que la actividad sísmica en la región está sorprendentemente sincronizada con ciertos cambios en la presión subterránea y que esos cambios están influenciados por patrones estacionales de nevadas y precipitaciones.

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Los científicos sospechan que esta nueva conexión entre los terremotos y el clima puede no ser exclusiva de Japón y podría desempeñar un papel en la sacudida de otras partes del mundo, al tiempo que esa influencia del clima sobre episodios sísmicos podría incrementarse en un futuro con el calentamiento global.

VELOCIDAD SÍSMICA

Desde finales de 2020, cientos de pequeños terremotos han sacudido la península de Noto, una franja de tierra que se curva hacia el norte desde la isla principal del país hacia el Mar de Japón.

A diferencia de una secuencia típica de terremotos, que comienza como una sacudida principal que da paso a una serie de réplicas antes de extinguirse, la actividad sísmica de Noto es un ‘enjambre de terremotos’, esto es, un patrón de múltiples seísmos continuos sin ninguna sacudida principal o desencadenante sísmico evidente.

El equipo del MIT, junto con sus colegas en Japón, se propuso detectar cualquier patrón en el enjambre que explicara los persistentes terremotos. Comenzó mirando el catálogo de terremotos de la Agencia Meteorológica Japonesa, que proporciona datos sobre la actividad sísmica en todo el país a lo largo del tiempo.

Los investigadores se centraron en los terremotos ocurridos en la península de Noto durante los últimos 11 años, durante los cuales la región ha experimentado actividad sísmica episódica, incluido el enjambre más reciente.

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Con datos sísmicos del catálogo, el equipo contó la cantidad de seísmos que ocurrieron en la región a lo largo del tiempo y descubrió que el momento de los terremotos antes de 2020 parecía esporádico y no relacionado, en comparación con finales de 2020, cuando se volvieron más intensos y agrupados con el tiempo, lo que indicó el inicio del enjambre, con terremotos correlacionados de alguna manera.

Después, los científicos examinaron un segundo conjunto de datos de mediciones sísmicas tomadas por estaciones de monitoreo durante el mismo periodo de 11 años. Cada estación registra continuamente cualquier desplazamiento o sacudida local que se produzca.

Las sacudidas de una estación a otra pueden dar a los científicos una idea de la velocidad a la que viaja una onda sísmica entre estaciones. Esta ’velocidad sísmica’ está relacionada con la estructura de la Tierra a través de la cual viaja la onda sísmica.

Los investigadores generaron una imagen en evolución de la velocidad sísmica debajo de la península de Noto y observaron un patrón sorprendente: en 2020, cuando se cree que comenzó el enjambre de terremotos, los cambios en la velocidad sísmica parecían estar sincronizados con las estaciones.

PRESIÓN DE LA NIEVE

El equipo se preguntó si los cambios ambientales de una estación a otra podrían influir en la estructura subyacente de la Tierra de una manera que desencadenaría un enjambre de terremotos. Específicamente, observaron cómo las precipitaciones estacionales afectarían a la cantidad de presión que los fluidos en las grietas y fisuras de la Tierra ejercen dentro del lecho de roca.

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«Cuando llueve o nieva, eso añade peso, lo que aumenta la presión de los poros, lo que permite que las ondas sísmicas viajen más lentamente», explica Frank, que agrega: «Cuando se elimina todo ese peso, a través de la evaporación o la escorrentía, de repente la presión de los poros disminuye y las ondas sísmicas son más rápidas».

Qing-Yu Wang, ex investigador asociado del MIT y ahora en la Universidad de Grenoble-Alpes (Francia), y Xin Cui, del Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias del MIT, desarrollaron un modelo hidromecánico de la península de Noto para simular la presión de poro subyacente durante los últimos 11 años en respuesta a los cambios estacionales en las precipitaciones.

Descubrieron que el enjambre de terremotos que los residentes de Noto han estado experimentando puede explicarse en parte por las precipitaciones estacionales y, en particular, por las fuertes nevadas.

«Podemos ver que el momento de estos terremotos se alinea extremadamente bien con múltiples momentos en los que vemos nevadas intensas», indica Frank, que concluye: “Está bien correlacionado con la actividad sísmica. Y creemos que existe un vínculo físico entre los dos”.

Los investigadores sospechan que las fuertes nevadas y precipitaciones extremas similares podrían desempeñar un papel en los terremotos en otros lugares, aunque enfatizan que el desencadenante principal siempre se originará bajo tierra.


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