La organización contaba con una fuerte infraestructura en España y en Marruecos y también utilizaba otros métodos como el uso de pequeñas embarcaciones hinchables que simulaban faenar o practicar navegación de recreo, cobrando 4.000 euros por trayecto y 500 más si el inmigrante quería un primer alojamiento en nuestro país
La organización también se dedicaba a introducir droga en España a través de vehículos preparados con doble fondo que cruzaban la frontera por el puerto de Tánger. En otras ocasiones era introducida a través de embarcaciones en las que trasladaban el estupefaciente señalado con una marca específica propia de cada cliente. Esa señal les facilitaba posteriormente el reparto de las “paquetes” a los distintos clientes.
Una vez en España, la droga era recogida y trasladada hasta la zona de Almería donde la organización contaba con una estructura de colaboradores sustentada en un núcleo familiar que se encargaba de la guarda, distribución y venta del estupefaciente.
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