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Las presuntas víctimas de abusos sexuales del instructor de surf mostraban síntomas de estrés postraumático, ansiedad y depresión

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Psicólogas forenses dicen que los menores temían “decepcionar” al que consideraban “una figura de referencia” y que hablara “mal de ellos”

SAN SEBASTIÁN, 18 (EUROPA PRESS)

Los 11 menores víctimas de supuestos abusos sexuales del monitor de surf de Hondarribia, juzgado por estos hechos en la Audiencia de Gipuzkoa, presentaban “sintomatología de estrés postraumático, ansiosa, depresiva y baja autoestima”. En algunos casos, también “disfunción sexual”, así como sentimientos de “indefensión y culpa” por no haber podido parar “esas situaciones abusivas” del que consideraban “una figura de referencia”, y que además supusieron “sus primeras experiencias sexuales”,

En la séptima jornada del juicio a un monitor de surf de la localidad guipuzcoana de Hondarribia por abusos sexuales a 11 menores que se desarrolla en la Sección Tercera de la Audiencia de Gipuzkoa han declarado siete peritos y un perito testigo, agente de la Ertzaintza, entre ellos las dos psicólogas forenses que entrevistaron a supuestas las víctimas.

Estas han señalado que los perjudicados, algunos de los cuales en el momento de las entrevistas ya eran mayores de edad, presentaban “sintomatología de estrés postraumático”. Así, por ejemplo, han relatado que uno de ellos “evitaba lugares y situaciones vividas con el denunciado”, manifestaba “desconfianza” e intentaba “olvidar los hechos y no darle vueltas”, pese a lo cual tenía “pensamientos intrusivos y recuerdos”. Además, en 2020, a raíz de la denuncia, inició un proceso terapéutico por disfunción sexual.

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Otro de los jóvenes “hizo hincapié en el sentimiento de atrapamiento, indefensión y culpabilidad”, así como de “molestia y sensación de asco, de bloqueo, de no saber qué hacer” y de sentirse “culpable” por ello.

Una de las psicólogas ha destacado que esta joven, que habría sufrido abuso “continuado” sentía especial “vulnerabilidad” ya que se encontraba “enfermo” cuando se produjo el primer abuso y, además, posteriormente “fue excluido del grupo”, coincidiendo con que empezó una relación con una chica. Según la psicóloga, presentaba “sintomatología ansiosa, depresiva y de estrés postraumático”, así como “baja autoestima”.

A estos mismos síntomas se han referido las psicólogas forenses al hablar del resto, que además, en algunos casos hablaban de “bloqueo y vergüenza”, porque el procesado les ponía “en evidencia delante del grupo”, así como intentos de “negar” lo que había ocurrido, necesidad de “evadirse” e “incomodidad con respecto al sexo”.

También se han referido las psicólogas a la existencia en la narrativa de los menores de “indicadores de manipulación emocional y piscológica” por parte del acusado. En este sentido, han señalado que los perjudicados “tenían miedo a la reacción del monitor”, no en el sentido de que pudiera ser de “violencia física”, sino de “violencia psicológica”, ya que en esas edades “la pertenencia y la presión del grupo tienen mucha importancia”, así como de “decepcionar al investigado”, que era “muy importante” para ellos, lo que revela un “mecanismo de dependencia”.

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Han incidido en que los menores veían al monitor como “una figura de referencia” y temían “que pudiera hablar mal de ellos y hacerles el vacío”, como, según su testimonio, ya había pasado con otros chavales. Al parecer, este “hablaba mal de los menores cuando comenzaban relaciones con chicas”.

En la vista también han declarado, por videoconferencia, dos agentes de la Ertzaintza que volcaron el contenido de un disco duro y un portátil intervenido en el domicilio del acusado de los que extrajeron archivos videográficos, fotografías y mensajes “guardados y borrados”, entre los que se encontraban, 4.200 imágenes pornográficas de niños y jóvenes.

Otro agente de la Ertzaintza, que visualizó las imágenes volcadas y también participó en la toma de declaración a algunos de los perjudicados, ha señalado que “la gran mayoría de fotografías eran de jóvenes o niños en actitud sexual, con el pene erecto, manteniendo relaciones sexuales anales, orales y masturbaciones”.

“CONFIABAN CIEGAMENTE”

Además, ha relatado que los menores a los que tomó declaración estaban “muy traumatizados, muy nerviosos y muy afectados”, lo mismo que los padres que se encontraban “destrozados” y que “no habían sospechado nada” por parte del que “muchos consideraban un amigo” y en el que “confiaban ciegamente”. “Estaban muy impactados”, ha añadido.

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Finalmente, han declarado un médico forense y dos técnicas del Instituto Nacional de Toxicología, en relación al informe sobre consumo de cocaína por parte del acusado, tras analizar un mechón de su cabello en marzo de 2022, después de su detención e ingreso en prisión en agosto de 2021. En la muestra no se detectaron restos de estupefacientes, aunque han recordado que este tipo de análisis sólo permite descartar consumo repetido en los tres o cuatro meses previos.


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