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La acusada de matar a la anciana en Zumaia afirma nuevamente su inocencia, mientras que la Fiscalía insiste en solicitar 22 años de prisión

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La defensa pide su absolución o un año de cárcel por homicidio imprudente

SAN SEBASTIÁN, 6 (EUROPA PRESS)

La mujer acusada de asesinar a la anciana de 91 años a la que cuidaba desde hacía tres en la localidad guipuzcoana de Zumaia ha reiterado que es “inocente” y lo que hizo fue para “ayudarla”, al tiempo que ha asegurado que la tenía “mucho cariño”. El lunes se entregará el objeto del veredicto al jurado popular.

La quinta y última sesión del juicio que comenzó el pasado 31 de mayo en la Audiencia de Gipuzkoa por estos hechos que tuvieron lugar el 21 de noviembre de 2020 se ha cerrado con las palabras de la procesada, que cuenta con el apoyo de dos de los tres hijos de la anciana que han rechazado ejercer ningún tipo de acusación contra ella y que han puesto en valor durante el procedimiento su labor, la cual ha asegurado ser “inocente”. “Lo que hice fue para ayudarla, la tenía mucho cariño”, ha aseverado.

Previamente las partes han expuesto sus conclusiones finales, la Fiscalía, que solicita 22 años de prisión para esta mujer por asesinato, mantiene su acusación y ha pedido al jurado popular “apartarse de cualquier elemento emocional y subjetivo”, puesto que los testigos que han comparecido en la vista, como los hijos de la fallecida, “no presenciaron los hechos” juzgados, sino “el resultado y, además, el escenario había sido alterado” por la acusada que limpió la cara de la anciana y el charco de sangre que había bajo su cama, por lo que “podría llevar a equívoco”.

Precisamente, en la sesión de ayer los forenses apuntaron a “las asfixia por sofocación como causa de la muerte “violenta” de la anciana, compatible con habérsele tapado la cara con las manos. Además, el cuerpo presentaba golpes y hematomas por todo el cuerpo, algo que ha recordado el fiscal.

A su juicio, los testigos carecen “de información esencial” a la que el jurado sí ha tenido acceso, a través de los “datos objetivos proporcionados por expertos”, como las fotos de la inspección ocular realizada por los agentes de la Ertzaintza o el informe de la autopsia.

Por ello, ha solicitado al jurado que “se centre en esos datos objetivos”, que proporcionan “la ciencia”, para llegar “a un conocimiento basado en el saber, no en el creer”. El fiscal ha indicado que los indicadores de maltrato a personas ancianas “son muy variados”, pero “la presencia de francturas repetidas en el tiempo se mantiene, así como la sobrecarga de trabajo de la persona cuidadora”.

En este contexto, ha recordado que la familia de la fallecida “solo tiene buenas palabras” para la procesada, pero “les faltan imágenes y datos”. Así, ha sostenido que la cuidadora “pudo tener un trato muy cariñoso, pero no el más adecuado profesionalmente”, como refleja que la anciana tuviera “numerosas lesiones y fracturas en el momento anterior a su fallecimiento”.

El fiscal también se ha referido a las llamadas y mensajes que la acusada intercambió con su hermana la noche de los hechos y, en concreto, “a un dato que empieza a levantar muchas sospechas”, que ésta última le preguntara “qué dicen del golpe” en un mensaje de Whatsapp.

GOLPES, HEMATOMAS Y ROTURA DE MANDÍBULA

“La fallecida presentaba golpes y hematomas en todo el cuerpo, con un hematoma en el ojo derecho enorme, como si se hubiera subido a un ring para un combate de boxeo”, ha incidido. Así como rotura en la mandíbula por el lado izquierdo, de tres costillas en el lateral derecho y del peroné, “el hueso más externo de la pantorrilla y, por tanto, más expuesto en una caída”, lesiones no compatibles con “un choque contra las barras” de protección de la cama, según los forenses.

Estos últimos también apuntaron, como ha recordado el fiscal, que las lesiones que presentaba la anciana “tenían signos de vitalidad”, es decir “que el cuerpo reaccionó”, por lo que se produjeron “antes de morir” y pudieron ser “objeto de una manipulación inadecuada de la víctima”. A ello ha añadido que 48 horas antes “no fueron vistos” por la enfermera que le realizaba curas, ni por su hija que la visitó esa misma tarde.

En todo caso, ha apuntado que esos golpes y lesiones “no fueron letales, no fueron la causa de la muerte”, que según apuntan los forenses se debió a que “no le llegó oxígeno al cerebro porque no le entró aire a los pulmones debido a que algo le obstruía las vías respiratorias”.

Así, ha indicado que según los forenses las heridas y hematomas que presentaba la anciana alrededor de la boca, nariz y barbilla son “propias” de haberle tapado la cara “con un objeto irregular, como una mano”.

También ha señalado que los forenses descartan que la muerte “violenta” de la anciana fuera un suicidio, por la “falta de fuerza” de la misma; o accidental, ya que “es imposible que esa fuerza que se le ejerció en la boca y nariz fuera por la presión de las barras de la cama”.

“PURO SENTIDO COMÚN”

Por otro lado, ha incidido en que, “ante una muerte con sangre, no se toca ni limpia nada”, es “puro sentido común social”. sin embargo, la acusada pasó una fregona por el suelo y limpió la cara de la anciana con toallitas, lo cual “entorpeció la investigación”.

“No se murió sola y no murió por accidente, sino que no le llegó aire al cerebro porque alguien le tapó la boca y nariz probablemente tirándole de la oreja”, ha dicho, en alusión al arañazo que los forenses detallaron que tenía la fallecida.

En su opinión, “es evidente que el fin próximo era matar”, ha sostenido el ministerio público, pese a que “la gran incógnita” es el móvil del delito, algo que cree que “es irrelevante para la decisión del jurado”, ya que la procesada ejerció la acción de “asfixiarla voluntariamente, a sabiendas que, si no respiras, mueres, aprovechándose que la anciana no podía defenderse” y que su “corpulencia y fuerza” le daban “una posición de superioridad”.

ALTERNATIVA DE HOMICIDIO IMPRUDENTE

Por su parte, la defensa ha incidido en la inocencia de su cliente. No obstante, ha solicitado que si el jurado finalmente no lo cree así, se le condene por un delito de homicidio imprudente con pena de prisión de un año, ya que, ella “lo último que quería era acabar con la vida” de la anciana.

El letrado ha destacado que “no se considera probado que la acusada fuera la causante de la muerte” de la anciana y quienes la conocían “ven imposible que la quisiera perjudicar”.

A ello ha añadido que la fallecida presentaba “un estado de salud muy débil, que empeoraba” e incluso sus hijos “empezaron a cuestionarse cuestiones relativas a su sedación”, lo cual no llevaron a cabo porque la procesada se ofreció a “acompañarla hasta el final”. De este modo, ha incidido en que para ellos el comportamiento de la cuidadora ha sido “ejemplar” y se han mostrado “indignados” por este juicio.

También ha indicado que la limpieza del lugar de los hechos “fue burda” porque “no se intentó ocultar, ni modificar nada” y los forenses “no pueden afirmar que la intención de la acusada fuera matar a la anciana”, porque “no hay certeza absoluta” de ello.

El abogado defensor ha subrayado, asimismo, que “la más perjudicada con el fallecimiento de la anciana era la acusada, que perdía a una persona a la que quería, un trabajo cómodo en el que estaba a gusto” y donde vivía, al tiempo que ha recordado que “estaba a punto de renovar el permiso de residencia y trabajo”, algo “complicado”, por lo que es “absurdo”, además, que decidiera poner eso “en riesgo” con una sentencia condenatoria y a poder ser expulsada del país.

Por todo ello, ha asegurado que su defendida no asfixió a la fallecida, “al menos no de manera consciente”, y reaccionó “de la manera más rápida y mejor que pudo o supo” y su actuación “iba encaminada a salvar” a la fallecida.


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