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Bacterias marinas que degradan un compuesto clave para el ciclo del carbono y el clima global fueron descubiertas

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La investigación, coordinada por AZTI, además “abre la puerta a innovaciones” en biotecnología, biomedicina y biorrefinería

BILBAO, 13 (EUROPA PRESS)

Un grupo de investigación liderado por centros vascos y coordinado por AZTI, en colaboración con el Instituto IIS BioBizkaia y la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), ha descubierto unas bacterias marinas que descomponen “un compuesto clave para el ciclo del carbono y el clima global”, según ha informado el centro de investigación marina y alimentaria.

Desde AZTI han explicado que el fucoidán es un polisacárido complejo presente en la pared celular de las algas pardas, organismos “ampliamente distribuidos” en los océanos que desempeñan “un papel crucial” en la regulación del clima global.

Este compuesto, liberado al medio marino, es “excepcionalmente resistente” a la descomposición bacteriana, lo que permite que el carbono capturado por estas algas mediante fotosíntesis se almacene en los océanos durante largos periodos. Este proceso, han precisado, contribuye a la reducción de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera.

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Sin embargo, según han advertido desde el centro de investigación, el conocimiento sobre cómo las bacterias marinas influyen en el reciclaje del carbono del fucoidán “sigue siendo limitado”.

En este marco, un reciente estudio publicado en ‘Nature Communications’ ha logrado aislar dos cepas bacterianas del microbioma de una macroalga parda “capaces de degradar diferentes tipos de fucoidán”.

AZTI ha subrayado que “este avance científico ofrece nuevas perspectivas sobre el papel de las comunidades bacterianas en la eficiencia de captura de CO2 por los ecosistemas marinos” y, además, el descubrimiento de las enzimas responsables de esta degradación “abre la puerta a aplicaciones biotecnológicas en sectores como la biomedicina y la biorrefinería”.

El centro de investigación vasco ha explicado que los bosques submarinos de macroalgas fijan cantidades significativas de carbono, comparables a las de ecosistemas terrestres como la selva amazónica.

En palabras de la investigadora Laura Alonso-Sáez, que ha coordinado esta investigación y es miembro del centro tecnológico AZTI, “nuestro trabajo revela que algunas bacterias del microbioma de las macroalgas pueden tener un impacto en la cantidad de carbono secuestrado en los ecosistemas marinos, lo que tiene implicaciones a nivel climático”.

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Además, ha añadido, han logrado profundizar en los mecanismos que las bacterias utilizan para degradar “uno de los polisacáridos más complejos y bioactivos” que existen en la naturaleza, lo que podría tener implicaciones en campos como la biotecnología y la biomedicina.

La tasa de descomposición microbiana del fucoidán, ha precisado AZTI, es un factor clave para determinar cuánto tiempo el carbono permanece almacenado en los océanos antes de retornar a la atmósfera y “comprender los mecanismos detrás de este proceso es esencial para mejorar las estimaciones actuales sobre los flujos globales de carbono y predecir con mayor precisión los efectos en los ecosistemas marinos conocidos como carbono azul”.

El fucoidán también tiene propiedades bioactivas “con alto potencial” para la industria farmacéutica, incluidos efectos antiinflamatorios, antitumorales e inmunomoduladores, han apuntado desde AZTI, si bien “su estructura química compleja y variable dificulta establecer relaciones claras entre su composición y sus propiedades terapéuticas”.

“La identificación de enzimas específicas capaces de descomponer distintos tipos de fucoidán podría simplificar estas estructuras moleculares, facilitando su uso en aplicaciones médicas. Por otro lado, estas enzimas tienen un gran potencial para la biorrefinería marina. Podrían optimizar la extracción de compuestos valiosos y promover la reconversión sostenible de biomasa algal para distintos usos, como por ejemplo, fertilizantes ecológicos, fomentando así una economía circular en el sector marino”, han manifestado.

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Según ha indicado el centro vasco, “este enfoque resulta especialmente relevante frente a problemas como la invasión costera por algas pardas no autóctonas, como Rugulopteryx okamurae, que afecta negativamente tanto a los hábitats marinos como a las actividades económicas relacionadas con el turismo y la pesca”.


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