PAMPLONA, 22 (EUROPA PRESS)
La titular del Juzgado de lo Penal número 5 de Pamplona ha condenado a un vecino de Tudela a 2 años de prisión por haber maltratado a su pareja, a la que insultaba, humillaba e impedía relacionarse con nadie.
El procesado, de 27 años, que deberá indemnizar a la víctima con 8.000 euros por el daño moral causado, no podrá acercarse a menos de 200 metros ni comunicarse con ella durante 4 años.
Según considera probado la sentencia, que puede ser recurrida ante la Audiencia de Navarra, el encausado y la víctima mantuvieron una relación sentimental desde octubre de 2015 hasta enero de 2020.
Al poco tiempo de iniciarse la relación, el inculpado “empezó a imponer su voluntad y criterio creando un clima de agresión constante incompatible con el libre desarrollo de la vida” de su pareja.
Así, le insultaba casi diariamente, le humillaba diciéndole que no valía para nada y que nadie le iba a querer. No le dejaba tener llave de la casa y, según la sentencia, la dejó durmiendo en la calle “con tanta frecuencia” que la mujer no puede ni contar las veces.
Asimismo, ejercía “conductas de control” sobre ella. Le impedía relacionarse con nadie que no fuera él o su familia. Le aisló de sus amigas, de quienes decía que eran una mala influencia, así como de su propia familia. Le puso en la tesitura de tener que elegir entre él o su madre, hasta el punto de que tenía que verse con ella “a escondidas”.
Cuando ella comenzó a trabajar en un restaurante, le acusaba de tener relaciones con algún compañero. Se hacía pasar por ella en Facebook para insultar a sus compañeros de trabajo y le controlaba los mensajes que publicaba en esta red social. Asimismo, le controlaba su WhatsApp y las llamadas que hacía.
En una ocasión, según recoge la sentencia, la golpeó con un bate de béisbol en el brazo y en la espalda, y le dijo que no podía ir a ver a su madre hasta que no se le curaran los moratones. Con frecuencia le decía que si le denunciaba iría a por su familia y hermanos.
Como consecuencia de estos hechos, la víctima sufre sintomatología depresiva, así como malestar emocional y síntomas propios del trastorno por estrés postraumático.
NO QUERÍA DENUNCIAR, QUERÍA QUE LA DEJAR EN PAZ
En la sentencia, la magistrada explica que la ausencia de partes médicos que objetiven lesiones tiene perfecta explicación en el contexto de las relaciones de dependencia propias de la violencia de género. “Son por todos conocidas las ambivalencias de este tipo de víctimas, que al igual que suelen tardar en formular la primera denuncia, luego se retractan de ella y pretenden su retirada, lo que tiene su fundamento en dependencias emocionales, familiares y sociales innatas a este tipo de delitos o en la normalización de la violencia”, resalta.
En este caso, prosigue, se encontraban presentes ambos factores _ dependencia y normalización de la violencia_, “por lo que es del todo comprensible que no cuente con partes médicos, pues al igual que no le quería denunciar, es lógico que no quisiera acudir al médico a ser reconocida de sus lesiones dando con ello la voz de alarma, lo que equivaldría a denunciar”.
Según reitera la juez, de sus reticencias a denunciar dio buena cuenta la víctima en su declaración testifical en la que insistió en que nunca tuvo intención de hacerlo, que solo quería que le dejara en paz y pasar página, pero que se vio obligada a denunciarlo para poner fin a la situación de acoso tras la ruptura.
No solo no le denunciaba, sino que ocultaba activamente las señales de las agresiones. Así, relató que cuando su madre o la gente le preguntaba por los moratones, decía que había sido el perro, o que se había caído en la ducha o que tenía la piel sensible. Incluso, llegó a declarar que las lesiones se las habían hecho su madre y su ex padrastro.
Todo ello es expresivo, según corrobora la magistrada, de la “vulnerabilidad” de la víctima y su “dependencia” del procesado.
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