CARTAGENA (MURCIA), 13 (EUROPA PRESS)
El que era en 2021 teniente capitán de la Guardia Civil encargado de instruir las diligencias del asesinato de La Puebla, en Cartagena (Murcia), ha considerado que los dos acusados “no tenían intención de ir a ningún hospital” para auxiliar al fallecido, y que el atropello fue “intencionado”.
Así lo ha declarado el agente en el marco de la tercera sesión del nuevo juicio que investiga el crimen de un hombre el 23 de agosto de 2021 en la diputación cartagenera, y que tiene lugar en la sección quinta de la Audiencia Provincial.
Ha recordado que recibió una llamada a las 7.15 horas de ese día por parte del equipo de Policía Judicial de Cabo de Palos informando de que había aparecido un coche calcinado con un cadáver en su interior. Cuando llegó al lugar, el fuego ya había sido apagado por los bomberos y el vehículo había perdido la matrícula en el incendio, por lo que tuvieron que trabajar con el número de bastidor con el que lograron averiguar la identidad del propietario, que era el finado.
A la misma vez que este agente estaba en el lugar, la Guardia Civil de El Algar avisó de que una persona estaba poniendo una denuncia por una desaparición, lo que les hizo sospechar. La denunciante, que era la hermana del fallecido, les dio “otra línea de investigación”, y ahí “es cuando se empieza a hablar” de los dos procesados, y cuando la Benemérita comprueba que existía una orden de alejamiento del acusado hacia la enjuiciada por violencia de género.
A preguntas de los abogados, el guardia civil ha explicado que cuando estaban trabajando con la Comitiva Judicial llegó un vecino de la zona de Los Maínes asegurando que había encontrado sangre y que había oído un coche derrapar por la noche, así como posibles evidencias de una pelea. En la finca encontraron “colillas, una botella de agua, una chancla y, lo más llamativo, una llave inglesa con sangre”.
La hermana del fallecido explicó a los agentes que esa noche el acusado le preguntó por el paradero de su hermano en “un tono muy agresivo”, por lo que decidió avisarlo. Esta también les habló sobre la anterior relación sentimental de la acusada con su hermano y de la de que existía entonces con el acusado, por lo que su prioridad era encontrarla a ella por si “le ha podido pasar algo” dada la orden de alejamiento. Fue cuando la encontraron en buen estado con el otro acusado en una casa de Los Alcázares cuando empezó a ser sospechosa.
En el momento en que efectivos del Instituto Armado localizaron a ambos acusados, estos explicaron que la ropa que habían utilizado la noche del asesinato la habían tirado a un contenedor y, gracias a la empresa de limpieza de Los Alcázares, fue localizada.
Ambos, ya detenidos, se negaron a declarar en un principio, pero el acusado decidió hacerlo cuando se personó su abogado. Así, explicó lo que había sucedido en un primer lugar, donde posteriormente la Guardia Civil encontró “una camiseta, una botella, otra chancla como la que estaba en Los Maínes” y “unas manchas bastante escandalosas de lo que parecía sangre”.
Esto, al parecer de los agentes, confirmaba lo que había declarado el detenido, “que allí había habido una pelea, que el fallecido había salido corriendo y que la acusada había cogido el coche y lo había atropellado”.
Según el agente, los hechos se desencadenaron sobre la 1.00 horas, cuando la acusada fue a casa del fallecido, a la que después llegó el acusado, y la mujer le pidió que se fuera. Ella y el fallecido se marcharon de la casa, el acusado regresa y ve que ambos no están ya y, al ver que la bicicleta de ella estaba en la casa, supone que están juntos.
La procesada, según entiende el guardia civil, avisó a su entonces pareja de donde se encontraban, que fue el lugar donde apareció la llave inglesa y la chancla, y donde se inició una pelea.
De allí se marcharon en coche con la víctima, aún con vida y reclamando ir a un hospital, de copiloto, para circular por la A-30 dirección Murcia, aunque la abandonaron para salir hacia El Jimenado y, a un par de kilómetros, se pararon y retomaron la pelea. Allí se produjo el atropello y, posteriormente, los dos procesados abandonaron el lugar en bicicleta.
El agente ha afirmado que el atropello se produjo en un huerto junto a la carretera, “porque es donde está el poste vencido, y la sangre”, y por donde, al parecer, el fallecido intentó huir, ya que las pruebas se encontraron allí “desperdigadas”.
Una vez atropellado lo introdujeron en el vehículo y, pensando, según la declaración de los acusados, que estaba muerto, incendiaron el coche, algo “planeado por los dos”, según reconocieron, aunque “no hicieron constar” la razón por la que hicieron esto último.
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