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“Según un estudio, el COVID prolongado es más común en pacientes que presentan una enfermedad grave.”

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MADRID, 27 (EUROPA PRESS)

Un estudio internacional liderado por el Instituto Karolinska (Suecia) ha trazado la prevalencia de la carga de síntomas físicos graves sobre pacientes escandinavos hasta dos años después de una infección por SARS-CoV-2, según publican sus autores en la revista ‘The Lancet Regional Health – Europe’.

Los más afectados fueron las personas que habían sufrido una infección grave por COVID-19, mientras que los investigadores no hallaron una prevalencia elevada de COVID prolongada en quienes nunca habían estado postrados en cama.

A mediados de octubre se habían notificado más de 771 millones de casos de COVID-19 a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se calcula que entre el 10% y el 20% de los afectados presentan síntomas persistentes.

En el presente estudio, los investigadores examinaron la prevalencia de síntomas físicos persistentes en personas con diferentes grados de gravedad de COVID-19 y las compararon con personas que no habían tenido un diagnóstico confirmado de COVID-19. El estudio incluyó a 64.880 adultos de Suecia, Dinamarca, Noruega e Islandia con síntomas físicos autoinformados entre abril de 2020 y agosto de 2022.

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Más de 22.000 de los participantes fueron diagnosticados con COVID-19 durante el período, casi el 10% de los cuales estuvieron postrados en cama durante al menos siete días. La prevalencia de síntomas crónicos como dificultad para respirar, dolor torácico, mareos, dolores de cabeza y baja energía/fatiga, fue un 37% mayor en los que habían tenido un diagnóstico de COVID-19 que en los que no.

Los pacientes que habían estado postrados en cama durante al menos siete días durante la infección por SRAS-CoV-2 presentaban la mayor prevalencia de carga de síntomas físicos graves, más del doble que los que no habían sido diagnosticados de COVID-19.

También presentaban los síntomas más persistentes en los pacientes que no habían sido diagnosticados de COVID-19. Y los síntomas más persistentes estaban presentes hasta dos años después del diagnóstico.

“La COVID prolongada se ha convertido en un importante problema de salud pública, ya que una gran proporción de la población mundial se ha infectado”, afirma Emily Joyce, estudiante de doctorado del Instituto de Medicina Ambiental del Isntituto Karolinska y una de las primeras autoras del estudio.

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“Nuestros resultados muestran las consecuencias sanitarias a largo plazo de la pandemia y subrayan la importancia de vigilar los síntomas físicos hasta dos años después del diagnóstico, especialmente en las personas que padecieron COVID-19 grave”, destaca.

La mayoría de los participantes estaban total o parcialmente vacunados, y los resultados fueron prácticamente los mismos en los análisis de las personas exclusivamente vacunadas.

Los participantes que nunca habían estado postrados en cama durante su infección presentaban una prevalencia similar a la de las personas que no habían sido diagnosticadas de COVID-19.

Para este estudio, los investigadores combinaron cuatro cohortes de COVIDMENT, un proyecto de colaboración a gran escala entre Suecia, Dinamarca, Noruega, Islandia, Estonia y Escocia.

“En este proyecto seguiremos evaluando las repercusiones sanitarias a largo plazo de la pandemia de COVID-19 –anuncia afirma Qing Shen, autora del estudio e investigadora asociada del Instituto de Medicina Ambiental y del –. Hay varios proyectos en marcha, entre ellos estudios sobre cómo ha afectado la COVID-19 a la función cognitiva y la salud mental, y cómo ha afectado el aislamiento social a los ancianos”.

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El estudio fue una colaboración con las universidades de Oslo (Noruega), Tartu (Estonia) y Edimburgo (Escocia), la Universidad de Islandia y el Hospital Universitario de Copenhague, Rigshospitalet, en Dinamarca y se financió principalmente con subvenciones de NordForsk y del programa Horizonte 2020 de la UE.


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