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Sara Zerrouti,docente IES Sagasta, nació con ceguera: “Eso es parte de lo que nos permite comunicarnos, que no les vea”

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“Pero profe, en qué quedamos, ves o no ves”

LOGROÑO, 08 (EUROPA PRESS)

Sara está explicando la narrativa en clase de Lengua de primero de la ESO. Para enganchar a sus alumnos habla de cómo funcionan las citas. Logra que todos participen, les da la voz cuando levantan la mano y, en un momento determinado, va donde uno y le pide que no se de la vuelta y esté atento. Algo que no llamaría la atención si no fuese porque Sara tiene ceguera total.

Sara Zerrouti es docente interina en La Rioja y el Instituto de Educación Secundaria Práxedes Mateo Sagasta es el tercer centro en el que da clase. Imparte la asignatura de Lengua en primero de la ESO y segundo de Bachillerato después de haber estudiado Filología; una carrera que eligió porque le gustaba leer y escribir.

El primer día que Sara dio clase se tuvo que enfrentar a un escenario “caótico” en un aula de Orientación de Formación Profesional Básica. Los alumnos estaban revueltos y discutiendo. Les dijo que se callaran y no sólo no le hicieron caso sino que uno le lanzó a otro un bocadillo.

Sara les pidió que se lo entregaran porque eso “no podía ser” y se encontró con el bocadillo en la mano sin saber qué hacer. “No lo quería tirar, porque hay mucho hambre en el mundo; y tampoco quería dejarlo sobre la mesa, porque se iba a levantar a cogerlo”. Así que se lo comió.

Funcionó de tal forma que Sara no ha vuelto a estar en una clase “tan silenciosa como aquella”. Sara ese día estaba “muy nerviosa” y no tuvo una idea “mejor”. Pero funcionó y, para ella, fue porque se creó “un puente” entre ella y la clase.

“Desde ese día se creó una especie de respeto extraño en el que podíamos hablar sin que nadie se tirara nada” y, cuando otra docente le reprendió por lo que había hecho, los alumnos lo consideraron “injusto porque no había visto lo que había pasado” y le aseguraron que si le despedían “harían huelga”.

HONESTIDAD

Para esta docente ese “puente” es clave para la educación: “Mostrarte totalmente honesto y, si te sientes inseguro, no sabes qué hacer, decírselo; ellos lo entienden, es más, si te muestras tal cual ellos se ocupan de construir ese puente para que lo crucemos”.

“Jamás ningún alumno ha hecho ningún comentario” con respecto al hecho de que Sara sea ciega, o cuestionándose su capacidad, porque creen “que si estás ahí es porque tienes que estar”. Sólo preguntan cosas como: “Si no nos ves, cómo sabes que no vamos a copiar en tus exámenes”.

Y Sara lo sabe porque es el único momento en el que le acompaña otro profesor, o profesora. Para la entrega de trabajos, le sirve la plataforma que usan los institutos, y para usar el encerado le pide a algún alumno que salga, aunque, en realidad, no es algo que utilice porque en sus clases, principalmente, “se habla”.

“Ellos lo entienden y creo que eso es parte de lo que nos permite comunicarnos, que yo no les vea, porque están acostumbrados a que los profesores no se muestren, sean personas que lo tienen todo bajo control, que están seguros, que saben, que tienen todas las respuestas y pueden hacerlo todo; y, entonces, si encuentran a alguien que tiene dificultades y se las cuenta te cuentan las suyas”.

Sara sí se plantea que no va a poder. Lo piensa “muchos días”, tanto cuando se preparaba para ser docente como cuando entra a una clase, porque cada clase es distinta y ella se cuestiona cómo va a captar su atención. Pero Sara cree que no lo hace porque sea ciega. “Creo que todos deberíamos preguntárnoslo, si uno entra a una clase totalmente seguro de que va a ser capaz quizás eso es problemático”.

Afirma que ella no tuvo “vocación”. Acabó la carrera, tenía que hacer algo con su vida y decidió probar. “Lo hice con mucha reticencia, no creía tener nada que enseñar pero, una vez en clase, comprobé que ese era el sitio en el que tenía que estar”.

CAMBIOS DE LUZ

En los tres años que lleva dado clase les han pasado (en plural) “muchas cosas” a ella y a sus alumnos. Por ejemplo. A veces, los chicos hacen algo, como sacar el móvil, y piensan que su profesora no se va a dar cuenta. Pero Sara nota los cambios de luz y le pide que lo guarde; así que el alumno, sorprendido, le replica: “Pero profe, en qué quedamos, ves o no ves, a mi no me vuelvas loco”.

Porque ellos no saben hasta qué punto Sara es capaz de percibir algo y ella no se lo dice “para mantener el misterio” y, también, para que ocurran cosas y poder reflexionar sobre ellas. Así que igual alguno se levanta y, cuando Sara detecta el cambio de luz que ha proyectado la sombra y le pide que se siente, el alumno se sorprende.

De todas formas, cada grupo es diferente. Los de primero de la ESO “todavía no tienen vergüenza de mostrar sus sentimientos, de decir lo primero que se les ocurre”. En segundo de Bachillerato, en cambio, “el sistema les ha llevado a un punto en el que han creado una pared entre ellos y los profesores” que a ella le cuesta “romper”.

Las clases de Sara se basan en que “hablen, piensen y construyan”. Es lo que David, de primero de la ESO, explica señalando que sus clases “no son sólo Lengua”.

Si le preguntas a Sara si, precisamente, es lo que pide la LOMLOE asevera: “La gente que hace esas leyes no sabe cómo funciona un aula y, aún así, se permite hacerlas sin consultar”. Para ella, los profesores van “a hacer lo mismo pero con otras palabras”.

Cuando sus alumnos ven a Sara se revolucionan y, para ella, es lo normal. Son niños, viven revueltos. Sara no quiere estar en una clase “demasiado silenciosa”. Pero no es porque no vea: “A mi el silencio me gusta mucho, pero no en una clase, si en una clase están demasiado callados probablemente sea porque han desconectado, porque lo que tú les estás diciendo no les está llevando a ninguna parte”.

“Si no están hablando ellos, es decir, si no sienten que eso tiene ver con ellos entonces no hay nada”, considera. Y es lo primero que resaltan los alumnos cuando les preguntas: que les deja participar.

Siempre que acaba el curso, Sara pregunta a sus alumnos qué se llevan de la clase. “Y muchos acaban diciendo que en mi clase no han tenido que fingir que no son quienes son”. Cuando una vez le pidió a una alumna que se lo explicara ella le dijo: “En tu clase yo podía ser incompetente e insegura en ciertos aspectos y no sentía vergüenza; podía hablarlo sin que ocurriera nada”.


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