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Pactar una dieta tecnológica y establecer límites pero no prohibiciones, claves para prevenir adicciones a videojuegos en adolescentes

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LOGROÑO, 2 (EUROPA PRESS)

¿Es fácil regular el consumo de videojuegos entre los adolescentes?. En un contexto tremendamente ‘virtual’ como en el que nos encontramos, responder a esta pregunta puede suponer una preocupación para muchos padres y madres que se enfrentan casi a diario a esta eterna discusión con sus hijos.

Ante ello la psicóloga, Giulia Testa, apuesta pactar por lo que se llama “una dieta tecnológica”. Es decir, “establecer con los más jóvenes normas sobre el tiempo de uso para evitar adicciones. No prohibir pero sí limitar”.

Para intentar dar luz al respecto, la también profesora e investigadora del Grupo de Investigación en Adicciones Comportamentales de UNIR, quiere aclarar en primer lugar que “no se trata de catalogar los videojuegos como ‘buenos’ o ‘malos’, aunque sí que es cierto que algunos generan más riesgos que otros”.

“De lo que realmente se trata es de saber cuántas horas puede dedicar un niño o un adolescente a ello y, sobre todo, si vemos en él un cambio de actitud”.

Tampoco hay “una edad buena o mala para empezar a jugar porque hay videojuegos muy básicos que son buenos para niños pequeños. Y tampoco significa que jugar mucho, con frecuencia o dedicarle muchas horas provoque conductas negativas en nuestros hijos. Lo importante viene si comenzamos a ver consecuencias sobre la vida de la persona. Consecuencias negativas, por ejemplo, en su vida familiar, con tensiones familiares o, sobre todo, en la vida social”.

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¿CUÁNDO EMPEZAR A PREOCUPARNOS?

Cuando realmente hay que empezar a verlo como “un problema”, explica Testa, es si vemos a nuestros hijos que “se aíslan o, por ejemplo, si vemos que abandonan otras actividades de ocio con sus amigos por ir a ‘meterse’ en su ordenador”. “Cuando vemos -en definitiva- que pueden cambiar a sus amigos ‘físicos’ por amigos ‘online’ que ni siquiera conocen. Dedican menos tiempo a la vida ‘real’ y su comportamiento cambia”.

La experta también advierte de ciertas señales que pueden ser síntomas de una posible adicción. “Se puede empezar a ver síntomas de abstinencia, de nervios, de enfado, de ansiedad si el chaval no juega o de dificultades para concentrarse, por ejemplo, para hacer los deberes o sus responsabilidades… a todo ello hay que prestar una atención especial”.

Para intentar evitar llegar a esta situación, la docente de UNIR tiene claro que la familia cuenta con un papel clave para la prevención. “Deben ayudar al adolescente a hacer dieta tecnológica, es decir, establecer con él algunas normas sobre cuánto tiempo usar los videojuegos”.

Se trata de pactar con él, por ejemplo, “que más de una hora al día no se juega. En realidad no hay un tiempo aconsejado pero sí que es bueno fomentar desde pequeños que hagan otras actividades y que no estén mucho tiempo con los videojuegos”.

¿QUÉ HACER SI YA HAY UNA ADICCIÓN?

Si por el contrario, ya se ha generado esa adicción es fundamental que los profesionales de salud intervengan y se le ofrezca al adolescente tratamientos -individuales o en grupo-. Unas terapias que ayudan a la persona “a tomar conciencia sobre el hecho de que tiene un problema que es el primer paso y que vea sus consecuencias”.

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“Luego se debe tratar y comprender el origen de este problema, es decir, saber por qué juegan, qué pretenden conseguir, qué motivación tienen… para saber por qué quieren jugar tanto”.

“Hay que ver si es porque están aburridos, porque se sienten solos o simplemente porque quieren modular su estrés, sus emociones negativas, desestresarse a través de ellos…”.

Una vez con el diagnóstico más claro posible, se trata de enseñarles algunas técnicas para aprender a gestionar las emociones de otra forma, que no sea solo usando los videojuegos. Y, por supuesto, fomentando actividades que le favorezcan una mayor integración social y familiar.

Aún así, Testa reconoce que puede haber otros casos más graves a los que hay que prestar, si cabe, una mayor atención. “Más allá de la adicción, detrás del joven puede haber otro tipo de problemas como depresión o incluso problemas de TDAH, Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, que sí que se ha estudiado que se asocia a un mayor riesgo de uso adictivos de videojuegos”.

¿HAY MÁS RIESGO AHORA QUE ANTES?

Pero… ¿por qué ahora parece que hay más riesgo de adicciones que antes?. Como explica la experta “videojuegos ha habido desde hace mucho tiempo, ahora hay más riesgo porque se ha modificado la forma en la que se juega. Ahora son juegos más interactivos, incluso hablan con otras personas, y pueden ser incluso una puerta de entrada también al juego de azar, porque empiezan a tener que invertir dinero o ganar recompensas por jugar. Y todo eso facilita que haya mayor riesgo de adicción”.

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Juegos online o de multijugadores que “son más de riesgo porque los adolescentes se crean básicamente un mundo irreal en estos videojuegos que, para ellos, puede ser el real”.

Finalmente, la docente de UNIR quiere advertir de la importancia de generar un buen uso de los videjuegos porque, en la época adolescente, “todavía está el cerebro en crecimiento”. “Se ha visto por estudios que un uso abusivo puede generar alteraciones en ciertas áreas del cerebro, por ejemplo, en las que tienen que ver con la recompensa o la gratificación”.

Ante todo ello pide también a los padres y madres que generen “buen ejemplo”. “Claramente debemos ser los primeros. No nos pueden ver pasando mucho tiempo jugando con otras tecnologías o con el teléfono móvil”.

Lo importante -sentencia- “es acostumbrarles a un uso correcto de la tecnología. Que sepan que no es algo malo pero que hay que usarlo con conciencia y sin abusar, es decir, limitar pero no prohibir”.


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