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La inmunidad adquirida contra alérgenos alimentarios puede proteger a algunas personas contra el COVID-19

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MADRID/ LOGROÑO, 23 (EUROPA PRESS)

Algunas personas enferman gravemente de COVID-19, mientras que otras no presentan ningún síntoma y la respuesta puede estar en las proteínas a las que el sistema inmunitario ha estado expuesto previamente. Un estudio reciente publicado en la revista de acceso abierto ‘Frontiers in Immunology’ concluye que los alimentos comunes, las vacunas, las bacterias y los virus pueden preparar a nuestro sistema inmunitario para atacar el SARS-CoV-2, el virus que causa el Covid-19.

Todos estos agentes contienen proteínas similares a las que se encuentran en el SARS-CoV-2. Por ello, la exposición a estas proteínas puede entrenar a nuestro sistema inmunitario para que responda cuando se encuentre con el virus. El estudio allana el camino para nuevas inmunoterapias o vacunas que conduzcan a una mayor inmunidad contra el Covid-19.

El SARS-CoV-2 es nuevo, y la pandemia puede hacer que se sienta como un invasor de otro planeta. Sin embargo, en realidad comparte características con muchas moléculas biológicas existentes. Como miembro de la familia de los coronavirus, el SARS-CoV-2 comparte muchas características con otros virus, pero las similitudes no terminan ahí. Las proteínas presentes en las bacterias, las células humanas, las vacunas e incluso los alimentos pueden compartir similitudes con las del SARS-CoV-2. Los investigadores de este último estudio plantean la hipótesis de que las similitudes entre el SARS-CoV-2 y otras proteínas comunes pueden afectar a nuestra susceptibilidad al virus.

Cuando el organismo es atacado por un patógeno, como un virus o una bacteria, lanza una respuesta inmunitaria que incluye anticuerpos. Estas proteínas inmunitarias se adhieren a partes específicas del patógeno y contribuyen a su destrucción. Una vez que la infección inicial ha remitido, los glóbulos blancos llamados células T y B de memoria conservarán un recuerdo del patógeno, o al menos de ciertas partes de su estructura. Estas células estarán preparadas para montar una respuesta inmunitaria muy rápidamente si vuelven a encontrarse con el patógeno.

Los investigadores se preguntaron si podría esta “memoria inmunitaria” respecto a las proteínas que hemos encontrado en el pasado ser la base de la resistencia inmunitaria y la reducción de la susceptibilidad a Covid-19? Para empezar a probar esta hipótesis, estudiaron si los anticuerpos que se dirigen a las proteínas del virus del SRAS-CoV-2 podían unirse también a las proteínas de otros agentes, como los alimentos o las bacterias comunes.

Probaron la capacidad de estos anticuerpos para unirse a 180 proteínas diferentes de alimentos comunes, dos vacunas diferentes y 15 proteínas bacterianas y virales. Los anticuerpos reaccionaron con más fuerza con una bacteria intestinal común llamada ‘E. faecalis’ y con una vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina. Curiosamente, también reaccionaron con mucha fuerza contra las proteínas que se encuentran en alimentos comunes, como el brócoli, las almendras tostadas, la carne de cerdo, los anacardos, la leche, la soja y la piña.

Desgraciadamente, señalan, es probable que no pueda comer para conseguir la inmunidad de COVID-19. La “inmunidad” contra un tipo de alimento, por ejemplo, suele caracterizarse por una alergia alimentaria. “Por lo general, sólo las personas con intestino permeable pueden fabricar anticuerpos contra los alimentos, por lo que yo no recomendaría comer alimentos que le produzcan un intestino permeable, porque esto le daría toda una serie de nuevos problemas”, señala el doctor Aristo Vodjani de los Laboratorios Cyrex en Arizona, autor principal del estudio.

De hecho, los investigadores advierten que, aunque estos agentes podrían proporcionar cierta protección contra el SARS-CoV-2, no prevén que puedan sustituir a las vacunas actuales. Además, es necesario realizar más pruebas para confirmar que estas proteínas confieren efectivamente cierta protección y, en caso afirmativo, si ésta se produce a través de una respuesta de anticuerpos de corta duración o de una respuesta celular de memoria a más largo plazo.

Los resultados pueden arrojar algo de luz sobre nuestras respuestas variables a la infección por COVID-19. Con más investigación, estos resultados podrían conducir a tratamientos más eficaces o a mejores vacunas contra el virus. Otra aplicación podría consistir en evaluar la susceptibilidad de un individuo al virus antes incluso de que se haya infectado.


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