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La gastronomía es un factor clave de competitividad y sostenibilidad de los destinos turísticos

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Ir de tapas y comprar productos locales, entre las actividades gastronómicas favoritas para los viajeros

MADRID, 12 (EUROPA PRESS)

El turismo gastronómico gana adeptos en nuestro país tras la pandemia. Así un 86,5% de los viajeros españoles reconoce haber realizado al menos un viaje o escapada de carácter gastronómico en los dos últimos años. Una oportunidad para los destinos turísticos que buscan articular una propuesta turística gastronómica rica y diversa para impulsar la competitividad de sus territorios.

Así lo revela el IV Estudio de Demanda del Turismo Gastronómico en España, elaborado por la consultora turística Dinamiza que destaca la gran relevancia del turismo gastronómico en España que ha salido reforzado tras la pandemia contribuyendo además al impulso de los viajes domésticos.

Un 20,5% de los viajeros nacionales frecuentes son considerados ‘turistas gastronómicos puros’, es decir, son viajeros que seleccionan sus destinos y viajan a ellos motivados principalmente por su gastronomía con el objetivo de realizar distintas actividades relacionadas con el disfrute culinario.

Y es que los viajeros gastronómicos constituyen un segmento muy interesante para cualquier destino, ya que gastan un 30% más en restaurantes y otras actividades gastronómicas que los turistas generalistas.

Además, viajan cada vez con mayor frecuencia y lo hacen en distintos momentos del año, contribuyendo con ello a la desestacionalización de la actividad turística.

El turismo gastronómico en España constituye por tanto una apuesta firme por un modelo turístico sostenible de alto valor añadido para los territorios anfitriones, tal y como se propone desde el Gobierno español.

Los turistas gastronómicos en España realizan una gran cantidad de actividades que impulsan la economía de las regiones y ayudan a su desarrollo. Desde visitas a bodegas y mercados gastronómicos, hasta consumo en distintos tipos de establecimientos de restauración, compras de productos locales o participación en eventos gastronómicos, todo ello contribuye a este ecosistema turístico en desarrollo constante.

La tipología de actividades gastronómicas realizadas varía entre unos y otros perfiles de turistas gastronómicos que el informe clasifica en cocinilla, foodie, sibarita, gourmet, winelover, cosmopolita, gourmand y responsable.

La realidad es que la gastronomía inspira y motiva los viajes de los españoles, por lo que los expertos consideran que los destinos deberían desplegar sus mejores estrategias para potenciar este tipo de turismo que constituye un factor clave de competitividad de los mismos y contribuye a su dinamización.

Según datos del estudio, para los viajeros nacionales un buen destino gastronómico tiene que contar con en primer lugar con una gastronomía singular y un relato propio (60,9%); una oferta de restauración de calidad (49,1%); la posibilidad de visitar productores locales (47,5%); comprar productos locales en mercados, comercios y ferias gastronómicas (47,5%); la existencia de productos de calidad con Denominación de Origen o Indicación Geográfica Protegida (41,4%); y calles con ambiente gastronómico (39,2%).

En relación con la oferta de restauración, los establecimientos tradicionales siguen siendo la opción preferida por este tipo de viajeros, aunque estos valoran de forma creciente las propuestas más innovadoras como los gastrobares y los restaurantes con distinciones en guías de prestigio (Michelin o Repsol).

EL CICLO DEL VIAJE GASTRONÓMICO.

El informe concluye que el turista gastronómico es un viajero experimentado, exigente e hiperconectado, que tienen en cuenta tanto recomendaciones de familiares y amigos como los canales digitales durante todo el ciclo del viaje (inspiración, planificación, información, reserva, recomendaciones).

En relación al ranking de los destinos gastronómicos favoritos de los españoles a nivel autonómico y provincial, el País Vasco lidera el ranking de las comunidades autónomas favoritas de los españoles, seguido de Andalucía y Galicia. A nivel provincial, los destinos favoritos son, por este orden, Asturias, Guipúzcoa y A Coruña.

De la misma forma, se han estudiado los destinos preferidos de la demanda nacional para realizar algunas de las principales actividades gastronómicas, en orden de mayor a menor importancia. Así, para ir de tapas destacan las comunidades autónomas de Andalucía, País Vasco y Castilla y León; para comer en buenos Madrid, País Vasco y Cataluña; para visitar bodegas, La Rioja, Castilla y León y Andalucía y para comprar productos locales Andalucía, Asturias y Galicia.

Los mejores lugares según los expertos para visitar mercados gastronómicos son Madrid, Cataluña y Galicia, mientras que para participar en fiestas y eventos gastronómicos los mejores lugares se encuentran en Galicia, Andalucía y Madrid. Para comprar productos ecológicos: Andalucía, Murcia y Cataluña y para hacer oleoturismo: Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura.

MEJORAR COMPETITIVIDAD Y SOSTENIBILIDAD EN DESTINOS.

Por último, el informe da una serie de claves para mejorar la competitividad y sostenibilidad de los destinos gastronómicos. En primer lugar, destaca que la gastronomía y el turismo forman un binomio que tiene la capacidad de impulsar un modelo turístico mucho más sostenible para los destinos y las empresas.

El turista gastronómico suele viajar a destinos relativamente cercanos a su lugar de residencia, en busca del origen de los productos y con un interés por saborear despacio la cocina y los productos locales, así como por explorar la cultura gastronómica del lugar, favoreciendo la conexión entre los viajeros y las comunidades visitadas.

Como consecuencia de ello, los expertos consideran que los gestores de los destinos tienen la posibilidad de desarrollar atractivos productos turísticos en torno a su patrimonio gastronómico (sus productos, sus tradiciones y rituales, su cocina, el estilo de vida) creando una oferta competitiva en ámbitos como por ejemplo el oleoturismo, el turismo marinero, el turismo del jamón ibérico o el de la sidra, entre otros.

“Este tipo de propuestas gastronómicas, además de potenciar el sentimiento de orgullo y pertenencia de la población local hacia su territorio, bien desarrolladas podrían la creación de actividad económica y nuevas oportunidades en el medio rural, así como un apoyo a los oficios tradicionales, a los pequeños productores y a los modos de vida asociados al territorio, que se han ido transmitido de generación en generación, haciendo del turismo gastronómico un auténtico elemento de cohesión social”, asegura el informe.


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