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Entre el 2 y el 10% de la población usa la pornografía para reducir ansiedad o estrés, según una investigadora de UNIR

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La falta de control, dificultad para regular emociones y un uso frecuente “facilitan un consumo problemático”

LOGROÑO, 18 (EUROPA PRESS)

La profesora e investigadora de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), Giulia Testa, ha afirmado que “entre el dos y el diez por ciento de la población utiliza la pornografía para regular estados emocionales desagradables como la ansiedad, la tristeza o el estrés”.

Testa, que ha participado en un estudio del Grupo de Investigación en Adicciones Comportamentales, ha relatado cómo “las personas que tienen la tendencia a usar la pornografía para reducir la ansiedad, el estrés o la tristeza, tienen más probabilidad de desarrollar un consumo problemático de la misma”.

El consumo problemático de este tipo de contenido se detecta cuando la persona empieza a sufrir “consecuencias negativas en la vida familiar, de pareja o social y a pesar de esto tiene mucha dificultad para controlar su consumo, es decir, quiere parar pero tiene la sensación de no poder hacerlo”.

“Una falta de control, la dificultad para regular las emociones y el uso de pornografía con mucha frecuencia, todos los días y muchas horas, son factores que facilitan que el consumo sea problemático”, ha señalado.

Con respecto a los porcentajes de consumo, ha advertido de que “todavía hay poco conocimiento sobre cómo medir estos datos de manera homogénea”, por lo que “los porcentajes de consumo se enmarcan en una franja bastante amplia”.

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En cuanto a la prevención de este tipo de conductas, la investigadora ha destacado la importancia de “la educación afectivo-sexual a los adolescentes por parte de la familia y de las escuelas, además de promover el conocimiento de la diversidad”.

También ha subrayado que “es fundamental que conozcan que existe el riesgo de acabar consumiendo pornografía de forma adictiva”.

“Para los más pequeños, también se puede utilizar algún sistema de control parental, por ejemplo, para evitar la exposición involuntaria a la pornografía y ayudar a que utilicen un poco menos la tecnología”, ha señalado Testa.

SEÑALES

Algunas de las señales que pueden mostrar un uso problemático de la pornografía son, “que el adolescente empieza a aislarse, a estar mucho tiempo con el móvil, por ejemplo a altas horas de la noche; a utilizar un lenguaje machista, o un vocabulario distinto al que siempre ha empleado; o está más irritable o nervioso cuando no usa Internet”, ha apuntado la docente.

Para enfrentar este problema, Testa ha resaltado que “es importante hablar con nuestros hijos de pornografía para ver cuál es su reacción ante este tema”.

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“Así, hablando con ellos”, ha dicho, “también nos daremos cuenta de si tienen un consumo frecuente o si les falta control sobre el mismo”.

Por su parte, ha remarcado que “cuando ya es una adicción, es importante que un profesional de la salud valore a la persona y evalúe el problema clínicamente”.

Además, “existen cuestionarios empleados en la psicología clínica para valorar si la persona tiene un uso problemático con preguntas precisamente sobre la dificultad de regulación emocional”, ha explicado Testa.

Por esta razón, ha subrayado que “si vemos que la cosa se nos va de las manos y no podemos controlarlo, es mejor acudir a un profesional para una valoración más completa, porque a lo mejor el problema no es tanto con la pornografía, sino que puede estar más relacionado por ejemplo con la sexualidad en general”.

Por su parte, ha distinguido que este uso problemático “a largo plazo puede generar problemas en la vida de la persona, en lo social, lo familiar e incluso en lo laboral”.

IMPACTO EN EL CEREBRO

Ha informado, además, de que ciertos estudios señalan también el impacto de este uso negativo en el cerebro, dado que éste cada vez necesita más pornografía y contenido más intenso para tener el mismo efecto placentero.

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En el caso de los adolescentes, el uso de la pornografía para regular estados emocionales desagradables tiene efectos aún más perjudiciales en el cerebro.

“Sobre todo porque el cerebro de los adolescentes se encuentra en una fase de desarrollo, y el efecto de esta conducta puede ser más dañino sobre su capacidad de controlarse e inhibirse debido a una alteración de la parte del cerebro que procesa los estímulos gratificantes. Y esto puede provocar que les sea más difícil encontrar placer de la sexualidad o en la pornografía”, ha advertido.

SOLUCIONES

Testa ha reseñado que, si el problema es clínicamente relevante, se debe acudir a un tratamiento con un profesional que desarrolle terapia personalizada, o las terapias llamadas cognitivo-comportamentales, que ha sido comprobada su eficacia para reducir esta problemática de la pornografía al igual que otras adicciones.

“Desde la UNIR ofrecemos el programa online ‘Cómo dejarlo’ basado en ese tipo de terapia, gratuito y dirigido a jóvenes de entre 16 y 24 años. Primero se valora si tienen un consumo problemático a través de un cuestionario y si resulta que lo tienen se les ofrece este recurso”, ha concluido.


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