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Un estudio cuestiona la definición de las olas de calor marinas con el objetivo de mejorar la respuesta frente al cambio climático

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PALMA, 7 (EUROPA PRESS)

Un estudio del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (Imedea, CSIC-UIB) ha replanteado la definición de las olas de calor marinas para mejorar la respuesta ante el cambio climático.

Según ha informado el Imedea, este viernes, en una nota de prensa, el calentamiento del océano provoca eventos intensos de olas de calor marinas que pueden ser muy perjudiciales para los ecosistemas marinos, especialmente en la capa superficial del océano.

En este sentido, un estudio del Imedea, el centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universitat de les Illes Balears (UIB) ha propuesto revisar y modificar la definición de las olas de calor marinas, ya que con la actual, y si se tiene en cuenta el calentamiento gradual, la proyección de las olas de calor en el Mediterráneo para el año 2050 abarcaría casi todo el año. La investigación ha abierto de este modo un nuevo horizonte de reajuste de los indicadores climáticos, adaptándolos a la realidad del actual cambio climático. El trabajo ha sido publicado recientemente en la revista ‘Frontiers in marine science’.

Una ola de calor marina es un evento extremo que se define como un periodo en el que la temperatura del mar en una región determinada es anómalamente cálida. Sin embargo, según ha explicado el primer autor de este estudio, Pere Rosselló, “hay que tener cautela con lo que se considera anómalo porque se vive en un periodo de transición climática en el que las variables climatológicas no se mantienen constantes en el largo plazo, sino que manifiestan tendencias de ahí que esta dinámica es especialmente pronunciada en el mar Mediterráneo, cuya superficie se calienta a un ritmo de casi 0,5 grados centígrados por década”.

Las olas de calor marinas en el mar Mediterráneo son cada vez más pronunciadas durante el verano, un periodo en el que, año tras año, se establecen nuevos récords de temperatura. Dichas olas de calor afectan a diversas especies marinas, como la posidonia (Posidonia oceánica). Esta planta marina es crucial para el ecosistema del Mediterráneo, donde las temperaturas superan con frecuencia los límites que la posidonia puede soportar y, por tanto, ponen en peligro su supervivencia.

CAMBIO DE PARADIGMA

Con el objetivo de predecir el número de olas de calor en el Mediterráneo mediante el uso de modelos climáticos, el equipo de científicos se ha dado cuenta de una inconsistencia con la definición actual de ola de calor. Pues, atendiendo al calentamiento gradual del Mediterráneo, la proyección de las olas de calor para el año 2050 prácticamente abarcaría todo el año, han reiterado. Esta observación ha llevado a replantear la premisa del estudio y a proponer una revisión de la definición.

La norma actual para definir las olas de calor consiste en usar un periodo climático de referencia de 20 o 30 años desde principios de la década de 1980, año desde el que existen satélites para medir la temperatura superficial del mar. Utilizando esta metodología, se han publicado estudios a nivel global y regional que apuntan a que en las próximas décadas habrá un estado de ola de calor permanente.

No obstante, el investigador Pere Rosselló ha destacado que “partiendo de la consideración de que una ola de calor se define como un evento extremo, la creencia es que estas conclusiones son levemente engañosas y comprometen la utilidad de este indicador marino, pues de este modo más que reflejar un periodo de temperaturas extremas, solo reflejan el aumento gradual de temperaturas ya conocido, etiquetándolo a su vez de evento extremo”.

Por este motivo, en consonancia con otros estudios científicos, los investigadores han propuesto restringir la definición de ola de calor utilizando períodos de referencia móviles y no fijados en el pasado. Esto supone utilizar, por ejemplo, los años entre 2000 y 2019 para analizar olas de calor en el año 2020. De esta manera, este enfoque introduce el calentamiento subyacente en los periodos de referencia y, consecuentemente, mantiene constante en el tiempo la rareza de estos eventos extremos.

Para consolidar y visualizar su hipótesis, el grupo científico ha recurrido tanto a los datos proporcionados por los satélites como a los modelos climáticos predictivos que dan una perspectiva hasta el año 2100. Así, este análisis paralelo subraya la necesidad de un replanteamiento de la interpretación de las olas de calor marinas y sienta las bases para una mejor comprensión del ritmo de los cambios en el clima, según los investigadores.

Con todo, la investigación abre un nuevo horizonte de reajuste de los indicadores climáticos, adaptándolos a la realidad del cambio climático. De esta forma, según los investigadores, se podría obtener una comprensión más precisa y contextualizada de eventos extremos como las olas de calor marinas, lo que a su vez podría mejorar las respuestas de mitigación y adaptación al cambio climático.


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