PALMA, 31 (EUROPA PRESS)
El obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, quien este domingo ha presidido la misa solemne con motivo de la Festa de l’Estendard, ha reivindicado la “memoria” y la “lengua propia” de “un pueblo sensible a la defensa de su tierra” así como de “su identidad”.
En detalle, Taltavull ha aprovechado la Festa de l’Estendard para profundizar “en la identidad de la familia”, entendiendo esta como “creadora de la identidad del pueblo porque de ella depende este”.
El obispo de Mallorca ha creído así que el Estendard “ha de ser signo de buen entendimiento, de mirada conjunta y de acción compartida, de seguimiento confiado en un proyecto común basado en el respeto a los derechos humanos”.
Todo esto fijándose en dos aspectos que, según ha apuntado, “configuran nuestra identidad y son parte irrenunciable de ella y que tienen su raíz en la familia: la tierra donde hemos nacido y la lengua que hemos aprendido”.
En este sentido, Taltavull ha precisado que éste es “un pueblo sensible a la defensa de su tierra”. Por ello, tras asegurar que se “está en condiciones más que favorables de mirarla con amor” y ante el “peligro” de que “la sabiduría intuitiva de la gente del campo”, así como “el amor a unos costumbres y tradiciones que pasaban de padres a hijos” queden “con una representación puramente escénica, sin vida”, ha instado a añadir a esta sensibilidad “una actitud ecológica integral y la preocupación por el cambio climático”.
Asimismo, el obispo de Mallorca se ha referido a éste como un pueblo que “también, desde siempre, ama, valora y promueve la propiallengua”. “La Iglesia siempre ha velado porque fuera así”, ha destacado, haciendo hincapié en que “la lengua es más que palabras transportables de un traductor” y, por este motivo, Sebastià Taltavull ha valorado que aunque “a veces nos llega el rechazo” es edificante que entre personas procedentes de otros países “haya quien diga que nos entienden y valoran nuestra forma de expresarse”.
Pues, ha continuado, “una vez más lo tenemos que decir. Un pueblo sin cultura propia, un pueblo que renuncia a aquello que lo identifica, está destinado a deshacerse, no tiene futuro”.
“Por eso”, ha concluido, tenemos que trabajar para encontrar el punto de equilibrio –respetando siempre los propios derechos– que dará armonía a nuestras relaciones humanas, integrando aquello que más nos identifica para transmitirlo como valor asumible y enriquecedor incluso por quien es diferente”.
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