PALMA, 11 (EUROPA PRESS)
El uso de test de autodiagnóstico disponibles en farmacias se ha incrementado en los últimos años, especialmente a raíz de la pandemia de coronavirus y, aunque pueden ser de ayuda para frenar transmisiones, descongestionar los centros de salud y mejorar el autocuidado, también pueden derivar en situaciones de riesgo por un uso incorrecto o un manejo inadecuado.
El abanico de pruebas de autodiagnóstico que se dispensan en las farmacias es amplísimo ya que se comercializan, con o sin receta, alrededor de medio millar de referencias que van desde los de embarazo, de infección por VIH, los que miden los índices de glucemia, las heces en sangre, los niveles de ovulación o los relacionados con virus respiratorios como la covid o la gripe, cuyo uso es el que más se ha generalizado, especialmente en invierno.
En este contexto, los farmacéuticos señalan que la tendencia de su uso va en aumento, en línea con una población cada vez más concienciada e implicada en su salud y la de su entorno, aunque insisten en la importancia de seguir escrupulosamente las instrucciones, adquirirlos siempre en farmacia y contar con el acompañamiento de los profesionales de las oficinas de farmacia.
La farmacéutica del Centro de Información del Medicamento, Francesca Santandreu, resalta en este sentido la importancia del uso adecuado para garantizar una buena detección o un correcto diagnóstico y constata la generalización del uso, especialmente en lo que se refiere a los virus respiratorios.
“En invierno se utilizan más y la gente está cada vez más concienciada de la capacidad de diagnóstico y de la necesidad de lograr una detección precoz que evite riesgos de transmisión entre familiares y entornos cercanos”, añade.
En relación al empleo inadecuado y los casos en los que pueden generar más confusión que certezas, la experta pone como ejemplo los test de VIH, que si se utilizan inmediatamente después de un contacto sexual de riesgo, pueden arrojar un resultado poco clarificador. “No tiene sentido porque estas pruebas tienen un periodo de venta de hasta tres meses, momento en el que es más fiable. Un negativo al día siguiente de la práctica de riesgo no aporta seguridad”, explica.
CUIDADO CON LAS FALSIFICACIONES
Santandreu apunta así a la necesidad de contar siempre con el acompañamiento y el consejo del profesional de la oficina de farmacia y, llegado el caso, del médico, y huir encarecidamente de la adquisición del producto a través de Internet.
“Existen falsificaciones. Internet no es un canal seguro porque no sabemos quién está detrás ni qué garantías de fabricación tiene. Puede no haber habido verificación por parte de los organismos encargados ni seguridad de que se han seguido los estándares de calidad prescritos”, argumenta.
El profesional apotecario, de este modo, además de ofrecer los consejos en primera persona respecto al correcto empleo de los test de autodiagnóstico, ofrece garantías de trazabilidad del producto. Es decir, si se retira un lote por, por ejemplo, la detección de un error, el profesional habrá recibido la comunicación y no lo dispensará.
Recuerda en este sentido que en los etiquetados debe constar el marcado CE que garantiza la fabricación siguiendo las prescripciones de la Unión Europea, así como los prospectos en lenguas oficiales de la UE. El farmacéutico, además, puede ayudar al usuario a interpretar los resultados o, incluso, informar de la conveniencia o no de realizarse una determinada prueba.
Francesca Santandreu insiste en todo caso en contar, especialmente cuando los test arrojan resultados positivos, con la opinión de los facultativos y evitar, por ejemplo, la automedicación.
NO TODOS SON IGUALES
Entre el medio millar de referencias que se comercializan, según explica Santandreu, existen algunas diferencias. Los autotest se dividen, principalmente, entre los que se venden sin receta y los que necesitan la prescripción.
Los que se dispensan con receta incluyen son pruebas a las que se recurre de manera puntual, ya que existen alternativas de laboratorio y análisis clínicos, y normalmente a instancias del médico y como complemento a otras pruebas. En este tipo se sitúan, por ejemplo, los de infección urinaria, determinación de anticuerpos en celiaquía o sangre oculta en heces.
Por su parte, los que no requieren receta médica y que Santandreu prefiere situar en el ámbito de la detección, ya que el diagnóstico le corresponde al médico. En este grupo se encuentran test algunos más conocidos como los de gripe y covid, los de embarazo, que cada vez son más fiables, los que miden los niveles de ovulación o los del VIH.
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