MADRID, 31 (SERVIMEDIA)
El director del Instituto Cervantes cree que a los partidos de izquierda les “conviene mucho” que exista Vox, un partido al que considera que hay que “cuidar” para que éstos puedan seguir gobernando.
Lo hizo en una entrevista a Servimedia en la que expuso que “todo tiene sus ventajas e inconvenientes, y se mezcla el egoísmo de los matices con la libertad”.
En ese sentido, subrayó que “a los que somos de izquierdas nos conviene mucho que exista Vox; tenemos que cuidar a Vox”. A su juicio, “buena parte del resultado” de las elecciones generales del pasado 23 de julio se debió a que “hay muchas familias que tienen un hijo homosexual que no les gusta que se digan barbaridades contra los homosexuales; hay muchas mujeres que no comprenden que se pueda justificar la violencia sexual; hay mucha gente que no entiende que un ayuntamiento pueda censurar a Lope de Vega o que volvamos a censurar a Federico García Lorca o a Rafael Alberti”.
Apuntó que “aunque la política está muy complicada, hay mucha gente de centro que comprende que no se puede votar a un partido (por el PP) que va a pactar con unos señores que están contra la mujer, contra los homosexuales, contra la libertad creativa y en favor de la censura”.
A pesar de que reconoció que “las barbaridades de Vox y que el PP esté con Vox en temas de censura cultural me parece peligrosas porque degradan la democracia, pero egoístamente todos los días cuidaría a Santiago Abascal y a los suyos porque son los que crean la posibilidad de que en España haya un gobierno progresista que no caiga en la deriva neoliberal de la ley del más fuerte”.
LIBERTAD E IGUALDAD
García Montero explicó que “la democracia moderna se basa en palabras como libertad, igualdad y fraternidad, y la fraternidad convertía nuestra mirada a la libertad y a la igualdad como marcos que permitiesen la convivencia de manera respetuosa”.
Apuntó que el pensamiento neoliberal desde la década de 1970 “está redefiniendo la palabra libertad, no como un ámbito de respeto a la conciencia individual a cada persona que convive en una sociedad, sino como la ley del más fuerte”.
A su juicio, “cuando se piensa en economía, parece que se piensa que haga todo el negocio que quiera el que más pueda; cuando se habla de problemas sociales” esa ley del mas fuerte que denuncia “se convierte en el cinismo de decir ‘esto no tiene arreglo, no somos responsables, aquí va a dominar la ley de la selva, el último que cierre la puerta, sálvese quién pueda’, como si la salvación no fuese una empresa colectiva”.
Reseñó que también se está produciendo “la desfiguración de la palabra igualdad”, que, desde su punto de vista, “nace como una toma de conciencia de las diversidades humanas y como el respeto a la convivencia de las diversidades humanas que tienen que entenderse para luchar en libertad por una ilusión colectiva, que es la fraternidad”.
Denunció que “cada vez se utiliza más la igualdad como un fraccionamiento del bien común, de la comunidad, en minorías que están llamadas a enfrentarse las unas con las otras, haciendo imposible la ilusión colectiva”. Esto provoca, continuó el director del Cervantes, que “se confunda la libertad con la ley del más fuerte e igualdad con la homologación”.
COMUNISMO
García Montero expuso que pertenece a una España en la que “la palabra comunista significaba luchar durante muchos años en la clandestinidad para conseguir la democracia” y en ese contexto el PCE fue “un partido fundamental en la conquista de la democracia y en los acuerdos de la Transición”.
Por ello, lamentó que quienes propugnan “la ideología neopopulista de la libertad” utilicen el término ‘comunista’ como insulto. No obstante, reconoció que “se aprovechan de algo que es verdad: que en muchos lugares del mundo el compromiso comunista derivó en dictaduras injustificables”. A pesar de ello, preció que “aquí, en España, no se tuvo inconveniente en denunciar las injusticias del estalinismo cuando el PCE apoyó la democracia”
El director del Cervantes reseñó que “cuando me llama comunista alguien que es de izquierdas, puedo tener una conversación con él para explicar por qué dejé yo de apoyar a algunos proyectos comunistas que habían traicionado la libertad; pero cuando me llama comunista alguien que está trabajando para que ganen mucho dinero los ricos y los pobres sean cada vez más pobres, me río”.
Esto le sirvió para recordar que cuando era joven militó en el PCE, lo que le permitió viajar con Rafael Alberti (1902-1999) a los países del este de Europa. Lo que vio en aquellos lugares le llevó a decir al poeta “Rafael, esto es lo más parecido al franquismo que he visto en mi vida”.
Desde ese momento, apuntó García Montero, “empecé a intentar a ayudar a la configuración de una izquierda que uniera las palabras sociedad y libertad”, ya que “creo en la igualdad social y en la política para buscar la igualdad, pero eso no puede ser el sacrificio de la libertad, como ocurría en los países del este”.
Rememoró su participación en la fundación de IU, partido del que fue militante, y su experiencia ingrata como candidato de esta formación en las elecciones autonómicas de 2015, momento desde el cual “no me siento parte de ninguna organización”.
“No tengo rencor con nadie, siento las disputas internas, defiendo los valores que representa las opciones de izquierda, pero la verdad es que me sentiría muy incómodo volviendo a militar en una opción política concreta”, apostilló.
Por último, García Montero negó que le hayan propuesto ser ministro de Cultura, y se apoyó en su amistad con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y con la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, para trasladar que éstos son plenamente conscientes de que “mi compromiso social pasa por la cultura, por la política institucional de la cultura, pero no por formar parte de un gobierno”.
“Me siento mucho más útil como director del Cervantes o como simple poeta comprometido socialmente y colaborador en la prensa que como ministro de Cultura”, concluyó.
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