MADRID, 20 (SERVIMEDIA)
El Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, puso este martes en valor los aspectos que cree cruciales su institución, pues “todo se sostiene en el acuerdo”, la “convivencia democrática” y el “humanismo”, que destaca “la dimensión de la persona como sujeto de derechos y deberes en su singularidad y diferencia”, y en un clima de “lealtad” para “construir” la sociedad “subrayando aquello lo que nos es común”.
Así lo aseguró durante el acto de conmemoración del 40 aniversario del Defensor del Pueblo, que se celebró en el Congreso y que fue presidido por la presidenta de la Cámara Baja, Meritxell Batet, en el Salón de Pasos Perdidos. El acto conmemoró en concreto la aprobación de la Ley Orgánica 3/1981 que regula y desarrolla la figura del Defensor.
Para Gabilondo, “las instituciones competentes y justas son la mayor garantía de la convivencia democrática y el compromiso, la ejemplaridad y el trabajo de quienes estamos en ellas son la clave del respeto a la dignidad de los ciudadanos. Debilitarlas o desconsiderarlas es una afrenta directa a la ciudadanía”, remarcó, tras el debate político suscitado a raíz de la decisión del Tribunal Constitucional para paralizar su renovación.
Durante su discurso, Gabilondo insistió en que su tarea fundamental es “propiciar las mejores condiciones para la convivencia”. “Ello exige establecer la justicia, la libertad y la seguridad, que han de ir intrínsecamente unidas a fin de promover el bien común, lo que supone concretarlo en la igualdad y la solidaridad, conforme a un orden económico y social justo. Clave de la verdadera unidad”.
“En una sociedad abierta y democrática con un sistema institucional de pesos y contrapesos, poderes y contrapoderes, el Defensor del Pueblo se configura como un órgano de ‘relevancia constitucional’ que se apega a las preocupaciones de la ciudadanía mediante sus quejas, aunque no exclusivamente, también a sus necesidades, a las que proactivamente puede de oficio salir a su encuentro. Y que, como señala la Ley, ha de desempeñar siempre sus funciones con autonomía y según su criterio”, aseveró.
Durante su discurso, Gabilondo recordó que desde la instauración del Defensor del Pueblo hasta el día 15 de este mes de diciembre, la institución ha recibido cerca de un millón de quejas de los ciudadanos, 883.081 de ellas por escrito. A esta cifra hay que añadir los expedientes de oficio que el defensor abre por iniciativa propia: en estos 40 años, 7.598.
ESTABILIDAD INSTITUCIONAL
En la breve presentación que protagonizó, Batet destacó la “relevancia institucional” del acto y “la importancia de la estabilidad y continuidad de las instituciones sobre las que se vertebra la vida política” y subrayó los logros del Defensor en afianzar los derechos de los ciudadanos.
Tras el discurso de Gabilondo, la presidenta volvió a intervenir para remarcar el papel del Defensor que, “desde el primer momento, las expectativas no fueron defraudadas”, y se convirtió en una institución “cercana” que ofrece respuestas y es una “auténtica garantía” de los derechos de los ciudadanos y del funcionamiento de otras instituciones. Los ciudadanos sienten que la institución “está de su lado”, aseguró, agradeciendo la actuación de todos los defensores, que han permitido “mejorar la democracia”.
Batet también subrayó la pedagogía en “la lengua de los derechos” que ha protagonizado el Defensor hacia otras instituciones, hasta el punto de que “puede presentar recurso de inconstitucionalidad” si entiende que alguna ley puede “vulnerar derechos”, por lo que el Defensor supone “una garantía de los derechos fundamentales”, dijo, subrayando la necesidad del “respeto entre poderes”.
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