MADRID, 30 (SERVIMEDIA)
El Congreso inició a la once de la mañana de este jueves el debate final sobre la ley de amnistía tras un debate bronco, con gritos e insultos, en el que la presidenta de la Cámara, Francina Armengol, debió llamar al orden en varias ocasiones.
La sesión de esta jornada era consecuencia de que el Senado, donde el PP tiene mayoría absoluta, vetase la amnistía, con lo que la norma fue devuelta al Congreso, donde está previsto que el PSOE y sus socios parlamentarios den el visto bueno definitivo.
A las once de la mañana comenzó la votación a viva voz, que implica que todos los parlamentarios deben expresar de manera individual si respaldan la ley, están en contra o se abstienen.
Esta votación final se inició tras un debate de una hora y media, en el que Armengol debió de llamar al orden en varias ocasiones. Especialmente tenso fue el momento en el que se registraron varios minutos de gritos e insultos a raíz de un cruce de reproches entre el líder de Vox, Santiago Abascal, y el diputado de Sumar Gerardo Pisarello.
“ESTO NO ES POSIBLE”
Así, Abascal, al término de su intervención, aludió a que Pisarello, cuando era concejal del Ayuntamiento de Barcelona, “arrancó la bandera de España”. Añadió que este diputado “odia profundamente a España” y “viene a disimular y a participar en un intento de romper la convivencia en nuestra patria”, en alusión a que este representante político es nacido en Argentina.
Pisarello pidió entonces la palabra y dijo que era “nieto de republicanos andaluces” y que se sentía “orgullosamente latinoamericano”. Añadió que quienes son originarios de otros países no aceptan “ninguna lección de los señoritos que siempre han vivido del cuento”, en alusión al líder de Vox.
Estas palabras provocaron las quejas de los diputados de Vox, cuyo parlamentario José María Figaredo pidió la palabra. La presidenta del Congreso no se la dio y se inició entonces un cruce de reproches entre los diputados del partido de Abascal y los de Sumar.
Esto llevó a Armengol a llamar la atención a los diputados y asegurar que los ciudadanos no se merecían “estos gritos y estos insultos”. “Esto no es posible”, se quejó la presidenta. Quien añadió que “el ser demócrata implica escuchar al diferente”.
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