MADRID, 17 (SERVIMEDIA)
El ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, Pablo Bustinduy, advirtió este viernes de que el “legado” de las “tragedias de la posguerra”, como ese “mínimo marco” para “abordar” desde el derecho internacional la gestión de los conflictos, “no solo está siendo puesto en cuestión abiertamente, sino directamente vaciado y violentado”, razón por la cual urgió a “no ceder un milímetro” en la “defensa” de lo que es “justo”.
Así lo reivindicó durante su intervención en el acto ‘Construir un mundo libre de la amenaza nuclear’, organizado por la Alianza por el Desarme Nuclear en España en el marco de Los Desayunos del Ateneo, que estuvo protagonizado por el copresidente de la organización japonesa Nihon Hidankho de supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y Premio Nobel de la Paz 2024, Shigemitsu Tanaka, y en el que también participó el miembro directivo de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN) y Premio Nobel de la Paz 2017, Carlos Umaña.
En el transcurso de su alocución, Bustinduy confesó que la abolición de las armas nucleares es “una causa” por la que, “personalmente”, siempre se ha “sentido interpelado” y recordó cómo hace ya casi una década empezó a trabajar para conseguir que el “apoyo” por parte de España al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN) “se convirtiera en una realidad”.
“Paso a paso, conseguimos que empezara a figurar en programas electorales, en negociaciones entre grupos parlamentarios, en negociaciones de investiduras, en posiciones unánimes del Congreso de los Diputados”, abundó, al tiempo que lamentó no haber conseguido “que se materializara todavía”, si bien auguró que “es una causa que sucederá, se plasmará ese compromiso antes o después”, algo sobre lo que no alberga “la más mínima duda”.
En paralelo, explicó que tuvo “el inmenso privilegio” de poder asistir en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York a los últimos trabajos para conseguir la entrada en vigor de este tratado y criticó que, “una y otra vez a lo largo de todos estos años” así como en la actualidad, emerge “una especie de sentido común contrario que se expresa en esta crítica de la falta de realismo” de un planteamiento que, según sus detractores, “puede ser sensato, bien intencionado, pero adolece de una falta de realismo”, una “lógica” que, según el titular de Derechos Sociales, “solo ha ido a peor en estos años”.
“Pareciera que lo que sí es realista es resignarse al inexorable avance de una lógica que, porque describe un mundo cada vez más desigual, violento e injusto, lo que receta para estar en ese mundo y para actuar en él es, precisamente, asumir, abrazar las fórmulas de la injusticia, la desigualdad y la violencia”, denunció.
REALIDAD ESPELUZNANTE
En este punto, rememoró cómo, en el transcurso de esas discusiones el abordaje de “esta realidad espeluznante, este diagnóstico inapelable” sobre el “peligro potencial para la humanidad que supone la existencia de las armas nucleares”, se encontraba con “esa especie de actitud que está ideológica, jurídica y políticamente definida también”.
En ese contexto, valoró cómo, la campaña ICAN, con el “trabajo coordinado de decenas de miles de personas”, consiguió “crear Derecho Internacional”. “Frente a esa resignación, redoblar el compromiso”, apostilló, convencido de que eso es algo “particularmente importante” en un mundo en el que, “con todas sus limitaciones y contracciones”, el “legado de las tragedias de la posguerra”, en referencia al nuevo sistema multilateral y a “un mínimo marco” para abordar desde el derecho internacional la gestión de los conflictos, “no solo está siendo puesto en cuestión abiertamente, sino directamente vaciado y violentado”.
“Y pareciera que esa es la dirección que sigue el mundo y a la que hay que adaptarse”, rechazó, convencido de que el testimonio “tan aleccionador y útil” de Tanaka y la “labor impagable” de organizaciones como la Campaña “sirve justo para lo contrario”.
RECONSTRUCCIÓN DE UN ORDEN JUSTO
A su juicio, “sirve justo” para “asumir” que, “precisamente” la “magnitud acrecentada” de los “retos y desafíos” que afronta el planeta, y la “asimetría entre las necesidades que enfrenta la humanidad y sus capacidades de actuación en conjunto”, requiere “más que nunca” que se “articule, vehicule y levante la bandera de la resolución pacífica de lo conflictos, de la reconstrucción de un orden internacional justo y digno de ese nombre”.
A este respecto, consideró que, “precisamente” porque esos “retos y amenazas se multiplican”, es “el momento de pelear con más fuerza que nunca; de no dar un solo paso atrás en la defensa de los valores, principios y realidades esenciales básicas de la humanidad para lograr una vida en paz, con justicia y que merezca la pena ser vivida”.
En la misma línea, alertó sobre la “erosión de esos paradigmas heredados de la posguerra para hacer imposible que volviera a suceder nunca jamás aquello que vivió la generación del señor Tanaka”, al tiempo que reiteró que “todos los avances, consensos y progresos que se lograron hacer durante décadas de luchas, precisamente para evitar que se volviera a producir algo como lo que vivió la humanidad en aquella década, está siendo amenazado hoy en día”.
“Por eso, la defensa de esos principios básicos, de la paz, la libertad, la igualdad, la justicia social, hoy en día son más necesarios que nunca. No existe la fatalidad en la historia; el desenlace no está escrito y dependerá de lo que hagamos cada uno”, resolvió, al tiempo que aseveró que el testimonio de Tanaka es “un llamamiento a continuar la lucha y no ceder nunca un milímetro en la defensa de aquello que es justo y, por tanto, de aquello que debe ser defendido”.
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