SANTIAGO DE COMPOSTELA, 18 (EUROPA PRESS)
La candidata del BNG a la Presidencia de la Xunta, Ana Pontón, ha pulverizado las marcas que tenía el nacionalismo gallego al lograr 25 diputados y más de 457.000 votos (31,54%), unos resultados inéditos, que no obstante, no han sido suficientes para arrebatar la mayoría absoluta en la Cámara gallega pero que no hacen rendir a la candidata: “Hoy no acaba nada”. Pontón logra consolidar al BNG como segunda fuerza política y la “alternativa” de la izquierda tras “coger de las manos” a una organización en el peor momento y llevarlo a su techo electoral, que no consigue romper la hegemonía popular.
“Este país ya cambió”, declaró el viernes noche en el cierre electoral y este mismo domingo, aunque el cambio no se cumplió, pese a que sí lo hizo la predicción del director de campaña del BNG, Rubén Cela, de que la “especialidad” del Bloque es darle vuelta a las encuestas, ya que la expectativas puestas en esta formación eran más bajas.
Tras salvar el grupo en 2016, con seis escaños, cuando las encuestas le daban al BNG entre 0 y 1 diputados y sin posibilidades para la propia Pontón; la líder nacionalista se recorrió el territorio gallego. En 2020, en plena debacle de las mareas tras las municipales de 2019, frente a un BNG que ya empezaba a mostrar síntomas de oxígeno, Pontón logró con su candidatura el récord del BNG en escaños (19).
El techo en votos, lo ostentaba hasta esta noche de febrero el histórico Xosé Manuel Beiras, con los 395.435 votos de 1997 (en el que dio el primer sorpasso al PSOE). Curiosamente, fueron las primeras elecciones autonómicas en las que Pontón pudo votar.
En los últimos cuatro años, Pontón trabajó ya en una alternativa para 2024, un horizonte con el que se puso manos a la obra esa misma noche de julio de 2020 y que le llevó a una firme oposición erigiéndose como alternativa en el Parlamento, primero a Alberto Núñez Feijóo y luego a Alfonso Rueda. Y también en la calle, en la que además de secundar protestas sociales (como las de la sanidad) visitó grandes empresas afincadas en Galicia –desde Inditex a otras como el Grupo Lence– y tuvo ocasión de hacerse fotos de gran simbolismo como con el equipo campeón femenino Pescados Rubén Burela FS.
Incluso, en campaña electoral –“la mejor” de la historia del BNG, según se ha aplaudido internamente e incluso analistas políticos–, se llegó a reunir con la patronal gallega en la propia sede de la Confederación de Empresarios de Galicia, cuyo presidente, Juan Manuel Vieiteis, admitió que la “mayoría” de propuestas del BNG iban “en la orientación” de “amigables”.
Ana Belén Pontón Mondelo –Chorente-Sarria (Lugo), 1977– es Ana en la política y Belén en el entorno familiar, un hogar donde volvió a iniciar (también lo hizo en 2020) esta carrera a las urnas con un encuentro en la cocina de su casa, donde “tanto” aprendió y en el que participaron su padre y su madre. Aurita volvió a pedir a los gallegos que diesen una “oportunidad” a su hija.
Pontón se labró durante estos tres años y medio su figura como la “única alternativa” al PPdeG y como la persona que podía “pilotar” un cambio, que se ha traducido en 25 diputados, los mismos que había obtenido el PSdeG en 2005 cuando alcanzó la Presidencia de la Xunta. Lo hizo desde un hemiciclo que volvió al escenario de 2009 con tres formaciones políticas.
Fue en 2012 cuando parte del nacionalismo se alió con Izquierda Unida e irrumpió AGE con nueve diputados capitaneados por Xosé Manuel Beiras, lo que hizo que el Parlamento encadenase ocho años con cuatro formaciones políticas hasta julio de 2020.
Y en un territorio en el que, según el CIS, solo se declara con tendencia nacionalista alrededor de un 20%, Pontón logró en julio de 2020 –en sus segundos comicios autonómicos como candidata– no solo situar al BNG en su máximo histórico (hasta el momento) con cerca del 24% de los votos, sino también arrebatar el liderazgo en la izquierda al PSOE en un momento en el que en el Gobierno central lo dirigía (como ahora) Pedro Sánchez en alianza entonces con Unidas Podemos y actualmente con Yolanda Díaz (Sumar).
Entre 2016 y 2020, Pontón pudo reconstituir una organización sangrada por dentro por las escisiones de 2012, cuyas cicatrices quedaron cerradas definitivamente en enero de este 2024, con la firma de un acuerdo con Anova, cuyo portavoz es ahora Martiño Noriega y de la que también es cofundador el propio Beiras.
La líder nacionalista rescató al BNG de ese “precipicio” –como algunas voces nacionalistas lo califican– renovando las caras y situando al frente de las candidaturas a otras mujeres (en su momento muy jóvenes) como lo son Olalla Rodil y Noa Presas, número uno por Lugo y por Ourense, respectivamente. Y también, como ella mismo dijo en ocasiones, sabiendo leer y escuchar a los ciudadanos y aprendiendo de errores.
Y es que Pontón se convirtió en la marca propia del nacionalismo gallego en esta campaña electoral en la que, aunque no se obviaron las siglas, se presentó a las urnas como “una presidenta” que apeló a que “no había una sola forma de sentirse gallego o gallega” y que todas “eran válidas”. Una campaña en la que clamó por “hacer historia” y arengó a “formar parte del cambio” dirigiéndose a toda la ciudadanía de a pie incluso con el popular lema: “El pueblo, unido, jamás será vencido”. “Este país ya cambió”, llegó a decir el último día en su apelación a la épica del momento, que no se pudo cumplir.
CANDIDATA EN 2016
La portavoz nacional y candidata a la Presidencia de la Xunta se presentó por primera vez como cabeza de lista en 2016. Tras rodearse de gente joven que la acompañó desde el primer momento y situar de nuevo como coordinador de campaña a Rubén Cela, compañero de viaje en el BNG desde sus albores políticos, Pontón acudió a las urnas afirmando que lo hacía “más preparada que nunca” y con el compromiso de que toda Galicia sentiría “orgullo” dentro de cuatro años si gobernaba.
Pontón fue la aspirante en 2020 tras ser madre de una niña (ahora de cuatro años) y enarbolando la bandera del feminismo y las medidas de conciliación. Pero su recorrido se remonta a su adolescencia, cuando se afilió a Galiza Nova y su trabajo político comenzó con las primeras horas de universidad en la compostelana Facultad de Ciencias Políticas. Con todo, su primera ‘incursión’, como ella misma narró, la sitúa en un 25 de julio, cuando se ‘escapó’ a unos días de cumplir los 18 años para vivir su primer Día da Patria en Compostela.
Militante de la Unión do Povo Galego (UPG), el partido político que históricamente ha hecho valer sus posicionamientos en el seno del BNG, es una experimentada diputada, desde que en 2001 sustituyese en su escaño a Pilar García Negro. Los suyos aseguran que gracias a su papel en el debate electoral de los medios públicos logró salvar en 2016 el grupo parlamentario del Bloque.
No en vano, los debates han sido una de las mejores bazas que ha jugado en campaña y, aprovechando su posición de primera fuerza en la oposición, retó a Rueda a un cara a cara con ella, un desafío que el candidato no aceptó.
LA RECONCILIACIÓN
Pontón contó además este 2024 no solo con el ‘extra’ del voto joven que los estudios apuntaron que sería un caladero, sino que también recibió el plus de la reconciliación del nacionalismo, con el sello de Xosé Manuel Beiras y Martiño Noriega. El mitin de cierre fue el culmen de ese proceso que incluso se remontó a antes de la asamblea traumática de Amio, con el abrazo entre Beiras y el ex vicepresidente Anxo Quintana.
Antes, en 2020, las listas del BNG incorporaron a Alexandra Fernández, que militó en Anova y que fue diputada de la antigua En Marea, un primer síntoma de la recuperación interna con un cierre de filas en torno a Pontón, cuyo liderazgo no tiene discusión y que no se rinde: “Hoy no acaba nada”.
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