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Las aseguradoras ponen en duda que las secuelas de algunos heridos sean consecuencia del accidente

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Segundo día de protagonismo para las víctimas y sus familiares en el juicio: “Pensé que me moría”, cuentan varios testigos

SANTIAGO DE COMPOSTELA, 15 (EUROPA PRESS)

Las aseguradoras de Renfe y Adif han puesto en duda en esta segunda sesión de la fase de responsabilidad civil del juicio por el accidente del tren Alvia que las secuelas de algunos de los heridos sean consecuencia de los golpes sufridos en el descarrilamiento.

Ha sido el caso de un viajero que perdió la visión tras el siniestro ferroviario y que por ese motivo tuvo que dejar su profesión. “Amaba mi profesión. Tener que cortar con eso ha sido muy traumático, cambiar mi vida totalmente”, ha declarado este testigo.

En el turno de la aseguradora de Renfe, QBE, su abogada le ha preguntado por su nivel de visión antes del accidente. “Era suficiente. Tenía una salud visual delicada. Tenía que cuidarla y corregir mi visión con gafas y he tenido problemas de salud ocular, pero ninguno que me haya hecho dejar mi actividad profesional y necesitar ayuda en mi vida diaria”, ha respondido este hombre.

En este sentido, y ante las cuestiones de la letrada de esta aseguradora, el testigo ha admitido que “veía menos que otras personas pero podía hacer”, según ha remarcado, su vida y su trabajo.

“La misma víspera del accidente yo estaba trabajando. Tenía compromisos antes y después del accidente. Si quiere hacer ver que el accidente no tuvo que ver… no sé entonces cómo ha habido un antes y un después”, ha subrayado el hombre.

En ese momento, de hecho, ha intervenido la jueza para recriminar a la abogada de la aseguradora de Renfe porque “eso se lo tendrá que preguntar al forense”.

A continuación ha intervenido el abogado de Allianz, quien ha incidido en el interrogatorio a esta víctima del accidente, en busca de los informes médicos que dijeran que su estado actual de salud se debe a las lesiones por el siniestro.

“UNA CONFERENCIA SE LA PUEDO DAR AHORA”

En un momento dado, ha apuntado, de hecho, a una conferencia que el testigo dio en 2019, relacionada con la profesión a la que se dedicaba con anterioridad.

“¿Una conferencia? Se la puedo dar ahora también. No es una actividad profesional, es una actividad de sentarme y hablar”, ha respondido el testigo, que “en la actualidad” ve puntos de luz, pero no así lo que tiene delante, y ha remarcado que “el deterioro fue progresivo”.

“CUÁNTO LE PAGA” A SU PAREJA

A mayores, el letrado de la aseguradora de Adif ha cuestionado a este hombre por “cuánto le paga” a la persona que le atiende en su día a día.

“Es mi pareja, que es una persona maravillosa. Quiero decirlo desde aquí”, ha resaltado el testigo, emocionado. “¿No hay pago alguno?”, ha repreguntado el letrado, a lo que el hombre ha contestado que no.

“PENSÉ QUE ME MORÍA”

“Pensé que me moría. Dije, voy a morir aplastado”, advirtió este superviviente de la tragedia durante la descripción de lo vivido en la curva de A Grandeira ante su abogado, que es el que representa a la asociación de perjudicados Apafas.

Según ha explicado, “el viaje pareció normal todo el camino, hasta que se llegó a la curva”. Luego le tuvieron que sacar del interior del convoy: “Estaba sentado en dirección a la marcha y al comenzar la curva sentí que me iba y salí despedido de mi asiento y fui volando al otro extremo del vagón. Me impacté de lado, me rompí dos costillas y caí al suelo boca arriba. Ahí me empezaron a caer… Empecé a sentir impactos de objetos con un ruido infernal”, ha recordado.

Cuando todo pasó, “no podía ver”. “Tenía la cara ensangrentada, no veía nada y no me podía incorporar. Estaba en pánico porque no podía salir de ahí. Solo pensaba ‘que me saquen de aquí. Vino alguien y me sacó de las axilas, arrastrándome”, según ha proseguido.

ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

Algo similar a lo ocurrido con esta víctima ha sucedido en el turno de otra más joven que sufre estrés postraumático desde entonces, puesto que se ha “cronificado”, según ha declarado una de las especialistas que le trata.

La abogada de QBE se ha interesado por las limitaciones que esto le supone para su quehacer diario, tratando de evidenciar que puede llevar una vida “normal”, mientras que el de Allianz ha querido saber si un trastorno que le afecta puede proceder de la existencia de “algún problema en la familia”.

Con anterioridad acababan de comparecer, también como testigos, los padres de esta superviviente. “El primer año lo pasó muy mal. Tenía pesadillas, se caía de la cama. Ahora no se expresa, por mucho que la preguntamos”, afirmó su madre.

“Tuve que pasar por encima de cosas, de asientos, de gente…Fue un bombero el que me ayudó fuera del vagón”, había contado su hija.

“VEINTE AÑOS ENCIMA”

“Veinte años encima” fueron los que “les cayeron” a los padres de otra de las declarantes en el juicio esta sesión, quien ha comparecido para reclamar los daños y perjuicios que le corresponderían a su padre, ya fallecido.

En su nombre, ha traído a colación la dura experiencia que vivió y cómo llamaba la atención sobre “la cantidad de teléfonos móviles que sonaban y que nadie los cogía” de los primeros instantes tras el descarrilamiento.

“Aquello no era un vagón, la gente había desaparecido, no había ni derecha, ni izquierda, ni arriba, ni abajo, ni asientos, ni pasillos… Aquello era un desastre total”, ha resumido otra víctima, que no acudió a ningún profesional pero sí tuvo “alguna charla” a nivel psicológico con un familiar cercano. De este modo, fue “asumiendo” lo sucedido.

Otro hombre ha lamentado la muerte en aquel tren de su madre, con la que estaba “muy unido” el primogénito de sus hijos, mientras un joven que sufrió lesiones ha rememorado cómo intentó levantar un asiento para auxiliar a viajeros “pero pesaba una animalada” y, según ha constatado, “solo quería salir de allí”.

“MUCHA ANSIEDAD”

“Mucha ansiedad” y “mucha angustia” es la que ha asegurado sentir otra de las víctimas que ha declarado este miércoles, casi 10 años después de la tragedia, sobre todo “cuando se acerca la fecha” del aniversario, el 24 de julio de 2013. “Es cuando se me revuelve todo otra vez”, ha subrayado.

Como la gran mayoría de los que han comparecido en estas dos jornadas de la parte que dirime la responsabilidad civil en el juicio, esta mujer ha señalado que escogió viajar en tren porque le parecía el medio “más seguro”.

Cuando el Alvia descarriló “todo” se volvió “oscuro” y “empezaron a caer bultos”, según ha narrado. “No podía esquivarlos, porque no veía nada y luego todo lo demás (…) Quedé aprisionada y estuve bastante tiempo hasta poder salir. Pensaba que me iba a morir, sinceramente”, ha confesado.

Pero llegado un momento miró hacia atrás y vio “una lucecita al fondo del vagón”, por lo que intentó salir. “Tardé bastante, se oían gritos, se oía de todo pidiendo auxilio, pero no se veía nada”, ha continuado su relato.

“Hasta que conseguí librarme de las piedras. Llevaba el bolso de mano y no lo pude llevar porque no salía de los amasijos de hierros. Luego fue un espectáculo porque como estaba el tren girado estaba en alto, mi vagón se había separado de otros y yo tenía que saltar hacia la cuneta. Y resulta que allí había bastantes cadáveres cubiertos de polvo”, ha explicado.

El 24 de julio de 2013 murieron 80 personas y 140 resultaron heridas a pocos kilómetros de la estación de Santiago. En la acción penal, la jueza tendrá que determinar si los acusados, el maquinista y el ex jefe de seguridad de Adif, son responsables de otros tantos delitos de homicidio y lesiones por imprudencia profesional grave.


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