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La acusada del crimen de Muimenta dice que no contó a los médicos que “oía voces” porque “tenía miedo a perder” la niña

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La madre reitera en la repetición del juicio que no recuerda nada de lo sucedido en la noche en la que murió Desiré

SANTIAGO DE COMPOSTELA, 27 (EUROPA PRESS)

Ana Sandamil, acusada de matar a su hija Desirée Leal en Muimenta –Cospeito (Lugo) el 3 de mayo de 2019, ha vuelto a defender ante el jurado popular que no recuerda “nada” de lo sucedido durante la noche y la madrugada de los hechos y que “jamás” haría daño a la pequeña, a quien “tenía miedo a perder” por el trastorno que, dice, padecía desde meses antes y que le hacía “oír voces” y sentirse “perseguida”.

La declaración de la acusada ha abierto en la mañana de este lunes la repetición de la vista judicial por el crimen de Desirée Leal, que debe volver a celebrarse después de la anulación del juicio celebrado hace un año al ser estimado el recurso de la defensa porque el TSXG entendió que el veredicto del jurado popular no estaba lo suficientemente motivado sobre el grado de imputabilidad de la procesada, que fue condenada a prisión permanente revisable por un delito de asesinato.

El estado mental durante la noche de los hechos de Ana Sandamil, para la que Fiscalía, acusación particular y acusación popular solicitan prisión permanente revisable, está de nuevo en el foco en la repetición de este juicio en el que, como ha reiterado a las partes y al jurado el presidente del tribunal, no puede ser tenido en cuenta nada de lo registrado en la vista de hace un año.

El testimonio de Sandamil ha transitado en la misma línea que en el primer juicio. Asegura no recordar nada de lo que ocurrió desde la noche del 2 de mayo a la mañana del día 3, cuando dice que descubrió a su hija muerta, tirada sobre el suelo de la habitación donde había dormido con ella.

La acusada ha vuelto a afirmar que su estado psicológico estaba alterado desde hacía meses, coicindiendo con su asistencia a un curso de formación para desempleados. Dice que “oía voces” en su cabeza, que escuchaba que el navegador del coche le “hablaba” y que se sentía “perseguida” por sus compañeros de curso, de los que pensaba que “le echaban veneno” en el café. Incluso, continuó, llegó a creer que alguien estaba “envenando” el agua y que, por eso, empezó a consumir agua embotellada.

Sin embargo, Ana Sandamil no relató que le sucedía esto a los facultativos a los que acudió meses antes del crimen porque, según la acusada, “tenía miedo a perder” la custodia de la niña en favor del padre de la pequeña, José Manuel Leal, de quien se había separado años atrás.

En cuanto al hallazgo en el lugar de unos hechos de una botella con un potente fármaco disuelto, ha asegurado que la había preparado para tomarlo ella y suicidarse, algo que no llegó a hacer porque la interrumpió su hija.

“No me acuerdo de haber hecho nada a mi hija conscientemente. No le haría nada. Era lo que más quería, cómo iba a hacerle daño”, ha declarado Sandamil.

(HABRÁ AMPLIACIÓN)


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