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Las vascas siguen patrones más sostenibles de movilidad o alimentación pero sufren más la pobreza energética

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Un informe de Ihobe y Emakunde sobre cambio climático y género constata su infrarrepresentación en órganos de decisión sobre clima y energía

BILBAO, 3 (EUROPA PRESS)

Un informe elaborado por Ihobe y Emakunde sobre cambio climático y género constata que, pese a que las mujeres vascas siguen patrones más sostenibles de movilidad o alimentación, y muestran mayor preocupación y compromiso por estilos de vida sostenibles, sufren más la pobreza energética y, en conjunto, están infrarrepresentadas en los órganos de decisión sobre clima y energía.

Estas son algunas de las conclusiones del primer informe sobre cambio climático y género realizado en Euskadi que, bajo el título “El cambio climático en Euskadi desde la perspectiva de género” ha sido elaborado por la Sociedad Pública de Gestión Ambiental del Gobierno Vasco (Ihobe) y el Instituto Vasco de la Mujer-Emakunde, donde se analizan las causas, los efectos, el liderazgo y la participación en la acción climática desde la perspectiva de género.

El documento, dado a conocer este viernes en Bilbao por la viceconsejera de Sostenibilidad Ambiental, Amaia Barredo, y la directora de Emakunde, Miren Elgarresta, pone el foco en analizar “quién contribuye en mayor medida al cambio climático, sobre quién recaen sus impactos negativos y qué papel adoptan mujeres y hombres ante este proceso” ha explicado Barredo.

El estudio constata en primer lugar que “hombres y mujeres contribuyen de manera desigual al cambio climático, condicionados por las normas sociales y roles de género”, conceptos que implican diferencias en los patrones que unas y otros replican en sus hábitos de vida, de consumo e, incluso, en su forma de ver y relacionarse con el planeta y sus recursos.

El sector de la movilidad y el transporte es el que mayor peso tiene en las emisiones de efecto invernadero de Euskadi, donde el 60% de las emisiones totales de este sector corresponde al transporte de personas. En este sentido, el informe sostiene que, en la actualidad, las mujeres contribuyen a una disminución de las emisiones a través de patrones de movilidad más sostenibles, basados en trayectos a pie o en transporte público.

Además, las mujeres en Euskadi siguen patrones más sostenibles en cuanto a movilidad y alimentación. Pero, condicionadas en gran medida por el rol que desempeñan en torno a cuidados o las tareas del hogar, realizan trayectos más cortos y lo hacen a pie o en transporte público, mientras que los hombres priorizan, en mayor medida, el uso del vehículo privado. Igualmente, una mayoría de mujeres basan su dieta en alimentos de origen vegetal frente a los de origen animal.

El estudio alerta de que las mujeres sufren mayoritariamente la pobreza energética, lo que las coloca en situación de mayor vulnerabilidad ante el cambio climático y sus consecuencias más directas. Ello es debido, fundamentalmente, a “las desigualdades estructurales” en la distribución de la renta lo que, según el informe, “limita su capacidad para invertir en recursos más sostenibles como energías renovables o eficiencia energética”.

Tal y como se recoge en el estudio, “hacer frente a la pobreza energética requiere de un enfoque de género y de soluciones integrales que aborden la problemática social y, al mismo tiempo, faciliten a las mujeres el acceso a soluciones energéticas modernas, fiables y asequibles” ha detallado Miren Elgarresta.

HÁBITOS Y GESTIÓN DE RESIDUOS

En cuanto a los hábitos de consumo y la gestión de residuos, en general, hombres y mujeres mantienen tendencias similares. Sin embargo, en lo que respecta al consumo de alimentos, se puede decir que los patrones de alimentación de las mujeres son más sostenibles, al estar basados en un mayor consumo de fruta y verdura y un menor consumo de productos cárnicos.

Respecto a la relación entre fenómenos climáticos extremos y salud, si bien no existen datos concluyentes de ámbito autonómico, “estudios internacionales apuntan a que las mujeres son más vulnerables que los hombres ante eventos de temperaturas extremas” puede leerse en el informe.

El hecho de que las mujeres asuman mayoritariamente tareas del hogar y el cuidado de personas dependientes hace que pasen más tiempo en el hogar que los hombres. En este contexto, las mujeres que se encuentran en situaciones de pobreza y cuyas viviendas tienen aislamientos de mala calidad son más vulnerables, por tanto, a los efectos de las altas temperaturas.

Otro de los aspectos que aborda el informe es la participación igualitaria en la toma de decisiones como factor clave a la hora de abordar el cambio climático. Algunos estudios consultados ponen de manifiesto que las mujeres muestran mayor preocupación y disposición a adoptar acciones de cambio de hábitos y un mayor compromiso y disponibilidad ante estilos de vida más sostenibles.

También se señala que las mujeres actuarían de forma diferente a los hombres ante la toma de decisiones asociadas al cambio climático en puestos de dirección; sin embargo, la realidad hoy día es que “las mujeres están infrarrepresentadas en los órganos de toma de decisiones sobre el cambio climático, tanto en la administración como en los diferentes niveles de gobierno y, por tanto, son minoría entre quienes marcan el rumbo de la acción climática y energética a nivel mundial” ha criticado Elgarresta.

CUATRO RETOS

El cambio climático en Euskadi desde la perspectiva de género pretende servir como punto de partida a la hora de integrar de manera efectiva la transversalidad de la dimensión de género en las políticas de transición energética y cambio climático. Sus resultados pueden sercrucialesa la hora de facilitar la integración de la perspectiva de género en la Hoja de Ruta de Transición Energética y Cambio Climático de Euskadi 2050, actualmente en proceso de desarrollo.

El estudio plantea cuatro grandes retos, desplegados en una veintena de acciones clave, para asegurar la perspectiva de género en la acción climática y la transición energética en el territorio. Los retos se concretan,en primer lugar, en incorporar el enfoque de género y la visión ecofeminista en los espacios de reflexión y decisión sobre cambio climático y transición energética.

En segundo lugar, se pone el foco en la necesidad de apostar por modelos sociales y económicos más sostenibles que pongan a las personas en el centro antes que los intereses económicos. El tercer reto busca dar respuesta a la necesidad de introducir la perspectiva de género en las medidas de adaptación al cambio climático.

El cuarto y último reto busca enfatizar la necesidad de que, tanto el clima y la transición energética, como el género y su combinación, “permeen en la administración de forma transversal”, debido a su importancia e incidencia en la mayoría de los ámbitos socio económicos, ha explicado la directora de Emakunde.

El informe describe también los efectos beneficiosos que podrían tener algunas medidas concretas. Así, las comunidades locales de energía pueden ayudar a mitigar la pobreza energética. Sin embargo, a la hora de su implantación, resulta primordial incorporar a las mujeres en estos proyectos desde la fase de diseño y garantizar su acceso a los espacios de toma de decisión de estas comunidades para garantizar que se visibilicen sus intereses y necesidades específicas e incorporar soluciones.

El reparto de tareas y la corresponsabilidad, especialmente en los cuidados, puede ayudar al cambio en los patrones de movilidad y, de esta forma, ayudar a reducir el impacto en las emisiones. Apostar por modelos urbanísticos compactos que tengan en cuenta el enfoque de género y pongan la vida y a las personas en el centro también pueden contribuir a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.


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