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Únicamente el 16% de los hogares que no pueden calentar su casa tiene acceso al bono social, según Save the Children

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MADRID, 02 (SERVIMEDIA)

El 16% de los hogares españoles en los que se pasa frío en invierno y no pueden pagar las facturas de la luz y el gas cuenta con el apoyo de bono social, en un contexto en el que 4,5 millones de personas abonan sus facturas con retraso por dificultades económicas y más de 6,7 millones no pueden mantener su casa a una temperatura adecuada.

Así consta en el estudio ‘Pobreza energética en familias con hijos e hijas a cargo en España’ elaborado por Save the Children, cuyas conclusiones se publicaron este jueves. El texto pone de manifiesto que el 13,1% de los menores españoles viven en hogares que no pueden calentar su casa.

La organización denunció que la falta de cobertura del bono social “sigue siendo alarmante y reclama medidas efectivas al respecto”. También señaló que las familias con hijos a cargo afrontan más situaciones de endeudamiento, ya que priorizan su bienestar, mientras que las familias numerosas “tienen un riesgo mayor de verse en una situación de pobreza energética escondida, es decir, que infrautilicen la energía”.

En ese sentido, un 17% de las familias españolas tienen un gasto desproporcionado en energía y más de un 10% consumen menos energía de la que deberían por miedo a no poder pagarla.

Ante esta situación, la responsable de Políticas de Infancia de Save the Children, Carmela del Moral, subrayó que “no para de crecer el número de familias que no ponen la calefacción en invierno por no poder pagar la factura o que la ponen menos de lo que deberían para evitar pagar facturas que no pueden asumir”.

Es el caso de Sanae, quien vive en Barcelona con su hermano y su hija de 9 años, y confiesa que “el fin de semana, cuando utilizo el horno, dejo las puertas abiertas para que se caliente un poco la casa”, ya que no tiene calefacción, pero sí una factura de luz pendiente porque no puede afrontar su pago.

Save the Children atestiguó que el impacto de la pobreza energética en la infancia y la adolescencia es “desproporcionado”, especialmente en los primeros años de vida, ya que los menores pasan más tiempo en casa que los adultos.

Carmela del Moral manifestó que “más allá del efecto dañino en la salud física, con consecuencias asociadas a problemas respiratorios y al aumento de visitas al hospital, la pobreza energética afecta también a la salud mental de la infancia y la adolescencia”.

La organización también comentó que distintas investigaciones han concluido que la pobreza energética puede estar asociada al absentismo escolar y a un peor rendimiento en el colegio junto con situaciones de acoso, estigma y aislamiento.

Otro efecto de la precariedad energética es, por ejemplo, la falta de seguridad en algunas viviendas para tratar de mantener la casa caliente, que puede provocar incendios y otros accidentes que pueden poner en riesgo la vida de toda la familia debido a conexiones irregulares a la red de suministro o bien por el uso de métodos alternativos para calentarse o iluminarse, como velas y braseros.

Save the Children planteó una serie de medidas para revertir esta situación, como convertir en permanentes las ayudas temporales de emergencia, reformar el bono social para que éste se otorgue automáticamente a las familias que se encuentran bajo el umbral de la pobreza, independientemente del tipo de compañía con la que hayan contratado el bono social, que en el umbral de acceso para las familias con hijos a cargo se tenga en cuenta el coste de vida en cada territorio y crear espacios en los que se tramiten todas las cuestiones informativas y de prestación relacionadas con la provisión de energía.

Del mismo modo, conminó a apostar por la rehabilitación de edificios con un criterio de equidad y accesibilidad y una perspectiva de infancia.


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