MADRID, 25 (SERVIMEDIA)
La pamplonesa Laura Jiménez, con una discapacidad auditiva severa que le obliga a llevar un implante coclear y un audífono, ha superado con éxito el duro examen a Psicólogo Interno Residente (PIR) y se ha hecho con una de las 247 plazas públicas, de las cuales 17 se ofrecían dentro del cupo de discapacidad, convocadas por el Ministerio de Sanidad y a las que aspiraban 3.844 personas de toda España.
Lo que comenzó siendo un sueño ha acabado en realidad, no exenta de sacrificios. “No os lo voy a negar, no ha sido bonito”, reconoce Laura en una entrevista a Servimedia. “Es un proceso duro y aquí no le regalan nada a nadie. Hay mucha incertidumbre, miedos y dudas”.
Es consciente de que “es un logro” sacarse una oposición con 23 años nada más haber terminado la carrera. Pero si hay algo que esta graduada ha aprendido, y no precisamente en la facultad, es que “si tienes un sueño ve a por él”. Laura insiste en que “la discapacidad no debe ser un impedimento o un límite”.
APRENDIZAJE CONSTANTE
Esta brillante universitaria nació ‘normoyente’ pero a los tres años sus padres se dieron cuenta de que algo pasaba. “Cuando me llamaban o me hablaban no les respondía”, relata. Entonces descubrieron que tenía una capacidad auditiva del 30% en el oído izquierdo y le pusieron un audífono.
“Un año y medio después, perdí la audición del oído derecho y finalmente, cuando tenía 11 años, decidieron colocarme un implante coclear en el oído derecho que es el que más perdida tenía”, explica. “Tras la operación”, recuerda la graduada, “estuve acudiendo un mes a la Clínica Universitaria de Navarra, donde me hicieron la intervención para aprender a utilizar el implante”.
Laura está acostumbrada desde niña al aprendizaje continuo y admite que “el proceso de adaptación fue largo, duro y tedioso”. “Cuando tienes un implante coclear tu cerebro tiene que aprender a procesar y comprender la información auditiva de una manera diferente. Literalmente tienes que aprender a oír”.
Es como si esta joven estuviera permanentemente examinándose en la vida. “Al principio escuchaba un ruido distorsionado, como cuando cambias la emisora de la radio”. Durante tres años estuvo practicando en casa para discernir los diferentes sonidos; después las palabras; las sílabas… etc.
Cuando Laura perdió la audición ya sabía hablar y eso le dio una enorme ventaja. “Ahora con un implante y un audífono puedo escuchar sin problemas”, asevera. Aunque presenta algunas limitaciones. “Tengo hipoacusia neurosensorial bilateral profunda y con frecuencia no suelo entender bien algunas palabras o me pierdo parte de la información”. De hecho, en la escuela tenía que insistir en que le pusieran en las primeras filas. “Recuerdo estar siempre detrás de mis compañeros y profesores porque no había nadie que se asegurase de que me había enterado de las cosas”.
Cuando empezó en la universidad las cosas fueron más sencillas. “Todos los profesores se ponían un micrófono y sólo a veces para ver algún vídeo en clase tenía que pedirles que pusieran subtítulos”, relata. Precisamente, la Unidad de Atención a Personas con Discapacidad (UAPD) de la Universidad de Navarra ofrece un servicio de apoyo al alumnado con discapacidad, “unos 70 de media anuales”, según apunta su responsable, Carolina Baiges, en una entrevista Servimedia.
Este servicio forma parte de la Red de Servicios de Apoyo a Personas con Discapacidad en la Universidad, (Red Sapdu) junto a otras 66 universidades españolas. Su objetivo es hacer que la experiencia universitaria de estos alumnos con discapacidad sea lo más positiva posible “atendiendo las necesidades específicas de cada caso como esas pequeñas adaptaciones o elementos de puedan necesitar y que solicitemos a la Fundación ONCE y recibimos sin ningún tipo de problema”, explica Baiges.
CAMPUS INCLUSIVOS Y SIN LÍMITES
También desde esta unidad se gestiona el programa ‘Campus Inclusivos, Campus sin límites’. Se trata de una iniciativa impulsada por la Fundación ONCE, Fundación Repsol y el Ministerio de Educación y Formación Profesional, en el marco del Programa de Fortalecimiento del Programa Campus de Excelencia Internacional.
Esta actividad anima a alumnos con discapacidad que hayan terminado 4º de la ESO o estén realizando estudios de Bachillerato o Formación Profesional de Grado Medio, a continuar su formación hacia la universidad. De hecho, es lo que hizo Laura cuando tenía 16 años. Se inscribió en uno de estos campamentos y reconoce que “aquella experiencia hizo un ‘clic’ en su cabeza”. “Recuerdo que venían personas con discapacidad a darnos charlas motivacionales”.
En un momento en el que dudaba si enfrentarse al reto de ir o no a la universidad, “sumergirse en aquel ambiente resultó muy inspirador y caló en mí el mensaje de que tener una discapacidad no tenía por qué limitarme y de que podía llegar muy lejos”.
Algo que ha demostrado con sus excelentes calificaciones al obtener una de las plazas reservadas para personas con discapacidad en la última convocatoria del Ministerio de Sanidad. La residencia PIR tiene una duración de cuatro años. Al finalizar este período, Laura ostentará el título de Psicóloga Clínica Especialista y podrá trabajar en alguno de los hospitales o centros de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud.
La pequeña Laura, que creció pensando que “molestaba por no poder escuchar igual que el resto”, pasará al otro lado del espejo. Entonces será ella quien escuche a los demás para prestarles ayuda terapéutica.
Y en una fecha tan señalada como la de hoy, el Día Mundial del Implante Coclear, esta pamplonesa con discapacidad auditiva quiere aprovechar para mostrar su satisfacción porque cada vez “se le dé más voz a la discapacidad”. “Somos una minoría y aunque seamos pocos, existimos”, sentencia con contundencia.
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