MADRID, 25 (EUROPA PRESS)
Los padres tienen más probabilidades de sentirse deprimidos cuando sus hijos son pequeños si sus relaciones de coparentalidad son deficientes en los meses posteriores al nacimiento, según un estudio realizado por investigadores del Karolinska Institutet de Suecia.
La coparentalidad o ser copadres se da cuando dos personas (o en ocasiones más de dos) entre las que no existe ninguna relación sentimental deciden tener un hijo y criarlo en común. Una relación de coparentalidad difiere de una relación íntima en que se centra más en la colaboración entre los padres en torno al niño.
“Tenemos mucho que ganar como sociedad si apoyamos más las relaciones de coparentalidad durante las primeras etapas de la paternidad. Una forma de hacerlo es examinar a los padres para conocer su estado de coparentalidad durante la infancia y la niñez y ofrecer intervenciones dirigidas a mejorar la colaboración y la comunicación en torno al niño si es necesario”, ha comentado Michael Wells, profesor asociado del Departamento de Salud de la Mujer y el Niño del Instituto Karolinska, uno de los líderes del estudio, que se ha publicado en la revista científica ‘Journal of Affective Disorders’.
Alrededor del 9-10 por ciento de los padres sufren depresión posparto, un porcentaje elevado en comparación con la población general. Los niños que crecen con padres deprimidos también corren un mayor riesgo de sufrir problemas mentales, emocionales y de conducta en su juventud, según investigaciones anteriores.
Al identificar los factores modificables que reducen el riesgo de depresión en los padres, los investigadores esperan desarrollar intervenciones que puedan prevenir las enfermedades mentales tanto en los padres como en los hijos.
En el estudio, 429 padres de bebés de hasta dos años de Suecia fueron reclutados a través de Facebook. Se pidió a los participantes que rellenaran cuestionarios en los que clasificaban los síntomas de depresión y la naturaleza de sus relaciones de coparentalidad. Los datos se recogieron en tres momentos, cuando los niños tenían de media 8, 13 y 26 meses. Alrededor del 20 por ciento de los padres declararon síntomas de depresión en algún momento del estudio.
Según los resultados, dos tercios de los padres con relaciones de coparentalidad excepcionalmente pobres durante el primer año tras el nacimiento son propensos a tener síntomas de depresión cuando sus hijos empiezan a caminar.
Por el contrario, los padres con puntuaciones más altas en coparentalidad tienen más probabilidades de presentar menos síntomas de depresión. Los investigadores también hallaron asociaciones entre la depresión en etapas tempranas y peores relaciones de coparentalidad más adelante.
“Encontramos asociaciones bidireccionales entre la depresión y la mala crianza, lo que significa que estos dos factores parecen influirse mutuamente en ambas direcciones. Sin embargo, el factor predictivo más fuerte para el desarrollo de la depresión fue una mala relación de crianza en las primeras etapas de la infancia, en comparación con la situación inversa”, ha comentado Wells.
En Suecia, actualmente se examina a los padres para detectar síntomas de depresión entre tres y cinco meses después del nacimiento, mientras que a las madres se las examina cuando el bebé tiene entre seis y ocho semanas. Según los investigadores, una estrategia eficaz de prevención de la depresión podría ser complementarla con exámenes adicionales y apoyo a la relación de coparentalidad.
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