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Una joven con gran discapacidad peregrina a Lisboa para participar en la JMJ con el Papa Francisco

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MADRID, 31 (SERVIMEDIA)

Martina Arizu Bracht ha preparado su mochila para ir a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Lisboa. Es una de los 8.000 jóvenes madrileños (40.000 españoles) que formarán parte de la marea española en Lisboa. Otra ‘mochila’ la acompaña siempre, su discapacidad, que además de momentos de “cruz”, recalca, la ayuda a crecer como persona.

Martina es una más de los cientos de miles de jóvenes católicos de todo el mundo que invadirán Lisboa con su calor y su fe. “Yo ya tengo todo en la mano, porque tengo ganas”, les dijo hace unas semanas el Papa en un vídeo en el que enseñaba la mochila oficial de la JMJ que ha convocado a principios de agosto en la capital portuguesa.

“Algunos piensan que por la enfermedad no puedo”, explicó Francisco, pero justificó su presencia en la capital del fado porque el médico le confirmó que sí “puede ir” y que quiere “estar con los jóvenes”.

Además de las ganas y la mochila oficial de Lisboa, la joven española comparte con Francisco nacionalidad (también la tiene argentina, por ser hija de compatriotas de Bergoglio) y problemas de movilidad. Cada vez es más habitual ver al Papa en silla de ruedas, debido a su lesión de la rodilla derecha, y su torpeza física también tiene las marcas propias de la edad (86 años) y la lógica recuperación postoperatoria de una reciente intervención abdominal.

Martina no es usuaria de silla de ruedas y cuenta más de medio siglo menos en edad que Francisco, pero también tiene dificultades de movilidad debido a la parálisis cerebral con la que convive desde el nacimiento.

VER AL PAPA

“Tengo ganas de ver al Papa. Espero que sea una experiencia que me ayude a crecer en la fe. Poder ver que hay más jóvenes como yo que queremos vivir de otra manera siempre anima. He intentado ir a dos JMJ. Había pagado las de Río de Janeiro [en 2013] y Madrid [en 2011], pero no pude ir”, relata a una entrevista a Servimedia esta joven a la que también va dirigido el consejo del Papa de que no hagan caso “de quienes reducen la vida a ideas”.

Martina cuenta los días para ser “una más” en su grupo de medio centenar de jóvenes de Effetá con los que compartirá autobús y vivencias hasta el 6 de agosto. Todos tienen entre 14 y 30 años y serán una tesela del mosaico que desde Madrid coordina la Delegación de Juventud el Arzobispado (Deleju).

Tratará de seguir el ritmo de sus compañeros de JMJ, pero si su discapacidad no se lo permite tiene ideado un “plan B” para poder descansar algo mejor en casa de unos amigos en la capital lisboeta. “Tengo la intención de hacer todo o casi todo lo que hagan los demás”, remarcó.

Pero, como la mochila oficial del encuentro convocado por Francisco, Martina observa en su discapacidad un añadido que le es de utilidad para su peregrinación en la fe. “Si no fuese justamente por mi fe, no sería capaz de ver el crecimiento y lo que me ha aportado la discapacidad. A pesar de muchos momentos una cruz, también ha sido un regalo que me ha hecho crecer como persona”, sentencia con voz susurrante y algo tímida.

CABEZA, CORAZÓN Y MANO

La joven hispano-argentina parece haber hecho una bandera del llamamiento del convocante: “Adelante, coraje y hasta Lisboa”. Pero también trata de aplicar otra petición que les hizo Francisco a los jóvenes en ese vídeo que les dedicó en la antesala de Lisboa: que utilicen el “lenguaje de la cabeza, para pensar lo que sentimos y hacemos”; “el lenguaje del corazón, para sentir lo que pensamos y lo que hacemos”; y “el lenguaje de la mano, para hacer lo que pensamos y sentimos”.

Por eso ella también traslada una petición a quienes se citan en la capital lusa: “A los jóvenes, que no duden, porque la fe como mejor se vive es en comunidad. Hoy en día no es fácil vivir la fe siendo joven. Pero si podemos apoyarnos en nuestros amigos y quienes son iguales que nosotros todo es más fácil”.

“Se nos percibe como una panda de frikis, pero una vez que lo vives, te das cuenta de que somos una gran familia y que solamente somos un grupo de jóvenes normales que descubren en un movimiento una forma de vivir su fe en comunidad y también en el día a día. Somos jóvenes normales que queremos seguir a Cristo”, defiende al ser preguntada por Effetá, un movimiento juvenil que está tomando auge en el ámbito católico y cuyo funcionamiento gira a través de retiros, adoraciones y convivencias.

Un encuentro similar, pero ampliado hasta casi una semana de tiempo y con la presidencia de Francisco, vivirán los jóvenes de la JMJ, con un programa salpicado con misas, catequesis, festivales de la juventud y vía crucis.

PEREGRINACIONES

Su otra familia, la de sangre, también está acostumbrada a vivir la fe. “Desde casa siempre me animan a que haga locuras. Están encantados, les parece un planazo”, agradece esta mujer que también se ha embarcado en otras peregrinaciones, todas marcadas por la figura de la Virgen María. “Me he ido a Međugorje (Bosnia y Herzegovina) y a Tierra Santa. He estado varias veces en Fátima, en Lourdes, en Luján (Buenos Aires) y ante la Virgen de Salta, en el norte de Argentina”, enumera.

Ahora, el país de la Virgen de Fátima vuelve a esperar a Martina. De hecho, la imagen y el lema elegidos para acompañar a miles de jóvenes de todo el mundo hace un guiño a la señora que se apareció un 13 de mayo a tres pastorcitos: un rosario que recorre una imagen de perfil de la Virgen María y el fragmento del evangelio de San Juan “María se levantó y partió apresuradamente”, que invita a seguir los pasos de la Virgen, que salió con premura a ver a su prima Isabel al saber que estaba embarazada.

Martina no podrá correr a gran velocidad, pero en su mochila para Lisboa busca un poco de fe para mover la montaña de la esperanza y, como ese ‘joven’ de 86 años que va en silla de ruedas, las ganas.


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