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Un monasterio resistió casi un siglo a la brutalidad vikinga en Reino Unido

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MADRID, 30 (SERVIMEDIA)

Los monasterios anglosajones fueron más resistentes a los ataques vikingos de lo que se pensaba anteriormente, pues el de Lyminge, en Kent (Reino Unido), soportó repetidos ataques y resistió durante casi un siglo gracias a estrategias defensivas efectivas puestas en marcha por gobernantes eclesiásticos y seculares.

Esa es la conclusión de un estudio realizado por arqueólogos de la Universidad de Reading (Reino Unido) y publicado este lunes en la revista ‘Archaeologia’.

El monasterio de Lyminge estuvo en la primera línea de la hostilidad vikinga de larga duración que terminó con las victorias de Alfredo el Grande, según la excavación llevada a cabo por los autores del estudio.

“La imagen de los despiadados asaltantes vikingos que masacraron a monjes y monjas indefensos se basa en registros escritos, pero un nuevo examen de la evidencia muestra que los monasterios tenían más capacidad de recuperación de lo que cabría esperar”, apunta Gabor Thomas, del Departamento de Arqueología de la Universidad de Reading.

A pesar de estar en una región que soportó la peor parte de las incursiones vikingas a finales del siglo VIII y principios del IX, la evidencia sugiere que la comunidad monástica de Lyminge no solo sobrevivió a estos ataques, sino que se recuperó más de lo que pensaban los historiadores, según Thomas.

ASILO

Durante las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo entre 2007 y 2015, y en 2019, los arqueólogos descubrieron los elementos principales del monasterio, incluida la capilla de piedra en su centro rodeada por una amplia franja de edificios de madera y otras estructuras donde los hermanos monásticos y sus dependientes vivían su vida cotidiana. La datación por radiocarbono de huesos de animales sacrificados indica que esta ocupación persistió durante casi dos siglos tras el establecimiento del monasterio en la segunda mitad del siglo VII.

A la comunidad de Lyminge se le concedió asilo dentro de la relativa seguridad del refugio amurallado de Canterbury, una antigua ciudad romana y la capital administrativa y eclesiástica de Kent.

Pero la evidencia de la excavación muestra que los monjes no solo regresaron para restablecer su asentamiento en Lyminge, sino que continuaron viviendo y construyendo durante varias décadas a lo largo del siglo IX. Los artefactos datables, como las monedas de plata descubiertas en el sitio, proporcionaron a Thomas una idea del restablecimiento de la comunidad monástica.

“Esta investigación pinta una imagen más compleja de la experiencia de los monasterios durante estos tiempos difíciles, ellos eran más resistentes que la imagen del ‘pato sentado’ retratada en los relatos populares de incursiones vikingas basadas en eventos históricos registrados, como la icónica incursión vikinga en el monasterio de la isla de Lindisfarne en el año 793 d.C.”, apunta Thomas.

A fines del siglo IX, en un momento en que el rey anglosajón Alfredo el Grande estaba involucrado en un conflicto a gran escala con los ejércitos vikingos invasores, el sitio del monasterio parece haber sido completamente abandonado.

“Esto probablemente se debió a la presión sostenida a largo plazo de los ejércitos vikingos que se sabe que estuvieron activos en el sureste de Kent en las décadas de los años 880 y 890″, subraya Thomas, antes de añadir: “La vida sedentaria solo se restauró finalmente en Lyminge durante el siglo X, pero bajo la autoridad de los arzobispos de Canterbury que habían adquirido las tierras que antes pertenecían al monasterio”.


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