MADRID, 16 (SERVIMEDIA)
El último estudio elaborado por el Observatorio Demográfico CEU, adscrito a la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación de la Universidad CEU San Pablo, muestra que los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre la covid-19 contrastan con los publicados por el Gobierno, pues el Ministerio de Sanidad comunicó 108.142 muertes por covid, frente a las 135.917 recogidas por el INE (27.875 fallecidos de diferencia).
Tal y como se recoge en este estudio del Observatorio dirigido por Joaquín Leguina, y cuyo coordinador es Alejandro Macarrón, en 2020 España habría tenido la mayor tasa de mortalidad por covid-19 por millón de habitantes de Europa, algo en línea con el hecho de que la esperanza de vida registró en España la mayor caída de toda Europa, con la Comunidad de Madrid como la región española y europea con un descenso más abultado, según Eurostat.
En los años 2021 y 2022, “aunque todavía terribles para nuestro país en materia de covid-19”, señalaron desde el observatorio, los fallecimientos fueron menores, lo que ha permitido una recuperación de la esperanza de vida. En cuanto a los casos de fallecimientos con sospecha de covid-19, pero sin confirmación de presencia del virus, se dieron casi todos en 2020, cosa lógica dada la mucha menor disponibilidad entonces de test de detección del agente patógeno y, muy en especial, en los primeros meses de la pandemia. Durante aquellos meses los servicios sanitarios quedaron completamente desbordados por la avalancha de casos.
Asimismo, el estudio muestra que España registró en 2020 la mayor caída de la esperanza de vida en la Unión Europea. Este es el indicador que mide mejor el impacto del covid-19 en “años de vida truncados” que el número de muertes, pues el número total de estas y su tasa por mil habitantes están muy afectados por el volumen y porcentaje de población anciana. En diversos países y regiones, donde la pandemia en 2020 fue especialmente intensa, en 2021 tuvo efectos algo menos “duros”, como en España, Bélgica o Suecia.
Asimismo, hubo países y regiones en los que en 2020, o cuando menos en su primera (y gran) ola, no hubo una mortandad tan alta como en los lugares más afectados, en los que 2021 fue mucho peor (por ejemplo, Alemania, Portugal, Hungría o Chequia). Cabe pensar que, a los países y regiones del segundo grupo, el haber capeado relativamente bien el temporal en las primeras olas les pudo dar cierto exceso de confianza -tanto a las autoridades como a su población-, lo que pudo llevarles a “bajar la guardia”, si bien esto es solo “una conjetura por nuestra parte”.
NATALIDAD
Cuando empezó la pandemia, con el primer confinamiento severo, se planteó la hipótesis de que habría una explosión de nacimientos a los nueve meses, por estar mucho más tiempo juntas las parejas en casa. A las pocas semanas, se empezó a augurar lo contrario, por la crisis económica que se dibujaba como consecuencia del parón de la actividad económica. Y hubo quien especuló con que eso tendría efectos duraderos a la baja en la natalidad.
“Lo que se ha observado en España y otros países del sur de Europa ha sido una caída muy fuerte de los nacimientos a partir de los 8-9 meses del inicio del primer confinamiento, que duró dos o tres meses, seguida de una recuperación a la tendencia anterior, esto es, a un suave y persistente goteo a la baja. Curiosamente, en diversos países europeos al norte de Francia, se observa una pauta distinta: incremento de nacimientos de niños concebidos tras empezar la pandemia en 2021, seguido de un fuerte bajón en 2022. Tal ha sido el caso de Alemania, Holanda y los países escandinavos”, remarcaron los expertos.
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