MADRID, 27 (EUROPA PRESS)
El Servicio de Neurocirugía de Quirónsalud Madrid ha tratado a un paciente con un glioma de bajo grado localizado en el cíngulo del lado derecho de su cerebro -un área que conecta el sistema límbico y la corteza frontal y temporal-, preservando la empatía del paciente.
Los gliomas de bajo grado son tumores cerebrales que evolucionan lentamente suelen debutar con alguna crisis epiléptica y tienden a invadir con el tiempo áreas funcionales. “En esta área está localizada la motricidad de la pierna, pero también otras funciones cognitivas relacionadas con la empatía”, detalla el doctor Santiago Gil-Robles, jefe del Servicio de Neurocirugía del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid.
Para intervenir a este enfermo sin afectar a sus emociones es necesario realizar un mapeado previo a la cirugía de las conexiones cerebrales tanto corticales como subcorticales. Antes de la intervención, el equipo de Diagnóstico por la Imagen realizó una resonancia magnética funcional en la que se sometió al paciente durante la prueba a un test de empatía y a pruebas de movilidad de su pierna izquierda para mostrar las zonas de activación del cerebro.
“Nuestro objetivo era identificar en estudios de imagen avanzados las áreas cerebrales relacionadas con la empatía. Lo conseguimos colocando un visor al paciente dentro de la resonancia magnética donde podía ver imágenes de ojos que expresaban alegría, tristeza, temor”, explica la doctora Mar Jiménez, jefa asociada del Servicio de Diagnóstico por la Imagen del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid. “La idea es conseguir la máxima resecabilidad del tumor con el menos déficit posible para el paciente”.
“Gracias a las imágenes de resonancia magnética que se tomaron durante la realización de esta prueba conseguimos identificar en este paciente las zonas concretas de la corteza cerebral relacionadas con las emociones para obtener un mapa prequirúrgico de las áreas que se deberían respetar lo máximo posible durante la intervención para que no se vieran afectadas”, afirma.
La doctora Cristina Aracil, neurocirujana de Quirónsalud Madrid, explica la cirugía consta de tres fases: durante la primera se coloca al paciente en decúbito lateral, se le duerme y se realiza el acceso a la zona del cerebro donde se va a realizar la intervención. En la segunda, se le despierta y repite la prueba al que fue sometido en la resonancia magnética ayudado por una neuropsicóloga mientras se realiza la resección tumoral.
“Mientras que realizamos la resección, el paciente realiza una doble tarea: mover la pierna y realizar el test de emociones. Al acercarnos a las áreas que queremos preservar, al estimular el cerebro, el paciente comienza a cometer errores en el test de emociones al que se le está sometiendo o a tener dificultad para mover la pierna. Este es el momento de finalizar la resección”, explica la doctora Aracil, que indica que la tercera fase de la cirugía consiste en volver a dormir al paciente y terminar la cirugía.
“Nuestro objetivo es resecar lo máximo posible siempre que no haya alteración en la función del paciente. Los gliomas de bajo grado son lesiones de evolución progresiva que corren el riesgo de malignizarse. Cuanto más amplia es la resección sin alterar el bienestar y las funcionalidades del paciente, mejor es el pronóstico a largo plazo”, concluye.
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