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Un estudio solicita la implementación de mejoras para la regulación de los riesgos de arsénico, cadmio y plomo en la producción de vinos

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MADRID, 29 (SERVIMEDIA)

Investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) concluyen que aunque se ha avanzado mucho, la identificación y la vigilancia de los puntos críticos de control relacionados con los riesgos de contaminación de los vinos por arsénico, cadmio y plomo necesitan mejoras.

Así lo recoge un estudio en el que se ha analizado el nivel de cumplimiento de las bodegas españolas de la legislación europea de seguridad alimentaria en relación con metales y si su gestión de los riesgos en este aspecto es o no eficaz identificando los mayores desafíos que se les presentan a los bodegueros.

“El desempeño de las bodegas en la identificación de la legislación aplicable sobre el riesgo de contaminación por metales pesados y metaloides es muy bajo, lo que constituye una dificultad para un buen desempeño en el control de Puntos Críticos de Control (PCC) relacionados con estos riesgos”, destacó Jesús López Santiago, de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas de la UPM y uno de los autores de este estudio.

Según la legislación, los bodegueros han de asegurar un control efectivo de la presencia de arsénico, cadmio y plomo en las bodegas y los vinos que en ellas se fabrican es crucial para prevenir la intoxicación y enfermedades en los consumidores, garantizando la seguridad alimentaria y protegiendo la salud pública.

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“Nuestro objetivo era desarrollar una metodología ‘survey-based’ para evaluar el desempeño de las bodegas mediante su síntesis en tres indicadores de rendimiento que muestre el avance de las bodegas en la gestión de estos riesgos”, explicó López Santiago.

La investigación se centra en la gestión de los PPC asociados a los riesgos de contaminación por arsénico, cadmio y plomo en las uvas y vinos por parte de las bodegas. Para ello, los autores del trabajo evaluaron aplicando una nueva metodología la eficacia de las bodegas en la gestión de estos PCC integrando el uso de tres indicadores asociados a este rendimiento: formación, legislación (nivel de cumplimiento) y análisis fisicoquímico (presencia de contaminantes).

INFORMACIÓN

Los investigadores constataron que la mayoría de las bodegas tienen datos sobre el análisis físico y químico de los suelos de los viñedos y la información sobre los fertilizantes utilizados. Sin embargo, la información sobre las concentraciones de arsénico, cadmio y plomo es significativamente menor.

“Sólo un tercio de las bodegas posee datos sobre los niveles acumulativos de concentraciones de arsénico, cadmio y plomo en el suelo, y esta proporción disminuye aún más cuando se trata de las concentraciones de estos metales en la solución del suelo”, explicó María Teresa González Villarino, otra de las coautoras de este trabajo. “La falta de equipos de espectrometría en las bodegas es una barrera significativa para un buen desempeño en el control de la contaminación por arsénico, cadmio y plomo en uvas y vinos”, añadió.

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Si se observa el cumplimiento de la legislación, también hay carencias que subsanar en nuestras bodegas. Pese a que desde la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) se proporciona información actualizada sobre la legislación aplicable, solo un tercio de las bodegas de pequeño a mediano tamaño la aplica correctamente.

“Un porcentaje bajo de bodegas ha identificado y actualizado la legislación sobre los riesgos de contaminación por arsénico, cadmio y plomo. Las bodegas con una producción superior a 250,000 L/año tienen una mayor tasa de identificación de la legislación relevante”, subrayó Ana Isabel García, investigadora de la Etsiaab.

BUENAS NOTICIAS

Los autores del trabajo también detectaron que la mayoría de las bodegas implementan Sistemas de Gestión de Seguridad Alimentaria (FSMS), con un 96.9% que tienen Programas de Prerrequisitos y un 93.8% que han implementado el Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control.

“Se encontró una correlación positiva entre la formación de los trabajadores en Buenas Prácticas de Manufactura y en el control de Puntos Críticos de Control, lo que indica que a medida que aumenta la producción anual de vino de la bodega, también lo hace el número de trabajadores capacitados en buenas prácticas y en el seguimiento de los puntos de críticos control”.

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Para los investigadores, “las bodegas deben ser conscientes de la necesidad de conocer, actualizar e implementar la legislación europea, que establece directrices para prevenir los riesgos para la salud que pueden surgir de la ingesta de estos metales en los vinos y de la importancia de formar a sus trabajadores en este campo”.

Finalmente, Jesús López Santiago indicó que “las administraciones deben ser conscientes de la necesidad de las bodegas de contar con ayudas públicas para disponer del material y equipamiento de laboratorio adecuado para realizar los análisis precisos para la detección de la presencia de metaloides y metales pesados”.

Los resultados del trabajo, en el que también ha participado el Malaysian Institute of Chemical & Bioengineering Technology, se han publicado recientemente en la revista internacional ‘Heliyon’.


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