MADRID, 12 (EUROPA PRESS)
Un estudio de la Universidad Estatal de Washington (EEUU) señala que disponer de pequeños espacios urbanos verdes y azules puede estar asociado a una mejor salud mental y física en las personas mayores.
Las conclusiones del estudio, publicado en la revista ‘Health & Place’, mostraron que un 10 por ciento más de espacio forestal en el código postal de residencia de una persona se asociaba a una reducción del malestar psicológico grave, que abarca los problemas de salud mental que requieren tratamiento e interfieren en la vida social, el trabajo o los estudios de las personas.
Del mismo modo, un aumento del 10 por ciento en los espacios verdes, la cubierta arbórea, las masas de agua o la longitud de los senderos reducía la probabilidad de que las personas mayores declararan que su estado de salud general era malo o regular.
“Nuestras conclusiones sugieren que la pérdida de espacios verdes y azules debido a la rápida urbanización no sólo puede tener un impacto ambiental, sino también en la salud pública”, ha afirmado Adithya Vegaraju, primer autor del estudio y estudiante de Medicina en la Facultad de Medicina Elson S. Floyd de la WSU.
SALUD MENTAL Y EL ACCESO A ESPACIOS VERDES Y AZULES
El estudio se basa en datos de encuestas de salud de más de 42.000 personas mayores de 65 años que vivían en zonas urbanas del estado de Washington entre 2011 y 2019. En su análisis, los investigadores relacionaron los resultados de salud general y mental de los encuestados con diferentes medidas que cuantificaban el acceso a espacios verdes y azules, como bosques, parques, lagos y ríos, dentro de sus códigos postales residenciales. Cerca del 2 por ciento de los encuestados mostraron signos de angustia psicológica grave y el 19 por ciento declararon tener una salud general regular o mala.
Los investigadores presentaron los resultados preliminares de este estudio en la reunión anual de la Academia Americana de Neurología en abril de 2023. Dichos resultados, solo analizaban la relación entre la angustia psicológica grave y la distancia al espacio verde y azul más cercano. En esta versión final publicada de su estudio, los investigadores analizaron varias medidas adicionales, como el porcentaje de espacios verdes, la cubierta arbórea, la superficie forestal y los espacios abiertos dentro de los códigos postales, así como la longitud de los senderos.
También ampliaron sus análisis para examinar cómo estas medidas se relacionaban con la salud general autoevaluada y para tener en cuenta las diferencias en los datos demográficos de los encuestados, como la raza y el nivel educativo.
Aunque otros estudios han analizado cómo la proximidad a la naturaleza puede influir en la salud, Vegaraju afirma que este estudio es uno de los primeros que analiza esta relación en adultos mayores de Estados Unidos. Las personas mayores son especialmente vulnerables a problemas de salud mental como la depresión, que se ha demostrado que aumenta el riesgo de deterioro cognitivo y demencia. También es menos probable que reciban tratamiento para controlar sus problemas de salud mental.
“Se sabe que las personas mayores con depresión, ansiedad o problemas de salud mental son más resistentes a las intervenciones médicas o a la terapia de conversación, que son los tratamientos habituales para estos trastornos”, ha explicado Vegaraju.
“Si la exposición a espacios verdes o azules puede ayudar a prevenir, retrasar o incluso tratar la mala salud mental de las personas mayores, tenemos que estudiarlo más a fondo para mejorar la salud mental de esta población”, ha añadido Vegaraju.
RECETAS NATURALES
Según el investigador, una posible solución podrían ser las recetas naturales, una tendencia creciente que consiste en que los profesionales sanitarios recomienden por escrito a los pacientes que pasen tiempo al aire libre.
La autora principal del estudio, Solmaz Amiri, afirmó que es necesario investigar más para saber exactamente cómo la exposición a los espacios verdes y azules puede mejorar la salud mental y general. Su intención es estudiar la posible relación entre la exposición a la naturaleza y el deterioro cognitivo, que puede ser un signo temprano de la enfermedad de Alzheimer o la demencia.
“Se cree que la exposición a espacios verdes y azules podría ayudar a ralentizar el deterioro cognitivo”, ha señalado Amiri, profesor asistente de investigación en la Facultad de Medicina de la WSU e investigador del Instituto de Investigación y Educación para el Avance de la Salud Comunitaria (IREACH).
“Lo que nos gustaría saber es si la exposición a los espacios verdes y azules puede influir directamente en la demencia o si puede hacerlo reduciendo los problemas de salud mental que pueden conducir al deterioro cognitivo”, concluye la investigadora.
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