MADRID, 9 (EUROPA PRESS)
Un ensayo en el que han participado mujeres de cinco países, dirigido por investigadores del Karolinska Institutet (Suecia) y publicado en el ‘New England Journal of Medicine’, abre la puerta a una cirugía menos invasiva para las pacientes con cáncer de mama.
El cáncer de mama puede extenderse a los ganglios linfáticos de la axila. Sin embargo, los tumores que solo se encuentran en la mama y los ganglios linfáticos de la axila se consideran una enfermedad localizada, con el objetivo de curar a la paciente.
Una cuestión difícil para los cirujanos especializados en cáncer de mama gira en torno a qué debe hacerse cuando las pacientes presentan metástasis en la axila, detectadas por primera vez durante el examen del tejido extirpado durante la intervención quirúrgica.
La disección axilar (extirpación de muchos ganglios linfáticos de la axila) aumenta el riesgo de linfedema en el brazo. Esto ocurre cuando el líquido linfático no puede fluir tan libremente como antes, lo que provoca hinchazón en el brazo y puede causar dolor y restricción de la movilidad.
“Queremos realizar procedimientos menos invasivos para evitar a los pacientes efectos secundarios molestos. Pero necesitamos saber que es seguro”, afirma Jana de Boniface, cirujana de cáncer de mama e investigadora del Departamento de Medicina Molecular y Cirugía del Instituto Karolinska.
Cuando se sabe antes de la operación de cáncer de mama que hay metástasis en la axila, se eligen distintas vías de tratamiento. Esas pacientes no están incluidas en este ensayo. Sin embargo, cuando no se sospecha que haya diseminación linfática, el cirujano suele extirpar los llamados ganglios linfáticos centinela (el ganglio o ganglios a los que llega primero el líquido linfático procedente de la mama).
Si estos contienen células tumorales aisladas o metástasis de un tamaño máximo de dos milímetros, el resto de los ganglios linfáticos de la axila se dejan intactos. Ensayos anteriores han demostrado que esta técnica es segura para el paciente.
Ahora, este gran ensayo ha aclarado la situación incluso para las metástasis de mayor tamaño. Incluye a casi 2.800 pacientes de cinco países diferentes. Todos presentaban metástasis de más de dos milímetros, las llamadas macrometástasis, en uno o dos ganglios centinelas.
Tras la cirugía del ganglio centinela, las pacientes fueron asignadas aleatoriamente a someterse a una disección axilar completa (práctica habitual hasta entonces para todas) o a dejar el resto de la axila sin alterar.
Casi todas las pacientes recibieron algún tratamiento postoperatorio con quimioterapia y/o terapia antihormonal, además de radioterapia según las directrices de cada país respectivo.
En más de un tercio de las pacientes sometidas a disección axilar se encontraron metástasis adicionales al máximo de dos en los ganglios linfáticos centinela. Hay que suponer que esto es igual para las que conservaron los ganglios linfáticos restantes. Aun así, las recidivas fueron igual de frecuentes en ambos grupos, lo que indica que el tratamiento postoperatorio parece suficiente para eliminar las células tumorales restantes.
Al mismo tiempo, una publicación anterior del ensayo mostró que el 13 por ciento de los que se sometieron a disección axilar informaron de problemas graves o muy graves en la función del brazo, frente al 4 por ciento entre los que solo se extirparon los ganglios centinela.
“Nuestra evaluación es que es seguro para los pacientes renunciar a la disección axilar si hay un máximo de dos macrometástasis en los ganglios linfáticos centinela. En estos casos, la disección axilar se sustituye por radioterapia en la axila, lo que conlleva menos complicaciones relacionadas con el brazo. Esto ya se ha implantado en la práctica clínica en Suecia”, afirma Jana de Boniface.
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