MADRID, 27 (EUROPA PRESS)
Un estudio de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) ha identificado una molécula que está detrás del crecimiento descontrolado de las células de los conductos biliares dentro del hígado.
El hígado es el órgano más importante para procesar las distintas sustancias que introducimos en nuestro cuerpo, desde la comida y la bebida hasta el alcohol y las drogas. Cuando las cosas van mal en el hígado, las consecuencias pueden ser mortales.
En la raíz de muchas enfermedades hepáticas, desde la hepatitis hasta la esteatohepatitis no alcohólica, comúnmente conocida como EHNA, se encuentra la cicatrización, también conocida como fibrosis hepática, y actualmente no existen fármacos para tratar esta cicatrización.
“En condiciones de enfermedad en el hígado, las células de los conductos biliares se lesionan. El hígado tiene que regenerar constantemente nuevas células de los conductos biliares, que a veces se vuelven disfuncionales y causan inflamación y cicatrices”, explica la doctora Liangyou Rui, una de las responsables de la investigación.
Esta producción excesiva de conductos biliares tiene un nombre especial: reacción ductular. Los pacientes con reacción ductal tienen más complicaciones de la enfermedad y peores resultados.
En el trabajo, publicado en la revista científica ‘Nature Communications’, los investigadores describen una molécula llamada NIK que se activa mucho en las células de los conductos biliares que funcionan mal. Utilizando un modelo de ratón modificado genéticamente, eliminaron el gen NIK dentro de las células del conducto biliar.
“Al eliminarlo, se evita que ocurran todas esas cosas malas. Además, el tratamiento de ratones normales con inhibidores de NIK, moléculas que pueden bloquear la acción de NIK, mejoró su enfermedad hepática”, apunta Rui.
¿Cómo causa la NIK la enfermedad? En circunstancias normales, la NIK promueve la regeneración de las células de los conductos biliares en respuesta a las diversas sustancias tóxicas a las que se expone el hígado en el desempeño de sus funciones normales.
Sin embargo, ciertos virus, fármacos u otros insultos pueden secuestrar esta función restauradora normal y provocar un crecimiento excesivo y la reacción ductal, así como la secreción de mediadores inflamatorios que conducen a la cicatrización.
El equipo espera trabajar con otros investigadores para desarrollar nuevos inhibidores de la NIK que desactiven este proceso de cicatrización. Los hallazgos también pueden servir como terapia para un tipo de cáncer de hígado llamado colangiocarcinoma, que representa un tercio de todos los cánceres de hígado y cuyas opciones de tratamiento son muy limitadas.
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