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Un estudio ha revelado que las plantas mediterráneas experimentan cambios fisiológicos para adecuarse a las variaciones del clima

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MADRID, 8 (EUROPA PRESS)

Las plantas de la región mediterránea experimentan cambios fisiológicos para adaptarse a condiciones climáticas adversas como las altas temperaturas y la carencia de precipitaciones, según ha demostrado un estudio realizado por personal de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), de la Universidad de Sevilla, la Universidad de Göttingen y el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla del CSIC, que a su vez señala una “incertidumbre” en el impacto del cambio climático sobre las plantas.

Ante la amenaza del cambio climático y el calentamiento global, este estudio ha analizado cómo puede afectar a la distribución de especies vegetales para desarrollar posibles medidas de gestión adecuadas (siembra de especies o procedencias o progenies mejor adaptadas al nuevo clima, entre otras) que atenúen los efectos climáticos.

En concreto, la investigación se ha enfocado en la región Mediterránea debido a la coincidencia de las temperaturas altas con un periodo seco y a la reducción de precipitaciones señalada por los modelos climáticos, lo que podría alterar el crecimiento, la capacidad reproductiva y la supervivencia de muchas especies vegetales y, a medio plazo, la composición de la comunidad vegetal.

“La ecofisiología vegetal proporciona herramientas de análisis que permiten detectar efectos que no son visibles a otras escalas de observación, o explicar los efectos que sí son visibles”, ha afirmado el investigador del grupo de investigación Forest Systems in a Changing Environment (Forescent) de la ETSI de Montes, Forestal y del Medio Natural, Jesús Rodríguez.

Para evaluar el impacto del clima en las dehesas mediterráneas, han analizado el efecto de tres años de incremento de la temperatura y de reducción de la precipitación en una herbácea abundante en España, Geranium dissectum L.

Los investigadores recrearon in situ las condiciones climáticas a las que podrían enfrentarse estos ecosistemas en el futuro. Así, en seis parcelas de 24 m2 de una dehesa del Valle de los Pedroches (Córdoba), valladas para evitar la entrada de herbívoros, sometieron a diferentes condiciones los ecosistemas. Así, dispusieron dos subparcelas de calentamiento experimental, dos subparcelas de reducción de la precipitación, dos subparcelas de calentamiento y reducción de la precipitación, y dos subparcelas control sin modificación del clima.

El dispositivo de calentamiento experimental –mediante el uso de seis paneles de metacrilato transparentes– aumentó la temperatura 1,4ºC y la reducción de la precipitación disminuyó la humedad del suelo un 4% en los tres años de estudio debido al empleo de canalones transparentes sobre un 33% de la superficie de la parcela, que interceptaban la lluvia y la conducían fuera de la instalación.

Las variación en las condiciones reflejó un “impacto notable” de alteraciones fisiológicas en las plantas. Según ha apuntado Rodríguez, estos dos factores por separado “apenas” afectaron al estado hídrico de las plantas, o sus niveles de fotosíntesis, respiración o tasas de apertura estomática, mientras que la combinación de ambos alteró “significativamente” los valores.

“Así, tras tres años de continuo calentamiento y reducción de la precipitación, la apertura estomática disminuyó un 92%, la fotosíntesis un 79% y la respiración un 37% con respecto a las plantas de control (no expuestas a ningún tratamiento climático). Además, las plantas florecieron de media 15 días antes con la combinación simulada de más calor y menos lluvia”, ha incidido Rodríguez.

Las conclusiones también señalan que el aumento de la aridez acelera la floración y el envejecimiento de las hojas para proveer a los frutos de los nutrientes que se reciclan de estas, pero no repercute en la composición de las herbáceas.

Los investigadores han incidido en que la interpretación de los resultados “no es sencilla” y, aunque los cambios experimentados por la planta (como por ejemplo, el aumento de la eficiencia en el uso del agua) permitieron la adaptación de las plantas a estas condiciones, han advertido de que “de que el efecto sinérgico del incremento de calor y sequía trae consigo una incertidumbre sobre el futuro impacto en los ecosistemas”.


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