MADRID, 25 (EUROPA PRESS)
Investigadores de la Universidad de Iowa (Estados Unidos) han confirmado que un circuito neuronal que une dos regiones distintas del cerebro gobierna la forma en que los animales, incluidos los humanos, reaccionan ante una situación de estrés.
Mediante experimentos, publicados en la revista científica ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’, los investigadores mostraron cómo las ratas respondían a una amenaza de forma pasiva o activa, y vincularon cada reacción a una vía específica en el cerebro.
En otra prueba, los investigadores manipularon con éxito el circuito neuronal, de modo que las ratas superaron lo que habría sido una respuesta paralizante ante un peligro y, en cambio, respondieron agresivamente a la amenaza.
El circuito neuronal identificado con la respuesta al estrés conecta el córtex prefrontal medial caudal con el gris periacueductal dorsolateral del cerebro medio. Descubrir esta conexión y cómo regula el estrés es importante, ya que se sabe que el estrés crónico tiene efectos sobre la salud física y mental.
“Muchas enfermedades causadas por el estrés crónico, como la depresión y los trastornos de ansiedad, están asociadas a lo que llamamos un comportamiento de afrontamiento pasivo. Sabemos que muchas de estas afecciones están causadas por el estrés vital. La razón más sencilla por la que nos interesa esta vía es pensar en ella como un circuito que puede promover la resiliencia contra el estrés”, ha explicado Jason Radley, autor del estudio.
Investigaciones anteriores han identificado la vía gris periacueductal dorsolateral caudal del córtex prefrontal medial como una vía clave que rige la respuesta de los animales al estrés. El equipo de Radley confirmó la importancia de esta vía inactivándola y observando cómo respondían las ratas a una amenaza.
Las ratas podían responder de dos formas básicas: una es pasiva, es decir, en esencia no se movían en respuesta a la amenaza. La otra es activa, mediante una serie de comportamientos, como enterrar la amenaza (una sonda de choque, en los experimentos), levantarse sobre las patas traseras o buscar una ruta de escape.
Los investigadores descubrieron que cuando inactivaban el circuito neural del estrés de las ratas, los animales respondían de forma pasiva, es decir, no respondían directamente a la amenaza. “Esto demuestra que esta vía es necesaria para el comportamiento de afrontamiento activo”, afirma Radley.
A continuación, los investigadores obligaron a las ratas a responder de forma pasiva, retirando la ropa de cama de su jaula, lo que les impide intentar enterrar el mecanismo de la amenaza. Cuando el equipo activó la vía neural, las ratas cambiaron su comportamiento y respondieron activamente a la amenaza.
La respuesta activa se produjo a pesar de que los animales se quedaron sin su ropa de cama, lo que debería haber desencadenado una respuesta pasiva. Además, las muestras de sangre tomadas antes y después de la activación de los circuitos neuronales de las ratas mostraron que sus niveles de hormonas del estrés no se dispararon cuando se enfrentaron a la amenaza.
“Lo que esto significa es que, al activar la vía, vimos amplios efectos de amortiguación del estrés. No sólo revivió las conductas de afrontamiento activas de las ratas, sino que las restauró y disminuyó en gran medida la liberación de la hormona del estrés”, dice Radley.
En una tercera serie de experimentos, los investigadores sometieron a las ratas a un estrés crónico variable, es decir, las expusieron a un estrés regular durante dos semanas. Tras el condicionamiento de dos semanas, las ratas fueron colocadas en jaulas y expuestas a la amenaza. Respondieron de forma pasiva, sin querer moverse, y sus hormonas del estrés se dispararon, tal y como habían previsto los investigadores.
La prueba de estrés crónico es importante porque los humanos se enfrentan a un estrés crónico. Por razones que se desconocen, algunas personas siguen soportando esas cargas de estrés, lo que puede provocar trastornos físicos y mentales. Otras, sin embargo, apenas recuerdan el estrés crónico. Los investigadores denominan este comportamiento “resiliencia al estrés”.
“Es posible que podamos cooptar algunos de estos circuitos cerebrales si pudiéramos entender los procesos del cerebro que pueden regular la resiliencia”, remacha Radley, aunque añade que ésta no es una opción inminente.
Los investigadores planean investigar las conexiones neutras que se encuentran cerca de la vía gris periacueductal dorsolateral caudal del córtex prefrontal medial. “No entendemos cómo estos efectos alteran el cerebro de forma más amplia”, concluye el investigador.
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