MADRID, 3 (EUROPA PRESS)
Un estudio realizado en Estados Unidos con más de 893.000 adultos ha aportado pruebas sólidas que confirman que las vacunas de refuerzo de ARNm prolongan la protección contra la COVID-19 moderada y grave durante cuatro o cinco meses.
La investigación, realizada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) y publicada en la revista científica ‘The BMJ’, apunta, sin embargo, que la eficacia de la dosis de refuerzo disminuyó menos contra la enfermedad grave que contra la enfermedad moderada en todos los grupos de edad.
“Aunque hace tiempo que se recomiendan las vacunas de refuerzo, hasta ahora no teníamos pruebas sólidas de su eficacia y de la duración de la misma. En nuestro nuevo estudio, examinamos a decenas de miles de pacientes en múltiples estados, atendidos durante un año y medio. Nuestro análisis proporciona pruebas convincentes, tanto de la eficacia del refuerzo para aumentar la inmunidad, como de que esta inmunidad comienza a disminuir después de cuatro o cinco meses, lo que indica que son necesarias dosis de refuerzo adicionales”, ha resaltado el doctor Brian Dixon, del Instituto Regenstrief y de la Escuela de Salud Pública Richard M. Fairbanks de la Universidad de Indiana.
La dosis de refuerzo bivalente, disponible desde principios de septiembre en Estados Unidos y desde finales del pasado mes en España, se dirige a las dos cepas históricas del virus SARS-CoV-2 y a las subvariantes de ómicron BA.4 y BA.5, que circulan actualmente de forma mayoritaria en todo el mundo.
Estos científicos analizaron los datos de los pacientes atendidos en 261 hospitales, 272 servicios de urgencias y 119 clínicas de atención urgente en 10 estados de Estados Unidos desde el 17 de enero de 2021 hasta el 12 de julio de 2022. Los datos abarcaron periodos de dominancia de ómicron, incluyendo las subvariantes BA.4 y BA.5, así como los periodos de Delta y pre-Delta.
Los autores descubrieron que en el periodo ómicron la protección de la vacuna de ARNm contra la COVID-19 grave era inicialmente alta (89%), pero disminuía tras la vacunación primaria.
Centrándose en la durabilidad de las vacunas de refuerzo contra la hospitalización (es decir, la enfermedad grave), el estudio descubrió que la eficacia aumentaba notablemente tras una dosis de refuerzo, disminuyendo de nuevo unos cuatro o cinco meses después de la misma.
La protección volvió a aumentar tras una segunda dosis de refuerzo. La protección y el patrón de disminución con las vacunas de refuerzos de Moderna y Pfizer fueron similares.
“Si han pasado cuatro meses o más desde la última dosis de refuerzo de COVID-19, o si se han puesto las dos primeras vacunas y nunca se ha recibido una dosis de refuerzo, se debería considerar una dosis de refuerzo bivalente, que se dirige a las cepas ancestrales del virus COVID-19 y a las subvariantes de ómicron BA.4 y BA.5”, ha resaltado otro de los autores del estudio, Shaun Grannis, vicepresidente del Instituto Regenstrief para Datos y Análisis.
Los autores del estudio estiman que las dosis de refuerzo para contrarrestar esta pérdida de eficacia a los cuatro o cinco meses podrían evitar 300 hospitalizaciones en Estados Unidos por COVID-19 grave a la semana.
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