MADRID, 27 (EUROPA PRESS)
El jefe de equipo del servicio de Urología del Hospital Universitario Ruber Juan Bravo, el doctor Carlos Suárez Fonseca, ha resaltado los “excelentes resultados” que ofrece el dispositivo iTind, desarrollado por Olympus, en el tratamiento de la hiperplasia benigna de próstata, que afecta a la mitad de los varones a partir de los 50 años y a casi todos ellos a partir de los 80 años.
“No se trata de un cáncer de próstata, pero es un trastorno que afecta severamente a la calidad de vida de los pacientes, tanto por su sintomatología miccional irritativa como obstructiva”, ha manifestado Fonseca, explicando que iTind es un tratamiento “mínimamente invasivo” de cinco días, que se realiza de forma ambulatoria, que remodela “ligeramente” la uretra y que crea nuevos canales para que fluya la orina.
A diferencia de otros procedimientos para esta afección, iTind no lleva aparejada la aplicación de calor ni la extracción del tejido prostático, y tampoco hay que insertar ningún implante permanente; además, no es necesario que el paciente lleve temporalmente una sonda urinaria tras abandonar la consulta.
Este dispositivo se coloca en la uretra prostática durante un período de entre cinco y siete días, tras el cual se extrae por completo. Durante el período de implantación, el dispositivo se expande y ejerce una suave presión en tres puntos concretos para remodelar la uretra prostática y el orificio uretral interno.
El doctor Fonseca ha explicado que los pacientes tratados con iTind muestran una disminución del índice internacional de síntomas prostáticos, utilizado para definir la gravedad de los síntomas de la HBP en doce puntos; un aumento del flujo máximo durante la micción (QMAX) en ocho puntos; una mejora de la calidad de vida en 2,5 puntos y hasta 79 meses; una tasa de fracaso inicial del 5 por ciento; una tasa de retratamiento quirúrgico a los cuatro años, y es que tan solo el 4 por ciento de los pacientes tratados han tenido que ser reintervenidos; una tasa de retratamiento farmacológico a los cuatro años, pues tan solo el 5 por ciento de los pacientes tratados lo han requerido; no modifica la prueba del antígeno prostático específico (PSA); y reduce el tamaño de la próstata hasta en un 20-30 por ciento.
Entre los efectos secundarios, el doctor ha destacado que no se han notificado casos de disfunción eréctil, eyaculación retrógrada o incontinencia urinaria.
Los principales síntomas que aparecen mientras se porta el dispositivo son la hematuria (12,3 por ciento), urgencia miccional (11,1 por ciento), dolor (9,9 por ciento), disuria (7,4 por ciento) y retención urinaria (2 por ciento), aunque todos estos síntomas desaparecen de “forma inmediata” una vez retirado el dispositivo.
En cuanto al dolor, se ha comprobado que “disminuye exponencialmente” si antes de la implantación se inicia tratamiento con corticoides o con AINEs (medicamentos antiinflamatorios no esteroideos).
“Sin embargo, como siempre decimos, a la hora de asegurar el éxito de estas técnicas, es fundamental realizar una correcta selección de los pacientes candidatos”, ha recalcado Fonseca, y es que este dispositivo está indicado para aquellos pacientes que presentan una próstata de hasta 130 gramos, con un lóbulo medio pequeño o inexistente y siempre que no exista una infección del tracto urinario activa y, a diferencia del sistema REZUM, puede aplicarse en pacientes con un cuello vesical elevado.
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