MADRID, 06 (SERVIMEDIA)
El investigador del CSIC José T. López Gómez y autor del libro ‘La vida al borde del abismo’ (CSIC-Catarata) resumió en poco más de cien páginas la cascada de fenómenos fisicoquímicos que alteraron los ecosistemas y la vida hasta “llevarla cerca de la desaparición”.
El experto en geología señaló que todo se originó en una región de la actual Siberia y que “fue un evento de tal envergadura que casi hay que volver a poner el contador a cero”.
Además de abordar esa crisis a escala planetaria, el número 156 de la colección ‘¿Qué sabemos de?’ también describe el periodo previo y la etapa posterior, cuando la vida nuevamente se abrió paso en condiciones todavía hostiles. Asimismo, hace una reflexión sobre lo sucedido entonces y algunas similitudes con la situación derivada del cambio climático actual.
Según el científico del Instituto de Geociencias (CSIC-UCM), el calor es “el motor que estuvo detrás del desarrollo del sistema terrestre”; de hecho, es la palabra clave para entender su evolución y la crisis que protagoniza este libro.
Ese es el escenario en el que hace 252 millones de años comenzó un vulcanismo “muy intenso” y prolongado en un área situada en lo que hoy es el noreste de Siberia.
La subida de inmensas cantidades de material volcánico a la superficie del planeta durante un prolongado periodo de tiempo generó “un grandísimo volumen de gases tóxicos” que se fueron retroalimentando en contacto con otras rocas, el agua y la atmósfera. Rápidamente empezaron a alterar la composición de la atmósfera, la dinámica del continente Pangea y “del gran océano Pantalasa”.
El inicio de esta crisis, denominada “la crisis del límite P-T”, supone un cambio importante en nuestro calendario geocronológico, porque no solo representa el paso del periodo Pérmico al Triásico, sino también la transición de la era Paleozoica a la del Mesozoico.
El investigador comenta que la fauna y flora que logró sobrevivir buscó alternativas para mantener su existencia desarrollando formas evolutivas más eficaces, como reducir su tamaño.
De todas formas, esta vuelta a la vida llevó su tiempo. En este caso, supuso “un largo periodo que abarca unos 5 Ma, la etapa más larga de recuperación si se compara con otras extinciones masivas”, explica el investigador.
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