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Un análisis ha medido el costo de los manglares como solución para el cambio climático y su contribución a la economía

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MADRID, 1 (EUROPA PRESS)

Un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Stanford (Estados Unidos) cuantifica el valor de los manglares costeros de Belice en términos de la cantidad de carbono que pueden retener, el valor que pueden añadir al turismo y la pesca, y la protección que pueden proporcionar contra las tormentas costeras y otros riesgos.

Los resultados, publicados en la revista ‘Nature Ecology and Evolution’, ya han servido de base para el compromiso de Belice de proteger o restaurar manglares adicionales en una superficie equivalente a la de Washington D.C. para 2030.

Este planteamiento puede aplicarse en muchos otros países costeros.”Estados Unidos tiene una de las mayores costas del mundo y extensos humedales –recuerda Katie Arkema, autora principal del estudio y científica del Stanford Natural Capital Project en el momento de la investigación, que ahora trabaja en el Pacific Northwest National Laboratory y la Universidad de Washington (Estados Unidos)–.

Este trabajo ofrece un enfoque que podríamos utilizar para establecer objetivos de resiliencia climática y desarrollo económico basados en pruebas”.

Muchos países han tenido dificultades para cumplir sus compromisos climáticos internacionales.

Las soluciones basadas en la naturaleza, como el bloqueo o secuestro de carbono en manglares, praderas marinas y marismas saladas, ofrecen una solución prometedora: ayudan a las naciones a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y también a adaptarse al cambio climático.

Sin embargo, los principales países costeros, incluido Estados Unidos, han pasado por alto en gran medida estas estrategias denominadas de “carbono azul”.

Este descuido se debe en parte a la complejidad de calcular cuánto carbono pueden secuestrar los humedales y otros ecosistemas costeros, y dónde aplicar estas estrategias para maximizar los beneficios colaterales para la economía, la reducción del riesgo de inundaciones y otros sectores.

En colaboración con otros científicos, así como con responsables políticos y partes interesadas de Belice, los investigadores cuantificaron el almacenamiento y secuestro de carbono utilizando datos de la cubierta terrestre de Belice y estimaciones sobre el terreno de México.

Cuantificaron los beneficios colaterales de la reducción del riesgo de inundaciones costeras, el turismo y la pesca modelando los servicios conexos -como las zonas de cría de langostas- que prestan los manglares en la actualidad y en futuros escenarios de protección y restauración en diversos lugares.

Según concluyen, que en algunas zonas la restauración de manglares en cantidades relativamente pequeñas puede reportar grandes beneficios turísticos y pesqueros.

En cambio, el secuestro total de carbono orgánico es inicialmente menor cuando se restauran zonas de manglares que cuando se protegen los bosques existentes, porque las reservas de carbono tardan tiempo en acumularse en el suelo y la biomasa.

Otro aspecto clave hallado es que la tasa de aumento de los beneficios distintos del almacenamiento de carbono empieza a disminuir en un momento determinado a medida que aumenta la superficie de manglar.

Predecir estos puntos de inflexión puede ayudar a las partes interesadas y a los responsables políticos a decidir cómo equilibrar más eficazmente la protección del ecosistema con el desarrollo costero, señalan los investigadores.

Del mismo modo, identificar los lugares en los que las estrategias de carbono azul proporcionarían los mayores beneficios colaterales puede ayudar a reforzar el apoyo local.

Basándose en los resultados, los responsables políticos de Belice se comprometieron a proteger 46 millas cuadradas adicionales de manglares existentes –lo que eleva el total nacional bajo protección a 96 millas cuadradas– y a restaurar 15 millas cuadradas de manglares para 2030.

De llevarse a cabo, esta iniciativa no sólo almacenaría y secuestraría millones de toneladas de carbono, sino que también impulsaría la pesca de langosta hasta en un 66%, generaría un turismo de manglares valorado en varios millones de dólares anuales y reduciría el riesgo de peligros costeros para al menos un 30% más de personas, según los modelos de los investigadores.

Las cifras son significativas para un país con una población menor que la de Tulsa (Oklahoma) y un PIB equivalente a aproximadamente el 2% del presupuesto anual de la ciudad de Nueva York.

Dado que el enfoque aborda tanto los objetivos climáticos como los de desarrollo sostenible, abre nuevas oportunidades para financiar soluciones basadas en la naturaleza en países como Belice.

En los próximos meses, el Natural Capital Project, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Asiático de Desarrollo trabajarán con 10 países, entre ellos Belice, para apoyar la incorporación y la contabilización de estos enfoques basados en la naturaleza en los procesos de toma de decisiones políticas y de inversión.

“El ejemplo de Belice, que ilustra las formas prácticas de cuantificar espacialmente los múltiples beneficios de la naturaleza y de informar la política climática y las inversiones de un país, está ahora preparado para ser ampliado en todo el mundo con los bancos de desarrollo y los líderes de los países”, afirma Mary Ruckelshaus, coautora del estudio y directora ejecutiva del Stanford Natural Capital Project.


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