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Txema Villalobos: “Estoy orgulloso de que Isidre Esteve siga confiando en mí para el Dakar”

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MADRID, 27 (EUROPA PRESS)

El copiloto de Isidre Esteve, Txema Villalobos, reconoció que junto al piloto catalán ha vivido “experiencias de todos los colores” en el Rally Dakar, pero celebró que “casi siempre” hayan encontrado “una solución, por complicado que parezco”, y se mostró “orgulloso” de que siga confiando en él para “esta aventura”.

“Me siento orgulloso de que Isidre siga confiando en mí para esta aventura. Hemos vivido experiencias de todos los colores, pero casi siempre logramos encontrar una solución, por complicado que parezca”, expresó en declaraciones compartidas por el Repsol Toyota Rally Team, a solo una semana del inicio del Dakar 2025 en Arabia Saudí.

Y es que Villalobos, apodado MacGyver, es el ángel de la guarda del equipo. El de Calonge, que afronta su noveno Dakar como copiloto de Esteve, ha sido fundamental al lado del piloto ilerdense, ya que se encarga de cualquier problema del vehículo durante la carrera.

Mecánico de profesión, tuvo la oportunidad de dar sus primeros pasos en el rally más duro del mundo en el año 2000, como miembro del equipo de asistencia de Salvador Servià en la edición Dakar-El Cairo. El piloto catalán acabaría cuarto ese año y Villallobos iniciaría una andadura que le ha llevado a conocer los desiertos de África, América del Sur y Arabia Saudí.

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En 2008, se encargó de preparar el SsangYong Kyron adaptado con el que Isidre Esteve volvió a competir en el Rally Dakar 2009, dos años después del accidente en la Baja Almanzora que le provocó una lesión medular irreversible. El piloto catalán vio en Villalobos una apuesta de futuro y, en 2012, le encomendó la responsabilidad de copilotarle en su regreso a la competición gracias al Cojín Inteligente, que culminó con su retorno a los desiertos de Sudamérica en 2017.

Uno de los momentos más duros que han vivido ambos en esta prueba ocurrió en la primera parte de la etapa maratón del Rally Dakar 2023. El equipo Repsol Toyota Rally Team llegó a las dos especiales sin asistencia al acecho del ‘top 20’ de la general, pero, después de los 180 primeros kilómetros sin sobresaltos en el Empty Quarter, comenzó la odisea.

Al saltar una duna, el motor del Toyota Hilux se detuvo y, cuando Esteve intentó volver a arrancarlo, se dieron cuenta de que no iba a ser posible; el motor de arranque había dicho ‘basta’. Villalobos tuvo que bajarse para empujar cuesta abajo el vehículo con todas sus ganas, después de liberar de arena las ruedas delanteras, y Esteve logró arrancar en segunda marcha.

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Por delante: casi 100 km de máxima tensión, donde el 4×4 no podía volver a calarse. La pareja española gestionó a la perfección el reto, pero en la doble cresta de la última duna, sus peores temores se hicieron realidad y durante tres horas Villalobos tuvo que desmontar todos los bajos del coche, antes de idear un arreglo ingenioso para lograr acabar la etapa.

“Nos había salido una primera parte de carrera estupenda; estábamos cerca del top 20, y ese día habíamos adelantado muchísimos vehículos que se quedaron atascados en las dunas. Pero en los últimos kilómetros de la jornada, tras haber sufrido un fallo del motor de arranque pasada la mitad de la especial, vivimos una odisea de película”, recordó.

Por su ubicación, no les podían tirar con la eslinga, ni siquiera los camiones. “Me arrastré debajo del coche, saqué el motor de arranque, lo desmonté pieza por pieza, vi cuál era la parte que no funcionaba y conseguí hacer un apaño para que, al tirar con una cuerda y acelerar a la vez, el coche arrancara”, agregó Villalobos.

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Hasta el propio David Castera -director del Rally Dakar- fue en helicóptero para comprobar cuál era su situación. “Nos insistía en que teníamos que irnos de ahí por las horas que eran, pero nadie pasaba a tirar de nosotros. Conseguimos arrancar mientras él aún estaba ahí e Isidre logró sacarlo con mucha habilidad. Yo dejé instalado el sistema de la cuerda. Tardamos muchísimo, pero logramos salir y acabar la primera parte de la maratón. Al llegar al vivac, tuve que desmontarlo todo y volver a colocar bien el sistema que me había inventado para el día siguiente”, relató.

“Tengo un recuerdo agridulce: fue muy duro, pasamos muchísimo calor en mitad de la nada durante tres horas, pero me sentí muy bien por haber logrado hacer algo así y haber salvado aquella jornada. En el campamento, Castera y los mecánicos del camión T4 me empezaron a llamar MacGyver al ver el invento que había hecho”, concluyó.


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