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Trump regresa a la Casa Blanca con Ucrania y Oriente Próximo como principales desafíos en política exterior

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El republicano abre frentes diplomáticos con Dinamarca, Canadá, México y Panamá ya antes de jurar el cargo el 20 de enero

MADRID, 16 (EUROPA PRESS)

Donald Trump regresará en los próximos días a la Casa Blanca con una agenda en política exterior con similitudes respecto a su primer mandato y con los conflictos en Ucrania y Oriente Próximo con principal desafío, especialmente tras su reiterada promesa de que no haya “nuevas guerras” durante su segunda estancia en la Casa Blanca.

Durante su campaña electoral, Trump ha mantenido una línea dura sobre los mismos temas que ya abordó en su primer mandato entre 2017 y 2021, incluida la imposición de aranceles a China y las críticas a la OTAN sobre la necesidad de que sus Estados miembro aumenten su financiación, a las que ha sumado ahora exigencias sobre Groenlandia o el control del canal de Panamá.

Además, ha hecho hincapié en su promesa de que “no haya nuevas guerras”, incluido su compromiso de lograr un acuerdo a la guerra en Ucrania, un conflicto que, según ha aseverado, puede terminar “en 24 horas” a través de negociaciones entre Moscú y Kiev una vez que asuma el cargo durante la jornada del 20 de enero.

El primer mandato del republicano ya estuvo marcado por una serie de polémicas decisiones que distanciaron a Washington de posiciones asentadas, incluida la retirada de diversos acuerdos internacionales y el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, algo que elevó las tensiones en Oriente Próximo.

Así, Washington abandonó bajo la mirada de Trump el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, el Acuerdo de París sobre clima, el Tratado de Cielos Abiertos y el histórico acuerdo nuclear alcanzado en 2015 con Irán, lo que derivó en la imposición de nuevas sanciones a Teherán y llevó al país centroasiático a violar desde entonces varios de sus compromisos en el marco del pacto.

Por otra parte, encabezó esfuerzos diplomáticos con rivales tradicionales de Estados Unidos, incluidas varias cumbres con el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, que no derivaron en un acuerdo, y la firma de un tratado de paz con los talibán, que cerca de un año y medio después lograron tomar el poder en Afganistán ante el debilitamiento de las fuerzas de seguridad en plena retirada de las tropas internacionales.

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Además, su primer mandato estuvo marcado por un drástico aumento de las tensiones con China, tanto por la imposición de aranceles y el repunte de la guerra comercial entre ambos países como por las constantes acusaciones de Trump contra Pekín por la pandemia de coronavirus, al que llegó a referirse como “virus chino”.

Entre los éxitos más notables estuvo además la muerte del entonces líder de Estado Islámico, Abú Bakr al Baghdadi, en una operación de las fuerzas especiales en Siria, un país que será igualmente foco de atención en su segundo mandato tras la caída del régimen de Bashar al Assad ante una ofensiva de yihadistas y rebeldes.

PROMESA DE ‘ESTADOS UNIDOS PRIMERO’

En este contexto, Trump se ha mantenido firme en su compromiso con continuar con su política para poner a ‘Estados Unidos primero’, en referencia a priorizar los intereses de Washington sobre cualquier otro asunto, también en política exterior.

El presidente electo tiene por ello en su punto de mira la lucha con China por la hegemonía mundial, especialmente en el plano comercial, motivo por el que ha apostado por medidas para proteger los intereses de Washington ante lo que describe como actos ilegales de Pekín, incluida la supuesta manipulación de divisas.

La postura de Trump en este sentido tiene numerosas ramificaciones, especialmente después de que Estados Unidos haya incrementado el foco de interés en la región de Asia-Pacífico, aumentando su respaldo a los socios en la zona ante el aumento del peso de China, incluido un posicionamiento más claro a favor de Taiwán.

De hecho, el mandatario ya reorientó la estrategia de seguridad nacional en su primer mandato para hacer frente a China y Rusia, al tiempo que exigió a los socios europeos en la OTAN aumentar sus inversiones para reforzar la protección de intereses frente a Pekín y Moscú.

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En esta ocasión, los días previos a su toma de posesión han estado marcados por las tensiones provocadas por sus palabras sobre la posible adquisición de Groenlandia, bajo soberanía danesa, y la toma del control del canal de Panamá, así como por haber puesto sobre la mesa que Canadá pase a ser uno de los estados de Estados Unidos.

La declaraciones de Trump, que ha llegado a decir que no descarta el uso de la fuerza militar en los casos de Groenlandia y el canal de Panamá, han provocado críticas por parte sus aliados, que han sido pillados con el pie cambiado ante estas exigencias en un momento en el que se encuentran centrados en la amenaza que supone la invasión rusa de Ucrania.

Además, ha protagonizado ya encontronazos con México al apostar por renombrar el golfo de México como ‘golfo de América’, lo que ha provocado una respuesta irónica por parte de la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, quien ha sugerido que Estados Unidos pase a ser llamado ‘América mexicana’ apelando a un texto de principios del siglo XIX.

Sheinbaum ha advertido además a Trump contra las consecuencias negativas de su amenaza sobre aplicar aranceles del 25% a importaciones mexicanas y ha abogado por fomentar la cooperación económica, al tiempo que ha cargado contra el país vecino en relación con la estrategia en materia de lucha contra el narcotráfico y la migración, entre otros asuntos.

Trump ya hizo de la migración y la seguridad fronteriza uno de sus principales caballos de batalla durante su primer mandato, en el marco de un discurso que le ha llevado a prometer el llevar a cabo “la mayor operación de deportación en la historia estadounidense”, similar a la ejecutada en 1954 por Dwight Eisenhower, la operación ‘Espalda Mojada’.

EL CONFLICTO EN ORIENTE PRÓXIMO

El magnate asumirá el cargo en un momento de especial tensión en Oriente Próximo, sumido en un conflicto tras los ataques ejecutados el 7 de octubre de 2023 por Hamás, que derivaron en una ofensiva militar a gran escala por parte de Israel contra la Franja de Gaza, unas hostilidades que se propagaron a otros países de la región y amenazaron con una guerra abierta entre Israel e Irán.

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Trump ha amenazado recientemente a Hamás con posibles consecuencias si no libera a los rehenes que secuestró hace ya más de 15 meses, en medio de los contactos indirectos entre Israel y el grupo islamista para un acuerdo de alto el fuego en el enclave palestino que incluya la liberación de estas personas.

Así, ya en su primer mandato dio un gran apoyo a Israel, algo reflejado en la propuesta para el conocido como ‘acuerdo del siglo’, rechazada por los palestinos, y la mediación en los históricos ‘Acuerdos de Abraham’, en los que Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin, Marruecos y Sudán normalizaron relaciones con Israel.

En esta línea, una línea discursiva dura contra Irán, que ha sufrido varios varapalos en los últimos meses a causa del descabezamiento de la cúpula de Hezbolá durante la guerra con Israel y la caída en Siria del régimen de Al Assad, uno de sus principales aliados.

A ello se suman las tensiones en torno al acuerdo nuclear, dañado por la decisión de Trump de retirarse del mismo, y el recuerdo de la decisión del entonces mandatario de asesinar en enero de 2020 del entonces jefe de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria iraní, Qasem Soleimani, en un bombardeo contra el aeropuerto de la capital de Irak, Bagdad.

Por todo ello, la comunidad internacional –blanco de las críticas de Trump durante su primer mandato, en el que despreció el multilateralismo– espera con expectación el regreso del magnate a la Casa Blanca, si bien se teme que en este segundo y último mandato opte por una línea aún más dura en diversos temas, a la espera de su anunciada solución para la guerra en Ucrania.


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