Más de la mitad de candidatos republicanos al Congreso de EEUU ponen en duda la legitimidad de las presidenciales de 2020
MADRID, 4 (EUROPA PRESS)
A la espera de saber si anuncia su candidatura a la Casa Blanca para 2024, el expresidente de Estados Unidos Donald Trump ha comenzado en muchos sentidos a presentar sus aspiraciones en estas elecciones de mitad de mandato, en las que republicanos y demócratas se juegan el control del Congreso y el de varios estados.
Trump, a quien sus asesores han estado persuadiendo para que no anuncie sus pretensiones hasta que no terminen estas elecciones para evitar quemarse antes de tiempo, ha estado haciendo campaña por aquellos republicanos que le son afines y sobre todo atacando a posibles rivales en las primarias.
El magnate ha organizado eventos en Iowa, lugar del primer caucus republicano de la historia que hace de esta una plaza simbólica para quienes aspiran a presidente, o en Pensilvania, Ohio y Florida, estados importantes en estas elecciones de donde pueden salir algunos de sus rivales en las primarias.
Es el caso del gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien todavía no ha hecho oficial dichas aspiraciones. Sus diferencias han quedado de manifiesto en las últimas fechas, después de que decidiera apostar por Joe O’Dea, un crítico de Trump, para ocupar un lugar en el Senado. El magnate ha respondido no invitándole a un mitin convocado en el sur del estado.
CANDIDATOS REPUBLICANOS NEGACIONISTAS
Las teorías de la conspiración sobre fraude electoral en las presidenciales de 2020 que ganó el presidente, Joe Biden, continúan más presentes que nunca dentro de un Partido Republicano donde la mitad de sus candidatos al Congreso son partidarios de dar pábulo a las acusaciones infundadas de Trump.
Es el caso de la candidata a gobernadora de Arizona, Kari Lake, que no solo es de esta opinión de que los demócratas robaron las elecciones, sino que además ha sembrado cierto temor a que no reconozca una posible derrota ante Katie Hobbs, después de que se mostrara ambigua y afirmara que solo aceptaría su triunfo.
Salvo algunas excepciones, la gran mayoría de los candidatos republicanos están del lado de Trump, sabedores de los réditos electorales que les puede suponer entre unos votantes comúnmente crédulos con estas teorías. Según una encuesta de ‘The New York Times’, el 68 por ciento de los aspirantes a ocupar un lugar en el Congreso o en los gobiernos locales cree que hubo irregularidades en esas presidenciales.
Uno de ellos es el aspirante a gobernador de Pensilvania, Doug Mastriano, que además de no reconocer el triunfo de Biden, alquiló autobuses para los aliados de Trump que quisieran ir a participar en aquel mitin del expresidente que acabó derivando en los disturbios sediciosos del 6 de enero frente al Capitolio.
Mastriano se diferencia del resto de aspirantes republicanos en que es el único que anda rezagado en las encuestas frente a sus rivales demócratas. Además de Lake en Arizona, otros negacionistas como el candidato al Senado por Wisconsin, Ron Johnson, o para gobernador por ese mismo estado, Tim Michels, son favoritos y afirman que no aceptarán otro resultado que no sea su triunfo.
Este negacionismo puede verse representado a partir del 8 de noviembre, a corto tiempo, en las impugnaciones que presentarán los republicanos si sus derrotas son ajustadas; mientras que a medio y largo plazo, en caso de lograr el control de la Cámara de Representantes, serán dos años muy agitados que supondrán todo un reto para Biden y el terreno abonado perfecto para una posible vuelta de Trump.
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