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Tener más sueño diurno se asocia con más riesgo de demencia desde los 80 años

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MADRID, 23 (SERVIMEDIA)

Experimentar una mayor somnolencia diurna durante un periodo de cinco años se vincula con el doble de riesgo de desarrollar demencia durante esa etapa entre las mujeres mayores de 80 años.

Esa es la conclusión de un estudio liderado por Yue Leng y Sasha Milton, de la Universidad de California en San Francisco (Estados Unidos), y publicado en ‘Neurology’, la revista médica de la Academia Americana de Neurología. El trabajo no prueba que la somnolencia diurna cause demencia, sino que muestra una asociación.

“El sueño es esencial para la salud cognitiva, ya que permite que el cerebro descanse y se rejuvenezca, mejorando nuestra capacidad de pensar con claridad y recordar información”, apunta Leng.

Esta investigadora añade: “Sin embargo, se sabe poco sobre cómo se relacionan los cambios en el sueño y la cognición a lo largo del tiempo, y cómo estos cambios se relacionan con el riesgo de demencia en las últimas décadas de la vida. Nuestro estudio reveló que los problemas de sueño podrían estar relacionados con el envejecimiento cognitivo y podrían servir como un marcador temprano o factor de riesgo de demencia en mujeres de 80 años”.

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733 MUJERES

El estudio se basa en el seguimiento durante un lustro de 733 mujeres con una edad media de 83 años que no presentaban deterioro cognitivo leve ni demencia al inicio del análisis.

Un total de 164 participantes (un 22%) desarrollaron un deterioro cognitivo leve y 93 (13%) tuvieron demencia.

Las mujeres participantes usaron dispositivos de muñeca para rastrear sus patrones de sueño y ritmo circadiano durante tres días al inicio y al final del estudio. Los investigadores analizaron los cambios en la duración y la calidad del sueño nocturno, las siestas diurnas y los patrones del ritmo circadiano.

Tras cinco años, observaron grandes cambios en los patrones de sueño en el 56% de las personas participantes. Descubrieron que las mujeres que participaron en el análisis se dividían en tres grupos: con sueño estable o pequeñas mejoras en el sueño (44%), disminución del sueño nocturno (35%) y aumento de la somnolencia (21%).

La disminución del sueño nocturno incluía disminuciones en la calidad y duración del sueño nocturno, aumentos moderados de las siestas y un empeoramiento de los ritmos circadianos. El aumento de la somnolencia incluía incrementos en la duración y calidad del sueño diurno y nocturno, junto con un empeoramiento de los ritmos circadianos.

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EL DOBLE

Los investigadores analizaron cómo estos cambios se relacionaban con el riesgo de desarrollar demencia.

Del grupo con sueño estable, un 8% desarrolló demencia, por un 15% del de disminución del sueño nocturno y un 19% del de aumento de somnolencia.

Tras ajustar por edad, educación, raza y factores de salud como diabetes e hipertensión, los investigadores descubrieron que las participantes del grupo con mayor somnolencia tenían el doble de riesgo de demencia que los del grupo con sueño estable. No se encontró asociación en el grupo con disminución del sueño nocturno.

“Observamos que el sueño, las siestas y los ritmos circadianos pueden cambiar drásticamente en tan solo cinco años en mujeres de 80 años”, recalca Leng.


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