MADRID, 05 (SERVIMEDIA)
Entrenar desde la adolescencia habilidades sociales básicas en personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) puede ayudarles a “prevenir el uso patológico del alcohol”.
Así se puso de manifiesto en el marco del 25º Congreso de la Sociedad Española de Patología Dual, celebrado recientemente en Sevilla y en el cual los expertos recordaron que la “alta incidencia” de la “coexistencia” de adicciones y otros trastornos mentales, conocida como patología dual, está avalada “por múltiples estudios y tiene clara evidencia científica” en diferentes trastornos mentales, si bien “eso no está tan claro en el TEA, lo que le ha valido el sobrenombre de la patología dual olvidada”, según precisó este lunes la Sociedad Española de Patología Dual en un comunicado.
En este sentido, el jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario del Henares (Madrid), el doctor Javier Correas, puntualizó que “hasta ahora” no se ha investigado y visto la relación entre el TEA y el abuso de sustancias, a lo que hay que añadir que las personas con TEA “tienen menos riesgo de desarrollar un trastorno por uso de sustancias que las personas con otros trastornos como el TDAH, la depresión o la esquizofrenia”.
En el caso de aquellas personas que presentan manifestaciones TEA “menos graves”, la sociedad explicó que se ha observado el uso del alcohol como “recurso para mitigar las dificultades en la interacción social”, y el doctor Correas defendió que “tienen dificultad para entender las convenciones sociales”.
“Ellos ni son capaces de utilizar esas convenciones ni son capaces de entenderlas, hay que decirles las cosas directas, sin doble sentido, porque van a entender solo la literalidad del lenguaje. Además, también presentan dificultades a la hora de expresar emociones y de percibir las emociones de los demás”, subrayó, para apuntar que esto “genera sufrimiento en las relaciones sociales, un malestar por no entender lo que ocurre y la sensación de que no encajan en ningún sitio y en ningún lugar”, lo cual les genera ansiedad que pueden “mitigar con alcohol, sintiéndose más cómodos en situaciones sociales”.
Tras recordar que, según todos los estudios, las personas con TEA presentan menos problemas de abuso de sustancias que los afectados por otros trastornos mentales, advirtió de que “el problema es que aquellos que descubren que con el alcohol se sienten mejor en situaciones sociales, tienen mucho más riesgo de desarrollar un trastorno por uso de alcohol”.
En este sentido, el especialista afirmó que trabajar desde la adolescencia en “habilidades sociales, enseñarles cosas básicas, herramientas de comunicación social que para los demás son convenciones sociales que aprendemos de forma natural puede ayudar a prevenir el consumo de alcohol”. “De esta forma se evita mucha frustración y mucho malestar”, agregó, convencido de que estos programas “disminuyen los niveles de ansiedad en las interacciones sociales y, a su vez, ayudan a reducir el riesgo del recurso al alcohol”.
En el caso de las personas con TEA que ya han desarrollado un trastorno por uso de alcohol, Correas señaló que estos programas son igual de valiosos como parte del tratamiento, consciente de la necesidad de “identificar qué ha llevado a una persona a usar el alcohol de forma patológica” y de que, en estos casos, “tratando la ansiedad podemos ayudar al paciente a reducir el uso de alcohol”. “Además, es necesario trabajar toda la parte de psicoeducación para ayudarle a manejarse en esas situaciones sociales que le generan ansiedad sin necesidad de recurrir al alcohol”, concluyó.
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