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SERVEI señala que la ablación percutánea disminuye el tamaño de los nódulos tiroideos sin alterar la función tiroidea

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MADRID, 26 (EUROPA PRESS)

La ablación percutánea, una técnica realiza por los radiólogos intervencionistas para tratar la glándula tiroidea, consigue reducir el tamaño de los nódulos tiroideos, tumores que aparecen en esta zona, y preservar así la función tiroidea y reducir al mínimo las complicaciones para los pacientes, según explican desde la Sociedad Española de Radiología Vascular e Intervencionista (SERVEI).

“La ablación percutánea consiste en la introducción de una aguja fina a través de la piel que, utilizando la técnica de ecografía como guía, se lleva al interior del nódulo. Una vez posicionada la aguja, se conecta a un generador de ondas de radiofrecuencia o de microondas, con el objetivo de calentar el nódulo en su interior y así lograr la reducción del mismo”, explica el jefe de Radiología Vascular e Intervencionista en la Fundación Jiménez Díaz y miembro de SERVEI, el doctor Eduardo Crespo.

El objetivo de la ablación percutánea pasa por reducir el tamaño y los síntomas del nódulo, una reducción que no es inmediata, sino que se produce paulatinamente a lo largo de los meses siguientes al procedimiento. “Lo normal es que a los seis meses el volumen del nódulo haya reducido su tamaño un 50 por ciento, mientras que a los 12 meses ese porcentaje alcance ya el 90 por ciento”, señala el experto.

Como ventajas de la ablación percutánea frente a la cirugía, el miembro de la SERVEI destaca que se trata de un procedimiento ambulatorio rápido (apenas 30 minutos), que no requiere ingreso, que solo se realiza con anestesia local, que no deja cicatrices y que preserva la función tiroidea en todos los casos, reduciendo también al mínimo el riesgo de complicaciones.

Los nódulos tiroideos son unos tumores que aparecen en la glándula tiroidea, una pequeña glándula situada en parte anterior del cuello, justo encima del esternón, cuya función es la producción de unas hormonas que son las responsables de regular el metabolismo del cuerpo. Estos tumores se estima que ocurren en un 15 por ciento de la población adulta y que su prevalencia se incrementa con la edad y es mucho más frecuente en el caso de las mujeres (en una proporción de tres a uno respecto a los hombres).

“En su gran mayoría, los nódulos tiroideos son benignos. Se acepta que solo entre el cuatro y el ocho por ciento de los nódulos detectados resultan malignos, por lo que en muchas ocasiones el reto es determinar si el nódulo es de carácter benigno o maligno”, explica el doctor Crespo, que destaca que los nódulos tiroideos son habitualmente asintomáticos, por lo que su diagnóstico se suele producir de manera casual, “mediante el uso de técnicas radiológicas realizadas en el estudio de otras patologías”.

Los nódulos que producen síntomas, señala el experto, generalmente son aquellos que tienen un tamaño mayor (de entre dos y tres centímetros) y que, debido a ese tamaño, pueden provocar la presencia de un bulto visible y/o palpable en el cuello, comprimir el esófago o la tráquea, generando problemas para tragar y/o respirar en los pacientes, o alterar la funcionalidad hormonal, dando lugar al desarrollo de hipo o hipertiroidismo.


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