BARCELONA, 20 (SERVIMEDIA)
El 32,5% de las personas mayores no se involucra en actividades de voluntariado a pesar de que les gustaría hacerlo, mientras que al 20,3% de ellas les gustaría realizarlas, pero no sabe dónde informarse.
Así lo puso de manifiesto la patrona de la Fundación Pilares, Sacramento Pinazo-Hernandis, quien dictó este jueves la conferencia ‘La participación de las personas mayores. Luces y sombras’ en el marco de la celebración en Barcelona del undécimo Congreso Nacional de Organizaciones de Mayores; una ponencia que presentó el director gerente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (Ceoma), Javier García Pérez.
Pinazo-Hernandis reivindicó la participación de las personas mayores para “demandar unos derechos que continuamente están siendo vulnerados”, para lo cual se requiere “cambiar la forma en la que pensamos, sentimos y actuamos hacia la edad y el envejecimiento”; “asegurar que las comunidades fomenten las capacidades de las personas mayores”; “ofrecer atención integrada centrada en la personas y servicios de salud primaria que respondan a las personas mayores”; y “brindar acceso a la atención a largo plazo para las personas mayores que la necesiten”.
A su vez, y apoyándose en distintos estudios, subrayó que las personas mayores que buscan participar en ámbitos en los que desarrollar su idealismo están afiliados a partidos políticos, quienes buscan el enriquecimiento personal estudian en universidades para personas mayores y los que buscan ayudar a otros son parte activa de las juntas y de las asociaciones de mayores.
“El buen envejecer debe ir unido a la participación. Para ello, hacen falta políticas públicas”, testimonió.
Sacramento Pinazo-Hernandis utilizó estadísticas de la Fundación Pilares para exponer que las principales razones que las personas mayores aducen para hacer voluntariado son las siguientes: por su convencimiento de que hay que ser solidario (50,6%), por disfrute personal (38,8%) y porque conocen a gente que necesita apoyo (9,4%).
Del mismo modo, explicó que el 32,5% de las personas mayores no participa en actividades de voluntariado, pero les gustaría hacerlo; mientras que al 20,3% de ellas les gustaría realizarlas, pero no sabe dónde informarse.
En ese sentido, explicó que las barreras que las personas mayores encuentran para ejercer su derecho a la participación son la “salud e impedimentos físicos”, la “hostilidad del lugar de vida”, la “ruralidad”, la “accesibilidad”, la “brecha tecnológica”, la “falta de tiempo”, las “responsabilidades familiares”, la “ausencia de habilidades cívicas”, la “poca confianza en las propias capacidades”, la “baja autoestima” y las “barreras lingüísticas”.
Otros obstáculos son la “falta de interés”, la “desilusión o bajas expectativas respecto a la participación”, la “falta de confianza en las organizaciones y procesos participativos” y el “miedo a que la participación les demanda demasiado tiempo”.
Otras barreras son las “discriminaciones por razón de género, raza o discapacidad”, la “falta de oportunidades para la participación” y la “ausencia de información sobre las oportunidades de participar”.
Por otro lado, Sacramento Pizano-Hernandis sostuvo que al 82,4% de las personas mayores nunca le han propuesto realizar actividades de voluntariado en una ONG, lo que hiló con el edadismo, un fenómeno que, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), reconoce haber sufrido una de cada tres personas mayores en Europa.
Ante esta situación, concluyó afirmando que la participación mejora la salud física y mental, aumenta la longevidad y la autonomía personal e incrementa el capital social”.
Por su parte, Javier García Pérez conminó a dejar de “pensar para las personas mayores” y llamó a empezar a “pensar con las personas mayores”, puesto que, de lo contrario, “tendremos un problema”. “O formamos parte, o formamos parte”, zanjó.
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