MADRID, 23 (SERVIMEDIA)
La mayor parte de la ropa usada no llega a tener una segunda vida, según una investigación realizada por Greenpeace durante meses con geolocalizadores en 29 prendas depositadas en contenedores municipales y tiendas de Zara y Mango.
El estudio, dado a conocer este jueves con motivo del Black Friday, concluye que solo una de esas 29 prendas de ropa usada fue adquirida en una tienda de segunda mano en Rumanía.
Tras cuatro meses de seguimiento, muchas prendas siguieron moviéndose y habían llegado a su último destino, aunque recorrieron miles de kilómetros a lugares tan lejanos y diversos como Chile, Pakistán, India o Togo, o se encuentran en almacenes en polígonos industriales de España.
Ante la proximidad del Black Friday, uno de los días del año donde más se consume y las marcas incitan a la compra masiva de productos como ropa ofreciendo rebajas, la organización ecologista publlicó los resultados iniciales de esa investigación.
“Hemos podido comprobar que la gestión que se hace de la ropa que se deposita en contenedores se aleja mucho de la economía circular que buscan”, según Sara del Río, responsable de la investigación, quien añadió: “Mientras esto no cambie la segunda vida de la ropa será más una estrategia de la industria para que sigamos comprando ropa sin remordimientos en días como el Black Friday que una realidad”.
MILES DE KILÓMETROS
Greenpeace colocó entre los pasados meses de julio y agosto dispositivos de seguimiento convencionales tipo botón en 29 prendas aptas para una segunda vida (ropa y calzado) que se depositaron en contenedores de 11 provincias españolas, situados tanto en la vía pública como en tiendas de Zara y Mango.
Ambas vías siguen el mismo proceso, debido a que las entidades de gestión son las mismas. Por ejemplo, prendas procedentes de esos sistemas de recogida fueron localizadas en Emiratos Árabes Unidos, que, al igual que Pakistán, cuenta con centros de recepción internacionales de ropa ubicados en zonas francas, lo que facilita su reexportación.
Las prendas seguidas por Greenpeace también se localizaron en países de África, concretamente Egipto, Togo y Marruecos. Según la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), un 46% de los textiles usados exportados desde la UE tienen a países africanos como destino, donde son revendidos alrededor del 60%, mientras que el resto es desechado, muchas veces directamente en el medio ambiente.
Según Greenpeace, esta práctica, aun pareciendo buena, es “muy perjudicial para las economías locales, que ven cómo la ropa usada ‘barata’ europea, que inunda los mercadillos de numerosos países, impide el desarrollo de una industria textil local”.
Otra de las prendas llegó a Chile, a pesar de que América no es un destino habitual de la ropa usada que se genera en España. Ese país posee uno de los casos mundialmente más reconocidos de contaminación textil por las montañas de ropa usada que se acumulan en el desierto de Atacama.
Greenpeace apuntó que la ropa usada procedente de España que se envía a países europeos, suele tener un valor económico muy superior a la que se envía a países como Marruecos o Emiratos o Pakistán (de los principales destinos de las exportaciones), lo que también indicaría una peor calidad, resta posibilidades de una segunda vida y supone un mayor riesgo de acabar siendo desechada.
CIRCUITO IRREGULAR
Durante el desarrollo del trabajo, Greenpeace detectó un circuito irregular de gestión de residuos textiles, es decir, que se escapan a la gestión autorizada por los ayuntamientos, competentes en la recogida selectiva de residuos.
Alrededor de la mitad de los dispositivos de seguimiento no salieron de España, aunque sí se movieron una o varias veces de lugar, debido a que los cuatro meses de investigación no son suficientes para realizar el seguimiento completo hasta el destino final de la prenda de ropa que se deposita en un contenedor.
Por ello, Greenpeace pidió cambiar “radicalmente” el modelo de producción y consumo de ropa, y evitar caer en “falsas soluciones o parches” que retrasen este cambio.
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