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Se observan pruebas de la relación entre la endometriosis y las experiencias traumáticas y estresantes

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MADRID, 06 (EUROPA PRESS)

Un estudio internacional con la participación de la Universidad de Barcelona ha observado que las experiencias traumáticas y la predisposición genética se asociaron independientemente con la endometriosis, lo que sugiere que su evaluación puede ser útil para identificar a las personas en riesgo de desarrollar la enfermedad.

En concreto, las evidencias muestran que esta dolencia parece estar estrechamente vinculada al trauma por contacto, es decir, aquellos casos en que existe una interacción física directa entre la víctima y el abusador, como por ejemplo en maltratos físicos o agresiones sexuales. Además, a través de análisis genéticos, se ha descubierto que esta relación sería independiente de la predisposición genética a padecer endometriosis.

Estos resultados, publicados en la revista ‘JAMA Psychiatry’, podrían ser de ayuda para tener en cuenta en la detección de la endometriosis, que afecta a 190 millones de mujeres en edad reproductiva en todo el mundo.

La primera autora del artículo e investigadora del Departamento de Genética, Microbiología y Estadística de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona, Dora Koller, explica que “si bien los traumas psicológicos se han asociado con la endometriosis, hasta ahora había poca información sobre el papel del tipo de trauma y la predisposición genética”.

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“Estos resultados desafían los paradigmas establecidos al descubrir los mecanismos genéticos compartidos que vinculan la endometriosis con el trastorno de estrés postraumático y otros tipos de traumas, al tiempo que proporcionan nuevos conocimientos sobre cómo los diferentes tipos de eventos traumáticos se asocian con la enfermedad”, comenta Koller, que también es investigadora en el Departamento de Psiquiatría de la Yale School of Medicine.

El trabajo se ha basado en análisis observacionales y genéticos de datos de 8.276 mujeres con endometriosis y 240.117 controles inscritas en el Biobanco del Reino Unido (UK Biobank), una base de datos biomédica que contiene información genética, de estilo de vida y de salud anónima, así como muestras biológicas de personas del Reino Unido.

“Nuestro estudio muestra que las personas con endometriosis tenían más probabilidades de informar haber experimentado ciertos eventos traumáticos en comparación con las personas sanas”, destaca Koller.

En el trabajo también ha participado Marina Mitjans, investigadora del mismo departamento, del Instituto de Biomedicina de la UB (IBUB), del Instituto de Investigación Sant Joan de Déu (IRSJD) y del área de Salud Mental del CIBER (CIBERSAM). El resto de los autores forman parte de la Universidad de Bergen (Noruega), el Instituto Karolinska (Suecia), la Universidad de Oxford (Reino Unido), la Harvard T.H. Chan School of Public Health (Estados Unidos) y el Hospital General de Massachusetts (Estados Unidos).

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EL TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO Y MALTRATO INFANTIL

Los análisis genéticos de la investigación consistieron principalmente en un estudio de asociación del genoma completo (GWAS) de la endometriosis y también un análisis de la interacción entre los eventos traumáticos y el riesgo poligénico de endometriosis, un enfoque que evalúa el impacto combinado de múltiples variantes genéticas en el desarrollo de una enfermedad, en lugar de centrarse en un solo gen. Los resultados de estos análisis han revelado que la enfermedad se correlaciona genéticamente con varias situaciones asociadas al trauma, siendo la evidencia más sólida la vinculada con el trastorno de estrés postraumático y el maltrato infantil.

“El trauma infantil -por ejemplo, sentirse odiado por un miembro de la familia cuando se era niño y haber sido maltratado físicamente por la familia- también se relacionó con la endometriosis, lo que destaca el papel potencial de las experiencias adversas tempranas en la configuración del riesgo y la progresión de la endometriosis”, subraya la investigadora.

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Otras relaciones inferidas genéticamente incluyeron situaciones relacionadas con la existencia de alguien que pudiera llevar a las participantes del estudio al médico durante su infancia. Según Koller, este aspecto sería “especialmente importante” en el caso de la endometriosis, ya que tener cuidadores que garanticen el acceso a la atención médica durante esta etapa de la vida puede influir en la resiliencia ante el estrés y en el comportamiento de búsqueda de esta atención, reduciendo la probabilidad de un diagnóstico y un tratamiento insuficiente.

Los resultados también muestran que la relación entre el riesgo genético de endometriosis y los traumas no parece deberse a una interacción directa entre genes y ambiente, sino que se explicaría por correlaciones entre genes y ambiente. Es decir, por ejemplo, personas con cierta predisposición genética podrían ser más propensas a experimentar o recordar ciertos eventos traumáticos, lo que podría influir en su riesgo de desarrollar endometriosis.


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